Por muchos es sabido que la ciencia ha encontrado inspiración en la ciencia ficción durante años. Y que esta ha usado la ciencia como asidero para sus cómics, series, películas y, en especial, libros.
Visiones de escritores casi legendarios como Julio Verne, H. G. Wells, Arthur C. Clarke, Ray Bradbury, Isaac Asimov o Philip K. Dick, entre muchos otros, se han ido haciendo realidad con el paso del tiempo. Fueron personas adelantadas a su tiempo que supieron ver el potencial de la tecnología, y usarlo en sus obras.
En 2001, la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés),lanzaba un proyecto curioso. Tecnologías Innovadoras de la Ciencia-ficción para Aplicaciones Espaciales (ITSF), con el que pretendía rescatar ideas de escritores de ciencia ficción que se hubiesen pasado por alto en la exploración espacial convencional.
El proyecto de las tecnologías innovadoras de la ciencia ficción
Aunque en principio fue tomado como una especie de broma por la prensa de todo el mundo (¿Cómo iba la Agencia Espacial Europea a tomar en serio ideas del siglo XIX para su programa espacial?), el proyecto fue lanzado con éxito.
Se pidió a la Maison D’Ailleurs, un museo de la ciencia ficción con más de 50.000 títulos, y la Fundación OURS, que estudia la dimensión cultural de la exploración espacial, que buceasen en los miles de documentos y tratados sobre ciencia ficción para obtener ideas frescas y futuribles que poder usar en la exploración espacial de décadas posteriores.
El objetivo era el de «repasar la ciencia ficción pasada y presente, en sus diferentes manifestaciones, para identificar y evaluar tecnologías innovadoras susceptibles de ser desarrolladas en aplicaciones espaciales» y «recoger ideas imaginativas, potencialmente viables para el desarrollo a largo plazo por el sector europeo espacial, que podría ayudar en la predicción del curso de futuras tecnologías espaciales y su impacto».
No era un proyecto fácil; al menos de cara a una opinión pública que a menudo se pregunta para qué sirve la exploración espacial o si llegaremos a viajar por el espacio.
Algunas ideas aeroespaciales que surgieron de la ciencia ficción
Por ejemplo, la idea de los proyectiles ultrarrápidos (High Isp o simplemente HIsp) data de 1865. Hoy día tanto la ESA como la NASA están trabajando en esta línea.
Los aterrizajes planetarios son de 1928, y las estaciones espaciales orbitales de 1945. Uno de los últimos hitos en ingeniería aeroespacial ha sido el cohete con capacidad de retorno, citado por primera vez en 1869 y hecho realidad en 2017 con el Falcon 9 de Space X:
Science Fiction becoming reality pic.twitter.com/dQTAcwplBk
— World and Science (@WorldAndScience) 1 de mayo de 2017
El ascensor espacial (u orbital)
Dentro del proyecto ITSF de la ESA, se barajó la idea del ascensor espacial. La primera mención data de 1895, cuando un científico ruso llamado Yuri Artsutanov lo citó como una curiosidad usable, quizá, en lunas pequeñas o asteroides. Varios científicos americanos (Isaacs, 1966; Pearson, 1975) volvieron sobre el tema, confirmando que no valdría para planetas.
Sin embargo, en un libro de 1979 de Arthur C. Clarke (el mismo que predijo el sistema de comunicación por satélite) hablaba sobre la viabilidad de un ascensor espacial en la Tierra. Tras el estudio de la ESA de esta idea, y su comprobación por parte de la NASA, se aceptó en 2003 que fuese posible.
En 2009, la ESA ya tenía proyecto para el ascensor espacial, cuya construcción se prevé para 2050. Un cable de 36.000 kilómetros de longitud para el que aún se está buscando materiales. Empresas como la japonesa Obayashi refutó la idea, sobre la que lleva trabajando desde 2012. Y en 2015, la empresa canadiense Thoth Technology presentó una patente. Vamos por buen camino.
Recoger hidrógeno durante el viaje planetario
El hidrógeno es el elemento más común en el universo, y además es un combustible excepcional. Prueba de ello el el calor del Sol y el rendimiento moderno y futuro de las placas solares. El espacio, que en realidad no está vacío en las inmensas distancias planetarias, contiene una elevada densidad de este elemento en estado molecular (H2) o iónico (H3+).
Barrer este elemento a medida que las naves avanzan por el espacio sería un fantástico mecanismo de carga de combustible. El mecanismo previsto incluso podría complementarse con las velas solares, otro proyecto prometedor para viajes por los planetas interiores (Mercurio, Venus, Tierra, Marte y quizá Ceres).
La idea la propuso el escritor de ciencia ficción y físico Robert Forward en 1960, y fue usado en los cuentos Espacio Conocido de Larry Niven en 1965 y en la novela Tau Cero (1970), del escritor, psicólogo y matemático Poul Anderson. Al mecanismo lo llamaron colector Bussard ramjet.
Terraformación de planetas
Como sabe todo aquel que haya estudiado mínimamente el espacio, la Tierra es el único planeta capaz de albergar vida tal y como la conocemos. Exceptuando la posibilidad de que exoplanetas como los que descubrió el Trappist puedan albergarla. De ahí que los autores de ciencia ficción siempre hayan soñado con transformar (terraformar) Venus, Marte, o las lunas jovianas.
El escritor Jack Williamson escribió en 1951 su Seetee Ship, y mencionó por primera vez el concepto de terraformación de planetas. Es decir, alterar su composición (principalmente atmosférica) para que la vida humana fuese posible sin traje espacial.
Gracias a este concepto, la ESA y la NASA han lanzado estudios que demuestran que basta un martillo para colonizar Marte. Con este martillo, el regolito que cubre el planeta podría convertirse en los primeros ladrillos que aíslen contra la radiación, primer anclaje de la humanidad en la colonización marciana.
No son pocas las ideas en la que la ciencia ha usado la ciencia ficción para inspirarse. Y es esta misma ciencia la que ayuda a la ciencia ficción a ganar en veracidad e ir un paso más allá.
El binomio ciencia-ciencia ficción es un tándem perfecto en la innovación de la ciencia. Pero en concreto en la exploración espacial, donde la ciencia ficción lleva años especializándose.
Aquí un resumen de los puntos claves del proyecto.
En Nobbot | 41 películas que nos pintan el futuro bien, mal o regular
Imágenes | iStock/Choreograph, Bussard ramjet, Terraformación de Marte