“Perioputa, mierda… Que te lo digan una vez o dos puede pasar, pero que lo repitan cientos de veces te afecta anímicamente», afirma el director de un medio entrevistado por Reporteros sin Fronteras, en su informe «Acoso en línea a periodistas: cuando los trolls arremeten contra la prensa”. En este documento, que se ha elaborado a partir de una investigación realizada durante seis meses en 32 países, la organización muestra la magnitud de una nueva amenaza que enfrentan los periodistas: el acoso a través de las redes sociales para hacerlos callar. Puede tratarse de “simples haters”, de individuos o grupos que se esconden tras la pantalla, o de mercenarios de la información en línea, de verdaderos “ejércitos de trols en redes sociales” a sueldo de regímenes autoritarios. Los periodistas de investigación y, sobre todo, las mujeres son las principales víctimas de estos ataques.
las redes, nueva zona de guerra
“El acoso en línea es un fenómeno que se propaga a escala mundial y que hoy en día constituye una de las peores amenazas para la libertad de prensa”, afirma Christophe Deloire, secretario general de Reporteros Sin Fronteras. “Encontramos que además de las guerras de la información entre países a escala internacional, hay depredadores del periodismo que han creado ejércitos de troles para perseguir y debilitar a aquellos que buscan dar cuenta de los hechos de manera honesta. Estos déspotas hacen que sus mercenarios agredan a los periodistas y les disparen en el mundo virtual de la misma manera en que otros lo hacen en las zonas de guerra”, añade. Este fenómeno de ataques de troles en redes sociales está poniendo de relieve estrategias de desinformación llevadas a cabo por individuos aislados, grupos organizados o mercenarios a sueldo de Estados autoritarios.
Las consecuencias del acoso en línea se vuelven aún más dramáticas porque las nuevas tecnologías son manipuladas para que los mensajes de odio adquieran una mayor magnitud. Por un lado, la inteligencia artificial se usa para provocar daños; la censura se vuelve automática con el uso de bots. Por otro, las redes sociales ofrecen una caja de resonancia nueva que los enemigos de la libertad de prensa utilizan para difundir información falsa, así como sus discursos de odio.
El informe de Reporteros Sin Fronteras confirma las conclusiones otro publicado en abril de 2017 por el Consejo de Europa, en el que se entrevistó a 940 periodistas de los 47 países miembros del consejo; 40% de ellos señaló que en los últimos tres años había padecido alguna forma de hostigamiento que “afectó su vida personal”; 53% aseguró haber padecido acoso en internet. Dentro de los grupos más afectados están los periodistas de investigación que abordaron temas molestos para los regímenes autoritarios, los grupos políticos o las organizaciones criminales; y la situación se agrava aun más en el caso de las mujeres.
las mujeres, acosadas por troles en redes sociales
En otro documento de Reporteros Sin Fronteras, «Los derechos de las mujeres: investigaciones prohibidas» publicado el 8 de marzo de 2018 por RSF, se muestra que entre las principales víctimas de los trolls se encuentran las periodistas. Una investigación realizada en el Reino Unido por el «think tank» Demos, tras estudiar miles de tuits, reveló que las reporteras reciben en promedio tres veces más comentarios inapropiados o insultantes que sus colegas hombres. “Perra” y “prostituta” son algunos de los insultos más comunes, también la amenaza de violación.
Danielle Keats Citron, profesora de derecho en la Universidad de Maryland Francis King Carey School of Law, explica que “el ciberacoso como forma de agresión sexista se basa en tres condiciones: las víctimas son mujeres […], las amenazas son de tipo sexual y los mensajes, vejatorios”. Las agresiones del troles en redes pueden ser de diversa índole: envío de fotos explícitas, ‘bromas’ ofensivas, comentarios misóginos, uso de motes, fotomontajes. La pornografía no consentida es otra forma de intimidar a las periodistas.
amenazas en internet
El estudio realizado por Reporteros Sin Fronteras ilustra estos ataques a mujeres de troles en redes sociales con casos como el de Laura Kuenssberg, quien dirige la sección política de la BBC, siendo la primera mujer que ocupa este puesto. La periodista británica no necesitó esta protección para trabajar en alguna zona peligrosa de un país en guerra, sino para cubrir el congreso anual del Partido Laborista. Desde 2016, tras las elecciones locales, Laura Kuenssberg se convirtió en blanco de los seguidores del partido laborista, quienes la acusaron de cubrir de manera parcial las elecciones e incluso enviaron una petición a la BBC –que obtuvo 35.000 firmas– para que se despidiera a la periodista. La mayoría de las amenazas las recibió por Internet.
La situación es especialmente grave en países como Paquistán, donde el 68% de los periodistas han sido víctimas de acoso en línea y mujeres activistas y feministas son acusadas de ser agentes occidentales y sufren el ataque de trolls. La activista Nighat Dad, una de las figuras que encabeza la lucha contra el acoso en línea, cuenta que padeció chantajes. “Alteraron con Photoshop imágenes en las que yo aparecía, hackearon mis cuentas personales, recibí amenazas de muerte”. En 2012 la activista creó la Digital Rights Foundation para ayudar a las mujeres paquistaníes a hacer frente al fenómeno del acoso en línea.
“Me llamaron Yihad Jane, islamofacista, esclava sexual del Estado Islámico, porkistani”, cuenta Rana Ayyub, periodista independiente, agregando: “me trataron de prostituta, hicieron un fotomontaje de mi cara con un cuerpo desnudo, tomaron una foto de mi madre de mi cuenta de Instagram y la alteraron con Photoshop de todas las maneras posibles”.
Rana Ayyub sufre a menudo ataques de trolls por haberse atrevido a hablar del discurso nacionalista del primer ministro de India, Narendra Modi, en su libro Gujarat Files: Anatomy of a Cover Up. Haciendo de lado las presiones y la autocensura que gangrenan al gremio periodístico en su país, la periodista también investigó los actos de violencia contra los sijs en 1984 y la masacre de musulmanes en 2002.
autocensura como consecuencia de los ataques
¿Y qué consecuencias tienen estos ataques de troles en redes para los periodistas? Algunos de los periodistas entrevistados por RSF señalaron que, tras padecer campañas de descrédito, decidieron ser menos visibles en línea; se vieron empujados a la autocensura. El periodista argelino Abdou Semmar, quien recibió amenazas en internet –le dijeron que violarían a su hermana–, cuenta: “estos ataques en línea destrozaron nuestra vida familiar […] Reduje mi presencia en las redes sociales, ya no hablo de homosexuales, abordo menos temas sociales tabú para no darles armas a mis enemigos».
“No leo ese tipo de mensajes, los borro inmediatamente”, señala Elena Milashina, periodista de Novaïa Gazeta. Otros periodistas se desconectan temporalmente cuando enfrentan una campaña de descrédito. “Para preservar mi salud física y mental, así como para evitar perder más tiempo en eso, me alejé de las redes sociales algunos días […] Claro, luego volveré a usarlas”, afirma Beatriz Navarro, corresponsal de La Vanguardia en Bruselas.
“El fenómeno de la viralidad […] hace que aumente aún más la violencia padecida, así como el sentimiento de humillación y sufrimiento de las víctimas. La violencia se multiplica por la imbricación de ‘en línea’ y ‘fuera de línea’, lo que no deja a la víctima ningún respiro”, señala el Manual francés contra la ciberviolencia sexista, que también se usa en el caso de los periodistas.