Ha recorrido medio mundo buscando la huella dejada por los terremotos en todo tipo de yacimientos arqueológicos. Miguel Ángel Rodríguez Pascua es doctor en Ciencias Geológicas e investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Desde este organismo ha coordinado la reciente edición del Catálogo de los efectos geológicos de los terremotos en España, que contiene los 50 mayores seísmos ocurridos en nuestro país en los últimos 6.000 años. Una obra en la que también ha participado la Asociación Española para el Estudio del Cuaternario (Aequa), junto a científicos de la Universidad de Salamanca.
La obra tiene el rigor de la búsqueda de cientos de fuentes documentales y la aplicación práctica de dos disciplinas geológicas emergentes: la arqueosismología –que estudia los efectos de los terremotos en yacimientos y grandes construcciones de la Antigüedad- y la paleosismología, que investiga las evidencias geológicas de los seísmos prehistóricos.
Rodríguez Pascua es también autor, entre otros libros, de ‘Los terremotos perdidos’ (Catarata, 2015, en colaboración con Raúl Pérez López), donde habla de aquellos seísmos que no están registrados documentalmente pero que acabaron con las grandes civilizaciones.
Temblores históricos
– ¿Cuántos terremotos perdidos tiene datados y qué civilizaciones se perdieron o debilitaron por esta causa?
Nunca me he puesto a enumerar los terremotos no registrados que tenemos datados, aunque ya son unos cuantos. Lo más importante es darse cuenta de que esta información es absolutamente necesaria para la prevención, tanto de la población actual como del patrimonio. Un único terremoto no puede acabar con una gran civilización, pero sí puede suponer el inicio de su declive o si ya estaba en declive favorecer su desaparición. Por ejemplo, el caso de Teotihuacán (México) es muy interesante, ya que la ciudad es destruida y reconstruida sin causa aparente en una etapa de su historia y definitivamente abandonada sin explicación. Sin embargo, en ambas etapas se observan Efectos Arqueológicos de Terremotos (Earthquake Archaeological Effects, EAEs), que nos indican que la causa de estas destrucciones fue sísmica. También tenemos el ejemplo de la emblemática Machu Picchu (Perú), que fue afectada, pero no destruida, por un terremoto durante su construcción, lo que hizo cambiar y abaratar el tipo constructivo para poder terminar la ciudad.
– ¿Hay algún caso parecido en España?
Un buen ejemplo es Ilumnum, el actual Parque Arqueológico del Tolmo de Minateda (Albacete). Sufrió varios terremotos, en época romana y también en la etapa islámica, siendo abandonada durante un siglo después de este último terremoto.
SABEMOS EL CÓMO Y EL DÓNDE, NOS FALTA EL CUÁNDO
– ¿En qué medida ayudan la arqueosismología y la paleosismología para mejorar las estimaciones en los estudios de peligrosidad y riesgo sísmico en nuestro país?
El sismógrafo es muy importante, una increíble fuente de datos, pero aún no es suficiente y más en zonas como la península ibérica, donde los grandes terremotos se espacian mucho en el tiempo. Con la arqueosismología podemos identificar terremotos no registrados y además conocer cómo se comportó el patrimonio ante un terremoto. Esto hace que sea una potente herramienta para aplicar en prevención. La paleosimología va a estudiar directamente la falla que generó el terremoto y sus efectos en el registro geológico, con lo cual nos dirá cómo de grandes, dónde y cuándo se produjeron esos terremotos. Así que, aunque no se pueda predecir, la geología sí puede saber en estos momentos dónde y cómo de grandes serán los terremotos. Lo que no podemos decir es cuándo. Esto es fundamental para aplicar a la prevención.
TRABAJO UNIFICADOR
– El primer terremoto registrado en el catálogo del IGME fue el de Cueva del Toro (Antequera, Málaga), en torno al 4.200-3.700 a.C. que acabó con una ocupación neolítica. ¿Qué constancia hay de grandes seísmos anteriores al Neolítico en la península ibérica?
Existe un amplio catálogo de terremotos obtenidos mediante la paleosismología en España. Se cuentan por decenas, ya que la comunidad geológica dedicada a estas cuestiones es cada vez más amplia. Se han datado terremotos importantes en la cadena Costero-Catalana, Cordillera Ibérica, Galicia, Cuenca del Tajo y las Béticas. Todos estos datos están publicados en diferentes revistas científicas nacionales e internacionales. Además, todos nos reunimos cada cuatro años en el congreso Iberfault cuyas actas están a disposición pública en internet. Por si alguien tiene curiosidad en consultar todos estos terremotos pueden descargarse en https://iberfault.org/. El objetivo de la próxima edición del Catálogo de Efectos Geológicos de Terremotos en España es incluir toda esta información, para que esté aglutinada en un único documento que facilite su uso para el ciudadano, empresas e instituciones, sin tener que recopilar toda la información ‘dispersa’ en publicaciones.
