Al surcoreano Byung-Chul Han lo han llegado a llamar el rockstar de la filosofía. Sus obras se encuentran en cualquier librería y son superventas dentro de su especialidad. La vida de Han tiene algo de insólito. Nació y se crió en Corea del Sur, donde estudió metalurgia. Pero en un momento dado mintió a sus padres y se trasladó a Alemania con 26 años para estudiar literatura alemana, sin entender una palabra en ese idioma. Y, ya en el país de Hegel, Husserl y Heidegger, acabó encontrando su vocación en el pensamiento y la enseñanza universitaria.
Los trabajos de Han son un diagnóstico certero de los males de la sociedad contemporánea. Con un estilo directo y lleno de referencias a la producción académica, pero también a la actualidad, el filósofo coreano ha logrado identificar las disfunciones del capitalismo contemporáneo y sus efectos en la psique individual y colectiva. Y de su cosecha son términos que hoy están en boca de muchos, como el de “sociedad del cansancio”, con el que se refiere a la autoexplotación a la que se someten libremente muchos ciudadanos con tal de ser más eficientes y productivos, y vivir eso que se llama “una vida plena”, pero que al final los conduce al agotamiento, el fracaso o la depresión.
para byung-chul han ya vivimos en una ‘infocracia’
En su último libro publicado en España, ‘Infocracia’, Byung-Chul Han vuelve a hurgar en la herida y aborda un tema de gran actualidad, que es el de la amenaza para la democracia que supone el tsunami informativo del mundo digital, y sus distorsiones en forma de fake news o de esas campañas de bots que cambian de un día para otro el escenario político de un país. En este trabajo, el filósofo coreano no aporta mucho más de lo dicho hasta el momento sobre la cuestión, pero es una excelente recopilación de ideas que pueden llevar al lector a inquietarse, cuestionarse y quizá movilizarse.
Byung-Chul Han da por sentado que vivimos en una “infocracia”, donde “la sociedad, la economía o la política están determinadas por la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial”.
El punto de partida es de aparente felicidad y armonía. En el mundo de hoy el sujeto ya no es dócil ni obediente, y el poder no se ejerce con coerciones y prohibiciones, como sostenía Michel Foucault. En su lugar, nos sentimos más “libres, auténticos y creativos” que nunca. El poder explota la libertad, en lugar de suprimirla. La vigilancia y el castigo de Foucault dejan paso a la motivación y la optimización permanente.
La crítica de Byung-Chul Han en ‘Infocracia’ va en la línea de la que, de forma mucho más detallada, han desarrollado teóricos de la sociedad de la vigilancia como Shoshana Zuboff. El teléfono móvil y las redes sociales, nos viene a decir, nos proporcionan una sensación de libertad infinita. Y la transparencia es “el imperativo sistémico del régimen de la información”. Pero en realidad son “instrumentos de vigilancia y sometimiento” que precisamente explotan nuestra libertad y comunicación.
“El dominio del régimen de la información se oculta sobre lo agradable de las redes sociales, la comodidad del motor de búsqueda o las voces arrulladoras de los asistentes de voz”. “El robot aspirador cartografía la vivienda”, describe el autor con su estilo siempre cercano, atento al detalle cotidiano.
El like es como el amén y compartir es religión
En este mundo feliz tecnológico, las redes sociales son como una iglesia y “el like es el amén”. “Compartir es comunión. Consumo es redención”, establece Han, tan dado a las metáforas. Pero lo peor es que este escenario de torrente informativo (generado por nosotros mismos a través de las redes sociales o por terceros que se aprovechan de esa abundancia de datos en internet) causa tensiones que están poniendo en riesgo la democracia.
Y ahí está el cogollo del libro. “La democracia está degenerando en infocracia”, sentencia. El filósofo es consciente de que las distorsiones que crean los medios de comunicación no son nuevas. Ya, a mediados de los 80, Neil Postman denunciaba en su clásico ‘Divertirse hasta morir: el discurso público en la era del showbusiness’ los efectos nocivos del infoentretenimiento televisivo en el debate público.
Era el momento en que un actor, Ronald Reagan, se convertía en presidente de los Estados Unidos. La televisión cambió el discurso político y primó la puesta en escena por encima de los argumentos. Jürgen Habermas también denunció esta deriva.
La gran amenaza es la ‘infodemia’
Pero hoy, la gran amenaza no está tanto en este placer perpetuo, sino en la llamada “infodemia”, la difusión y multiplicación viral de la información (o desinformación, según se mire). Han advierte otra vez que el centro informativo de los medios serios y la lectura reposada se ha difuminado, dejando paso a la aceleración y el cortoplacismo de las redes sociales. En su opinión, prima una “comunicación afectiva”, donde un tuit con una noticia falsa derrota al mejor argumento. Y donde un meme se propaga a la velocidad de la luz, produciendo una carcajada, pero raramente una reflexión.
Las fake news de gran alcance son un producto exclusivo de nuestra época digital. Han recuerda que la televisión divertía, pero no solía mentir. Pero hoy un pequeño porcentaje de bots pueden cambiar un clima de opinión. “La democracia se hunde en la jungla impenetrable de la información”.Y en este punto, el filósofo, siempre pendiente de conectar su discurso con la actualidad, hace referencia a Cambridge Analytica y el microtargeting político.
En ‘Infocracia’, Byung-Chul Han no ve un camino de retorno. “El intento de combatir la infodemia con la verdad está condenado al fracaso”. Y asegura que, en una sociedad tan vanidosa y donde el selfi se ha convertido en la carta de presentación, “el otro está en trance de desaparición”. Y si no hay empatía, tampoco habrá consenso y soluciones políticas.
La crisis de la escucha y la desaparición del consenso
Las “infoburbujas autistas” y las “cámaras de eco” que crean los algoritmos están pensadas para reforzar nuestras creencias, pero nunca para ponerlas en cuestión con el que no opina lo mismo. “La crisis de la democracia es ante todo una crisis del escuchar” y la esfera pública y los lugares para el consenso cada vez son más pequeños. Es la famosa polarización, un proceso que se antoja irreversible por el momento. “La esfera pública de Arendt y Habermas ya no existe”, asume el filósofo afincado en Berlín.
Y también pone en duda el credo tecnooptimista de los que dicen que la inteligencia artificial escucha mejor que los humanos, y que la racionalidad digital es superior a la comunicativa. En línea con Shoshana Zuboff, se opone a este “dataísmo” que deja en manos de la IA y el big data las decisiones relevantes de la sociedad.
Para el filósofo coreano, el nihilismo del siglo XXI es la pérdida de fe en la verdad. Un proceso que alimentan las fake news, la desinformación y las continuas teorías conspiranoicas. “La información oscurece el mundo”, proclama Byung-Chul Han en ‘Infocracia’. “La crisis de la verdad es la crisis de la sociedad”. Han se permite ser pesimista en un mundo de forzado optimismo y euforia perpetua. Su análisis en este libro no es nuevo, pero sí muy inquietante.
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