Cada día que pasa, los juguetes conectados ocupan un lugar más destacado en las preferencias de los más pequeños, que disfrutan viendo cómo sus amiguitos artificiales realizan distintas acciones al dictado de una app. Para ello, estos juguetes cuentan con conexiones wifi o bluetooth que, en el peor de los casos, pueden ser utilizadas por algún desalmado para recopilar datos de los niños, como correos electrónicos, nombres, mensajes de texto, imágenes o audios. Pero que no cunda el pánico, pues para superar este peligro solo hay que informarse sobre lo que se compra, conocer los posibles riesgos y adoptar medidas de seguridad básicas.
Los niños son un objetivo comercial de importancia creciente para las compañías y la tecnología se presenta como el puente ideal para llegar a ellos. Así, Facebook anunció un servicio de mensajería para niños de hasta 6 años y Google presentó YouTube Kids en 2015. Los juguetes no escapan de esta tendencia y son ya muchos los dispositivos conectados que esperan a ser envueltos en papel de regalo. Estos juguetes combinan el juguete tradicional con juego a través de dispositivos móviles o tablets. Fomentan el razonamiento lógico, la coordinación ojo-mano, desarrollan la imaginación de los niños y permiten una interactividad entre el juguete y el niño.
Sin embargo, junto a los beneficios que estos servicios y dispositivos ofrecen a los niños, surge la duda de cómo protegen las empresas a los más pequeños de abusos que puedan poner en riesgo su seguridad.
juguetes conectados bajo sospecha
En EEUU, el fabricante VTech Electronics ha sido condenado recientemente a pagar 650.000 dólares por la Comisión Federal del Comercio por haber recopilado datos digitales de niños sin permiso de los padres y sin garantizar su seguridad.
Llueve sobre mojado porque, hace un año, la muñeca Cayla encendió todas las luces de alarma en Estados Unidos, donde se la acabó bautizando como la “muñeca espía”. Cayla contaba con conexión por bluetooth, que permitía a cualquier persona escuchar y grabar la conversación que se mantuviera con la muñeca. La Agencia Federal de Redes de Alemania calificó a Cayla como “un aparato ilegal de espionaje” y recomendó a los padres que la destruyeran.
Incluso un modelo actualizado de la clásica muñeca Barbie, con capacidades de interacción mediante un software basado en aprendizaje automático, ha estado envuelta en polémica. Las conversaciones quedaban grabadas y almacenadas en los servidores de la marca propietaria Mattel durante dos años.
banderas rojas
Y es que son muchas ya las banderas rojas que se han alzado para señalar los peligros de estos juguetes. La organización de consumidores británica Which? alertó el de «agujeros de seguridad» en los muñecos Furby Connect, el robot I-Que o los peluches Toy-fi Teddy y CloudPets. La investigación de esta organización descubrió que cualquier persona con conocimientos técnicos suficientes podría “comunicarse” con el niño que lo utilice.
En la categoría de juguetes se incluye a menudo a los relojes conectados y, ojo, porque también aquí hay serias dudas sobre su seguridad. El Consejo Noruego del Consumidor ha publicado un informe advirtiendo sobre los peligros de estos dispositivos, y la Agencia Federal Alemana de Internet incluso ha prohibido su venta, recomendando su destrucción.
Los padres eran aquí los que utilizaban estos juguetes para vulnerar la privacidad de sus hijos. «Creemos que los padres los usan para espiar a sus hijos, a través de una aplicación y el micrófono que incluyen”, explicó Jochen Homann, presidente de la agencia alemana en un comunicado. Y estos relojes «no pueden ni deben ser usados como dispositivos autorizados para este tipo de transmisión, que es ajena al dueño del reloj».
En España, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un estudio tomando como muestra 5 modelos diferentes: Jumping Race Jett, Rovospy, Turbo Dave, Teksta y BB8 para analizar la seguridad de estos productos. De las conclusiones del estudio se extrae que dos de ellos: Jumping Race Jett y Rovospy presentan importantes fallos que afectan a la privacidad de los consumidores.
Desgraciadamente, tal como señala la OCU, hoy en día no existen leyes que regulen este tipo de seguridad y son los consumidores, en este caso menores de edad quienes resultan más perjudicados. Así que ¿qué se puede hacer para que los niños disfruten de estos juguetes, divertidos y educativos, sin comprometer su seguridad?
Asegurando la seguridad de los juguetes conectados
Alejandro Padín del Departamento de Derecho Mercantil de Garrigues afirma que “igual que cuando nos compramos un coche nos preocupamos de verificar las medidas de seguridad de que dispone, o cuando nos vamos de viaje nos interesamos por los detalles del viaje, es fundamental que al comprar un juguete potencialmente conectado a internet nos preocupemos por averiguar cuáles son las medidas de seguridad de la información que vamos a facilitar”.
Por su parte, la firma Sophos Iberia, especializada en seguridad de redes, aconseja a los padres adoptar algunas medidas para aumentar el nivel de seguridad de los juguetes o de cualquier otro dispositivo conectado internet:
- Conocer cómo interactúa el juguete con internet, su configuración y opciones de privacidad
- Cambiar las contraseñas predeterminadas
- Controlar el perfil de usuario del niño y quiénes son sus amigos virtuales
- Revisar los chats
- Controlar la edad recomendada, también en los juegos de móvil.
- Configurar los medios de pago para que haya que facilitar una contraseña (que no conoce el niño) al confirmar un pago
- Mantener actualizado el software para que incorpore los parches de seguridad tan pronto estén disponibles
- Recordar que cualquier aparato conectado a internet es susceptible de ser hackeado
La Fundación Mozilla también se ha mostrado preocupada y ocupada por este asunto y ha publicado una guía para padres y compradores titulada Privacy not included, un guiño al lema habitual de pilas no incluidas que acompaña muchos juguetes electrónicos.
En esta guía, Mozilla hace hincapié en las precauciones de privacidad y seguridad que debemos tener en cuenta si tenemos pensado adquirir juguetes conectados. No se trata de hacer cundir el pánico, simplemente de ser cautelosos.
Mozilla pone el ejemplo de un cepillo de dientes inteligente con geolocalizador. ¿Supone un problema que alguien sepa que nos cepillamos los dientes en el baño? ¿Un juguete con cámara es un problema si cuando no lo usamos lo guardamos a buen recaudo?
Pues eso: si no nos la queremos jugar con los juguetes conectados de los niños, hagamos lo razonable, que es informarnos y tomar sencillas medidas preventivas. Así, los más pequeños podrán disfrutar al máximo con sus juguetes, introduciéndose en la tecnología sin problemas con la privacidad de sus datos y sin sustos para sus padres.