Miles de “followers”, cientos de retuits, “me gusta” y corazoncitos en nuestras fotos de Instagram nos hacen concebir la esperanza de que no estamos tan solos como, a veces, nos sentimos. Confundimos amigos con seguidores y a las redes sociales con círculos de confianza. Pues bien, científicos de la Universidad Carlos III echan un jarro de agua fría al ardor de nuestra vida social virtual porque, según concluyen en un nuevo estudio, a lo sumo contamos contamos con unas 3 ó 5 personas con las que tenemos una relación muy estrecha, que se corresponden con nuestra familia y amigos íntimos; y unas 10 buenas amistades. El resto, gente que pasa por ahí: unas 30 personas con las que tratamos frecuentemente y un centenar de conocidos en nuestro día a día. Es la primera vez que una teoría puramente matemática, basada en un principio físico básico (el de máxima entropía), predice un fenómeno o estructura social.
Estos investigadores han confirmado de nuevo el número de Dumbar, que establece en 150 el número de individuos con los que podemos establecer una relación habitual, según la teoría formulada en los años noventa por el profesor de Psicología Evolutiva de la Universidad de Oxford, Robin Dunbar, que también participa en este nuevo estudio científico.
La novedad del estudio publicado en el último número de la revista PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) es que ha demostrado, desde una perspectiva matemática, que “personas con una elevada capacidad cognitiva, podrían ampliar el círculo de amigos”, explica uno de los autores del estudio publicado en PNAS, Anxo Sánchez, catedrático del departamento de Matemáticas de la UC3M.
amistades numerosas…y superficiales
Según los investigadores. “no podemos tener relaciones con unas 150 personas y que todas sean íntimas. Por tanto, si se tienen muchísimas relaciones, tiene que ser al coste de que casi todas sean superficiales”, señala otro de los autores del estudio, Ignacio Tamarit, del Grupo Interdisciplinar de Sistemas Complejos de la UC3M, que desarrolla su tesis doctoral sobre este tema.
A la hora de iniciar el estudio, los investigadores partieron de la hipótesis de que las relaciones humanas conllevan distinto nivel de esfuerzo dependiendo de la intensidad emocional y que la capacidad de gestionarlas es limitada. Vamos que queremos amigos, pero los amigos cuestan. Mediante técnicas estándar de física estadística, calcularon la organización en círculos de amistad y plantearon la idea del régimen invertido (que en comunidades pequeñas con menos relaciones la intensidad de las mismas es mayor).
Para comprobarlo, se utilizaron datos de comunidades casi aisladas de inmigrantes – proporcionadas por un antropólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona, José Luis Molina – y tras aplicar el modelo teórico encontraron las evidencias que buscaban: “Nuestro modelo explica el surgimiento de la estructura en la organización de las redes personales”, señala otro de los investigadores, José Cuesta, catedrático del departamento de Matemáticas de la UC3M.
amigos en las redes sociales
Una clave del estudio es que las relaciones humanas conllevan esfuerzo, algo que se destaca en la campaña Por un uso LOVE de la tecnología de Orange, que trata de fomenta el buen uso de la tecnología. Esta iniciativa se dirige tanto a los jóvenes como a sus padres, utilizando la principal vía de consumo de contenidos de las nuevas generaciones, el vídeo.
La confusión sobre la amistad en este mundo marcado por el uso de las redes sociales es especialmente peligrosa entre la adolescencia, una etapa en la que se busca con mayor intensidad la propia identidad y la aceptación del grupo. Dentro de la campaña de Orange, Yolanda López de Hoyo, investigadora del departamento de psicología de la Universidad de Zaragoza que forma parte de un grupo de investigación en Tecnología y Salud Mental, explica que “para que se cree una buena relación y se mantenga la amistad, hay que dedicarle tiempo y esfuerzo”.
Con la horas que dedicamos a Internet estamos descuidando las relaciones cara a cara. La experta aconseja a los padres hablar con sus hijos adolescentes y “hacerles ver la importancia de las relaciones cercanas, reales. Por ejemplo, preguntarles de todos esos contactos y followers, a cuántos podrían acudir si estuvieran tristes o tuvieran un problema grave. Hay que aprender a relacionarse en el mundo real, las relaciones son más complejas y ricas y hay que saber desenvolverse también socialmente.
Los adolescentes y jóvenes pasan unas seis horas de media frente a las pantallas de sus smartphones (la media nacional es de tres horas y 51 minutos), según datos recientes de un estudio realizado por Rastreator.
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