La inteligencia artificial no es algo nuevo, lleva décadas con nosotros. Pero ahora, la increíble capacidad de procesar datos nos permite acercar esta tecnología a las personas con un sinfín de aplicaciones. Eso sí, no debemos perder una visión ética, conscientes de que las distorsiones dependen de quienes y cómo utilizan las tecnologías.
Con estas palabras Xavier Torra, presidente de Eurecat, quiso saludar al público del Big Data & AI Congress, en Barcelona. Jordi Ribas, un catalán afincado desde hace años en Estados Unidos, vicepresidente corporativo de Inteligencia Artificial e Investigación de Microsoft, ha sido uno de los invitados estrella del evento y Nobbot ha podido intercambiar algunas palabras con él.
– Cada día sale una noticia sobre la IA que aprende a hacer algo nuevo. ¿No hay un riesgo de trivializar esta tecnología?
Cierto. Algunos quieren mantener un estado constante de hype. Algo que seguramente ha favorecido la llegada de grandes inversiones y avances como el reconocimiento vocal que ahora está en todas partes. Pero también hay un lado negativo en toda esta exposición mediática, porque llega un momento en que la gente tiene expectativas tan altas y acaba decepcionándose.
«A largo plazo queremos que estas tecnologías estén al alcance de todos»
La inteligencia artificial lleva muchos años con nosotros, desde los años cuarenta, y ha habido también inviernos tecnológicos. En la década de los ochenta, cuando empezamos a trabajar con las redes neuronales, a mí me dijeron que no iba a encontrar trabajo. Porque todavía no funcionaba bien, tenía cierta mala fama y se habían hecho demasiada promesas. Creo que lo mejor es que la IA sea invisible, que esté presente como el aire que respiramos, pero sin demasiado clamor. Que es un poco lo que está pasando. Todos los que usan un smartphone están usando inteligencia artificial sin darse cuenta. Debe ser una herramienta que ayude a optimizarlo todo. Pero ya no necesitamos estos ‘wow moments’.
Creo que lo mejor es que la IA sea invisible, que esté presente como el aire que respiramos, pero sin demasiado clamor
– Entonces, ¿todavía hay diferencia entre Hollywood y la realidad?
Es cierto que todo va mucho más rápido de lo que nosotros mismos imaginábamos. Sin embargo, ‘Black Mirror‘ o ‘Minority Report’ imaginan sistemas de IA muy avanzados y todavía queda mucho camino para llegar a ese punto. Si alguien piensa que vamos a conseguir ‘Matrix‘ o ‘Terminator‘ acabará decepcionándose y entonces habrá menos inversiones. Lo mismo que ha pasado con los coches voladores o autónomos. La gente pensaba que hoy ya los tendríamos, ha pasado la ‘moda’ y por consecuencia ya no se invierte tanto en ello. Esto pasa porque las expectativas eran demasiado optimistas, cuando va a ser todo mucho más gradual. De hecho, muchos de los programas piloto para la conducción autónoma se hacen en Arizona, porque allí siempre hace sol y no hay nadie en la carretera….
La carrera de la inteligencia artificial
– ¿Quién domina realmente esta carrera?
La competición entre China y EE.UU. está muy reñida. Hay que reconocer que actualmente existen cuestiones de derechos de autor o de privacidad que de alguna manera frenan la evolución de la inteligencia artificial. Nosotros trabajamos con compañías que desarrollan IGA, la inteligencia artificial general, que necesitan más datos de los que podemos proporcionarles para entrenar las redes neuronales. Sobre todo en algunos campos, como la salud. China, en este sentido, puede que tenga cierta ventaja a la hora de recolectar datos por su menor respecto de la privacidad.
«En China hemos usado el reconocimiento facial para volver a encontrar niños desaparecidos»
No obstante, hay muchos factores que entran en juego. La creatividad y la innovación que promocionan las universidades americanas son superiores, ya que pueden atraer los mejores cerebros del planeta, incluso los chinos. La competición internacional en la carrera tecnológica es fuerte, pero creo que es buena. Por supuesto, existen temas éticos que hay que afrontar, pero las posibilidades que nos ofrece esta tecnología son tantas que toda competencia es positiva para avanzar y mejorar la sociedad de una manera muy transformadora.
– ¿No existe el riesgo de crear un oligopolio tecnológico?
