Una vez conquistados, a galope de una bicicleta retro, los lugares con más solera del centro de nuestras ciudades, en ese proceso definido con un palabro tan disuasorio como «gentrificación«, la turbamulta hipster se ha planteado objetivos más ambiciosos en su plan para conquistar el mundo y colorearlo con el filtro más vintage de Instagram.
Primero se hicieron con nuestros bares y los empapelaron con los estampados que tenía nuestra abuela en esa pared de la que colgaba un cuadro de caza, luego convirtieron la humilde y deliciosa magdalena en una delicatessen de nombre imposible de pronunciar con la boca llena de toppings (ahora van a por los cereales del desayuno) y, ahora, en un gesto de voracidad impropio de su veganismo, se abalanzan sobre una de nuestras más acendradas tradiciones: el portal de Belén.
Navidad hipster por 68 euros
En la web Modern Nativity se puede adquirir, por sólo 68 eurillos (eso no es dinero para un hipster, aunque su ropa de mercadillo parezca desmentirlo) un completo set de Navidad hipster con todo lo necesario para montar un nacimiento que te permitirá hacerte un divertido selfie con tu abuela poco antes de que se desplome sobre el suelo de azulejo descascarillado de tu buhardilla.
En este nuevo desafío de los hipsters para mantener su trono de la modernez, podemos encontrar un pastorcillo subiendo imágenes a Instagram y videos con los tags #babyjesus #nofilter. En sus manos, una flamante tablet que contrasta con unos zapatos que parecen sacados de la primera comunión de su padre. La vaca, marcada con el sello «100% organic», come pienso sin gluten, y la ovejita luce un jersey de lana roja e inspiración navideña.
En cuanto a los tres Reyes Magos, se han bajado de sus camellos y montan unos modernos Segways. En la noche más mágica, los niños no tendrán animales a los que dejar leche y galletas. En los brazos de estos Reyes del estilo «arreglá pero informá», que han llegado al portal siguiendo las indicaciones del Google Maps, una caja con lo que parece el logo de Amazon o así.
Y llegamos a las grandes estrellas de todos los belenes que en el mundo han sido. Bajo el techo de lo que parece un pesebre con placas solares, un barbudo pero pulcro San José hace un selfie familiar ante la mirada atónita de un niño Jesús que aún no se ve con edad para salir huyendo sin mirar atrás. La Virgen María posa ante la cámara del smartphone, poniendo morritos al mismo tiempo que trata de que no se derrame sobre el suelo de madera su café de Starbucks.
Oigan qué angustia.