«Haría falta un plan estatal que plantease el aumento del estado del conocimiento en nuestro territorio […] para poder tener una imagen más o menos precisa de la “sismicidad perdida” en nuestro país»
– Entre el primer terremoto datado y el segundo (en Tira del Lienzo, Totana, Murcia, ocurrido hacia 1550 a.C.) median muchos siglos. ¿Es por alguna razón especial o por falta de más dataciones?
Las dataciones siempre son un problema, pero eso se suele superar con ciencia y con ingenio. En este caso, el problema es que se necesitan más recursos para poder afrontar estudios de este tipo. Los trabajos que hay realizados están financiados con proyectos de investigación, que los diferentes grupos van solicitando y aplicando a determinadas zonas, pero no existe un plan conjunto de estudio. Esto requeriría un plan estatal a largo plazo que de forma estructurada y reglada pudiese organizar una investigación aplicada para poder ir rellenando los huecos que nos faltan, tanto en el tiempo como en el espacio. Es el caso de países como Turquía, que sí disponen de estos planes de investigación.
– El de Cueva del Toro tuvo una intensidad VIII. ¿Qué efectos tiene dicha intensidad?
Aquí nos referimos a la escala de Efectos Ambientales de Terremotos ESI-07, que para el caso de cuevas supone caídas de bloques (colapsos) de entre 1 y 5 toneladas. Pero, ojo, no hay que confundirla con la magnitud, que viene dada por la energía liberada por el terremoto y calculada a partir del registro de un sismógrafo. En el caso de las intensidades son medidas cualitativas de sus efectos, bien sea en las poblaciones o en el medio, como es el caso de la ESI-07. Esta escala surge en el año 2007 como reacción de la comunidad geológica a la práctica eliminación de los efectos geológicos en la escala de intensidades oficial europea (EMS-98). La gran ventaja de la ESI-07 es que registra efectos en todo el territorio, mientras que las escalas tradicionales solo registran efectos en las poblaciones. Esto hace que la ESI-07 sea una excelente herramienta para identificar las fallas activas que generaron terremotos históricos, por ejemplo.
UN PUEBLO ENTERO MOVIDO DE SITIO
– El de Torrevieja (Alicante) de 1829 tuvo una intensidad X. Y asoló varias poblaciones de alrededor. Hubo unos 900 muertos. ¿Cuáles han sido los terremotos más devastadores?
El terremoto más devastador ha sido el de Lisboa, de primero de noviembre de 1755. Afectó prácticamente a toda la península ibérica, también al norte de África y llegó a sentirse en toda Europa, con un tsunami que asoló las costas del Algarve y Cádiz. El último gran terremoto que hemos sufrido en España es el de Arenas del Rey (Granada) de 1884, estimándose en 1.200 los fallecidos, y con importantísimos efectos geológicos, como grandes deslizamientos que movieron pueblos enteros, como ocurrió en Güevejar. O deslizamientos que fueron a parar a fondos de valle generando represamientos o que fueron a parar a zonas en las que ahora hay embalses.
Las centrales nucleares después de Fukushima
– ¿Hay alguna central nuclear que pueda estar asentada en una zona geológica y sísmicamente sensible?
Los emplazamientos de las centrales nucleares españolas se estudiaron con los criterios y estado del conocimiento del momento en el que se hicieron, que sin duda era el más avanzado en ese momento. Después del terremoto de Tohoku de 2011 en Japón, que generó el accidente nuclear de Fukushima, la IAEA se planteó la revisión de las centrales y aplicar los efectos geológicos de los terremotos, ya que antes no se habían tenido en cuenta. Lo que generó el problema en Fukushima no fue el terremoto, fue el tsunami, que es un efecto geológico. En la actualidad se ha terminado una reevaluación de dichas centrales teniendo en cuenta estas recomendaciones, al menos teóricamente, pero los informes son de momento confidenciales y no dispongo de esa información. Así que habrá que esperar a que se puedan consultar para poder tener un juicio actualizado y poder estudiar esos resultados con perspectiva científica crítica.
– El centro de la península parece bastante estable, y sin embargo, Complutum (Alcalá de Henares, Madrid), en plena cuenca del Tajo, quedó destruida en el siglo IV. ¿Se puede producir un terremoto grave en una zona en principio estable?