Actualmente, incluso a las universidades americanas les cuesta competir con las compañías privadas como la nuestra, que han creado la nube y que poseen ordenadores que pueden procesar 10 elevado a 15 operaciones por segundo. Las universidades desarrollan tecnologías y algoritmos pero luego deben acceder a la nube. Por otro lado, aunque la infraestructura (la nube) solo esté en manos de cuatro compañías (Google, Microsoft, Alibaba y Amazon), nuestro modelo de negocio aboga por democratizar la revolución digital. Ya existen empresas aquí en España que están aplicando los algoritmos más complejos porque tienen acceso a la nube y muchos de estos algoritmos son open source. Además, los costes están bajando gracias a la competición y esto hace que más actores puedan acceder a este mercado. A largo plazo, queremos que estas tecnologías estén al alcance de todos y que ya no se necesite ir a la escuela para utilizarlas, igual que pasó con los ordenadores.
– ¿Hay que emigrar a EE.UU para trabajar seriamente en esto?
Creo que Europa también puede tener y, de hecho ya tiene, un papel importante en esta revolución, hay gente muy buena trabajando en esto. El CSIC es un referente mundial. Es verdad que China y EE.UU. están un poco adelantados, pero la competición está democratizando la tecnología. Incluso a nivel universitario, la nube hace que cada vez sea inferior la diferencia entre las universidades estadounidenses y las del resto del mundo. Nosotros promocionamos el uso de muchos algoritmos open source, también porque nos interesa que nuestra nube (Azure) crezca.
– ¿Algún ejemplo concreto de la utilidad de la IA?
Hay algoritmos que extraen patrones y optimizan todo tipo de proceso para toda clase de industria. En China hemos usado el reconocimiento facial para volver a encontrar niños desaparecidos. Nuestros programas #AIforEarth trabajan para dar respuestas al cambio climático, la producción y la eficiencia energética o la agricultura. Podemos también usar la inteligencia artificial para que aprenda cómo funciona el sistema inmunológico. Y que reaccione a los cambios antes de que aparezcan los síntomas de una enfermedad. Pero también se puede usar de manera negativa, para vigilar y controlar la población. En Microsoft abogamos por una regulación de la tecnología, basada en unos principios éticos.
Tecnología, del optimismo ciego a la paranoia
– Ahora parece que en la tecnología todo sean amenazas, ¿porque?
Vivimos una época un poco confusa y muy compleja. Hasta hace solo diez años, mi hijo me decía «papa no tienes razón, porque lo he buscado en internet y mira qué dice». Hoy, en cambio, hay tanta desinformación que es difícil saber qué es real y qué no. Las compañías como la nuestra tienen la responsabilidad de trabajar duro para enfrentarnos a estos temas. Yo, por ejemplo, me ocupo de un programa para nuestro buscador (Bing) que utiliza un sistema de deep learning y clustering para descubrir cuales son las informaciones en las que confiar. Esto nos ayuda a minimizar el efecto de las fake news.
«Veo que en el futuro las carreras donde se necesite creatividad y empatía serán muy importantes»
También para los deep fake habrá una competición entre los ‘malos’ y los algoritmos para desenmascararlos. Es cierto que estos años han sido malos y hay mucha desinformación en la red. No obstante, si miras lo que hemos ganado en los últimos veinte años, con respecto a cuando se tenía que ir a buscar el libro a la biblioteca, creo que nos compensa. Hemos mejorado mucho la sociedad, pero hay que seguir luchando para recuperar la esencia de internet: una plataforma donde podemos informarnos, educarnos y crecer como personas.
– ¿Estamos destinados a trabajar todos en la programación o queda sitio para más vocaciones?
Creo que algunos aspectos del cerebro humano son muy difíciles de imitar: empatia, creatividad. Quizás se pueda llegar, pero creo que se va a tardar. Lo cierto es que hace veinte años se decía lo mismo de lo que ahora tenemos y nosotros ya entrenamos algoritmos de 8000 millones de parámetros. Al fin y al cabo, la inteligencia artificial implementa las capacidades humanas, nos hace a todos mejores. Es verdad que se necesitan muchos ingenieros y cuando hablo con chicos y chicas jóvenes les digo que si están interesados en la tecnología, que estudien esta carrera porque van a tener muchas posibilidades. Pero también veo que en futuro las carreras donde se necesite creatividad y empatia serán muy importantes. De hecho, mi hija está estudiando teatro. Yo les diría a los jóvenes que sigan su pasión, porque así podrán dar una contribución positiva a la sociedad.
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Imágenes | Big Data & AI Congress