Si, por supuesto, lo que pasa es que los esfuerzos tectónicos tardan más en acumularse y por tanto se espacian más en el tiempo. Por eso, para poder identificarlos, son fundamentales técnicas como la arqueosismología y la paleosismología. El principal efecto geológico que produjo el terremoto de Complutum y que afectó a la ciudad romana fueron las licuefacciones, que son muy comunes en terremotos de magnitud superior a 5,5 si hay materiales arenosos no consolidados y empapados en agua. Como es el caso de las llanuras de inundación de los ríos. Estas arenas, al paso de las ondas sísmicas pierden su cohesión y se comportan durante un breve espacio de tiempo como un líquido, el cual puede llegar a salir a la superficie generando los conocidos “volcanes de arena”. Animo a los lectores a que entren en YouTube y tecleen: Earthquake, Tohoku, liquefaction; y vean los espectaculares vídeos sobre licuefacciones que grabaron los japoneses con sus móviles durante este terremoto.
– ¿Qué evidencias son las más frecuentes para determinar la existencia de terremotos pasados en yacimientos arqueológicos?
Las estructuras de deformación que conocemos como Efectos Arqueológicos de Terremotos, o EAEs en sus siglas en inglés, pueden ser idénticas a otras producidas por ruina, abandono o bombardeo. Lo que les diferencia es poder discriminar el mecanismo disparador que las generó, para lo cual utilizamos técnicas de análisis estructural geológico que permiten analizar las deformaciones. Las ondas sísmicas llegan a una población orientadas, por lo que generan daños también orientados. Si las deformaciones están dispuestas de la misma forma, podremos asociarlas a un terremoto, cosa que no podríamos hacer con un bombardeo, ya que las orientaciones que nos saldrían irían en todas las orientaciones posibles y no en una sola. Uno de los EAEs más comunes en caso de terremoto son las caídas de las claves de los arcos o las caídas orientadas de columnas. Para comprender estos procesos ya hay publicaciones de divulgación al respecto. Recomiendo a los lectores que antes vean el vídeo de las Escuelas Francesas de Sevilla, que recibió el premio Ciencia en Acción al mejor vídeo de divulgación, una joya que no se pueden perder.
LA ARQUEOSISMOLOGÍA EXPLICADA POR NIÑOS
– Uno de los terremotos más estudiados en el catálogo fue el de Lisboa, de 1755, y el posterior tsunami que arrasó la costa suroeste peninsular. ¿Qué nuevos datos se aportan en este estudio?
En este estudio se han extractado, de las crónicas históricas ya publicadas por el Instituto Geográfico Nacional, los efectos geológicos de terremotos, cuantificándolos y localizándolos. En la mayoría de los casos, además, se ha contrastado la información en el campo, donde estos efectos aún son visibles e identificables. Esta es la principal novedad. Tenemos identificados efectos en sitios tan alejados del epicentro como Navarrete, en La Rioja, en las catedrales de Tuy, Astorga, Segovia y Salamanca o en localidades como Toledo. También se ha realizado una modelización de la posible fuente sismogenética (falla) que produjo el terremoto, mediante la combinación del mapa de intensidades ESI-07 y la elaboración de un mapa de aceleraciones sísmicas (shake map).
¿OTRO TSUNAMI EN CÁDIZ?
– Curiosamente, los dos terremotos de mayor magnitud de los 50 registrados tuvieron lugar en la zona de Cabo de San Vicente (Portugal). ¿Podría repetirse? ¿Qué ocurriría en ciudades como Cádiz si se produjera hoy un tsunami como el que provocó el terremoto de 1755?
Por supuesto, es solo cuestión de tiempo, pero en este caso contamos con una grandísima ventaja, pues ya sabemos que se produjo y sabemos lo que pasó, así que lo que hay que hacer es trabajar en la prevención. Hay datos geológicos de que este tipo de tsunami se ha repetido en esta zona durante el Holoceno (últimos 10.000 años), así que evidentemente se volverá a repetir. No soy experto en modelizar los efectos de tsunamis o terremotos en poblaciones, pero creo que los lectores pueden hacerse una idea de lo que ocurriría en la actualidad solo con el tsunami, ya que esta ola se estima que pudo llegar a los 11 metros de altura…
«No podemos prever futuros terremotos, pero podemos prevenir sus efectos y eso sí que se puede estimar»
– El yacimiento romano de Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz), sufrió dos terremotos: en 40-60 AD y en 260-280 AD. Este último supuso, a la larga, el abandono de la ciudad. ¿Qué novedades aporta el catálogo al respecto? ¿Hay pruebas de que, muchos siglos más tarde, y ya en ruinas, también le afectara el tsunami de 1755?
La gran aportación del catálogo es la recopilación y síntesis para el gran público e instituciones de una información que, siendo útil para la ciencia, para el resto de la sociedad podría considerarse información ‘dispersa’. Además, aparecen por primera vez terremotos identificados mediante arqueosismología y palesismología en un documento oficial. Los datos sobre Baelo Claudia (Bahía de Bolonia, Cádiz) proceden de trabajos del propio grupo de investigación que ha desarrollado el catálogo y de la Universidad de Aachen (Aquisgran, Alemania) con la que colaboramos. Estos trabajos sí registran los efectos del tsunami que generó el terremoto que destruyó la ciudad en el s. III de nuestra era, pero no del terremoto de Lisboa. La explicación es sencilla, esta ciudad fue abandonada en esta fecha y no se tocó hasta las primeras excavaciones a principios del siglo XX, por lo que no existían estructuras arquitectónicas visibles en superficie lo suficientemente importantes como para retener sedimentos producidos por el tsunami de 1755.
CATEDRALES A PRUEBA DE TERREMOTOS
– ¿Es cierto que las crisis sísmicas de la Edad Media influyeron en la construcción de catedrales?
La influencia es clara. El actual mapa de peligrosidad sísmica del IGN está fundamentalmente condicionado por los grandes terremotos históricos que son los que tienen peso en el cálculo. Si sobre este mapa proyectamos la localización de las grandes catedrales góticas españolas, podemos ver una clara distribución. Catedrales esbeltas con grandes vidrieras, como la catedral de Burgos o León, caen en zonas de baja peligrosidad; sin embargo, catedrales de gruesos muros, sin casi ventanales, que podríamos considerar como ‘bunkerizadas’ se sitúan en zonas de mayor peligrosidad como es el caso de la Catedral de Sevilla. Un ejemplo de esta influencia es como la crisis sísmica medieval catalana condiciona incluso en el proyecto de construcción de la Catedral de Tarragona, a la cual podemos considerar como una de estas catedrales ‘bunkerizadas’.
– ¿De qué manera el estudio geológico puede ayudar a prevenir futuros terremotos?
No podemos prever futuros terremotos, pero podemos prevenir sus efectos y eso sí que se puede estimar. Por ejemplo, con los datos de efectos geológicos de terremotos, EAEs y datos de intensidades clásicas, se pueden elaborar mapas de intensidades. Con esos mapas se identifican la zona epicentral, se busca la falla responsable del terremoto y se elaboran mapas de aceleraciones (shake maps) que simulen qué es lo que pasó y qué es lo que pasará si se vuelve a repetir este terremoto, es decir, reproducir un “escenario sísmico”. Esto lo estamos aplicando a los escenarios sísmicos de los ejercicios de simulación de la UME (Unidad Militar de Emergencias), para simular situaciones lo más reales posibles y que puedan ser útiles para el entrenamiento de la UME.
PREVENCIÓN Y EDUCACION
– ¿Qué le falta por hacer a las administraciones en materia sísmica tanto en el plano de la prevención como el de reacción ante un terremoto?
Haría falta un plan estatal que plantease el aumento del estado del conocimiento en nuestro territorio. Esto requeriría un plan a largo plazo, estamos hablando de decenas de años, para poder tener una imagen más o menos precisa de la “sismicidad perdida” en nuestro país. Por otro lado, habría que ir a planes locales, como se hace con las inundaciones, ya que si se determina que una falla es activa habría que ver qué municipios se podrían ver afectados por dicha falla y no aplicarlo a grandes áreas, como se tiende en la actualidad con los mapas genéricos de peligrosidad sísmica. Si se conoce en profundidad una falla, y la energía máxima que puede liberar en una determinada zona, habría que obrar en consecuencia en estas áreas identificadas, no aplicar mapas genéricos. Pero lo más importante, lo que más vidas salva, es la educación contra terremotos.
«Las nuevas tecnologías están muy bien pero no lo son todo. Es mucho más importante la educación, sea con nuevas tecnologías o no, que llevar un móvil en el bolsillo»
– ¿De qué manera ayudan las nuevas tecnologías ante un terremoto?
En la actualidad se están utilizando los teléfonos inteligentes para informar a la población, e incluso, en lugares como México, para aplicar alertas tempranas y que le dé tiempo a la gente a salir de las casas antes de que llegue la onda sísmica. También para luego registrar los efectos del terremoto con la colaboración ciudadana, lo que se conoce actualmente como ciencia ciudadana, y poder crear los mapas de intensidades. Las nuevas tecnologías están muy bien pero no lo son todo. Es mucho más importante la educación, sea con nuevas tecnologías o no, que llevar un móvil en el bolsillo.
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Imágenes | IGME / IGE / Rodríguez Pascua