Amazon siempre está creciendo. Es como una planta sana: echa raíces un poco más allá, crece otro centímetro, sale una nueva rama. Y, poco a poco, ya nos encontramos con un árbol en el ecuador de su crecimiento.
Primero fueron las librerías
La metáfora con los árboles no es casual: Amazon empezó como un simple retailer de libros académicos. Pero remontémonos unas cuantas décadas más atrás.
Jeffrey Bezos nació el 12 de enero de 1964, en un humilde hogar de Albuquerque, Nuevo México. Su seno no podía ser más humilde y su padre no dejó, de hecho, ni el apellido. Su apellido se lo debe a la segunda pareja que tuvo su madre, Miguel Bezos, un inmigrante cubano que comenzó a salir con la Señora Bezos cuando Jeff apenas contaba con 3 años.
Bezos se interesó por la electrónica desde bien joven, decantándose por estudiar Ingeniería Electrónica y Telecomunicaciones en la Universidad de Princeton. Graduado en 1986, Bezos se lanzó al mundo laboral trabajando para varias empresas de Wall Street diseñando sistemas para bancos. Aún no existía Internet tal y como lo conocemos y en 1993 Bezos ya pensaba en él. El eCommerce era un barco en el que quería remar.
Jeff cruzó medio EE.UU. para asentarse en Bellevue, Seattle, donde las tasas de IVA eran más bajas. A mediados de 1994 nacería Cadabra, que un año más tarde pasaría a llamarse Amazon. En julio de 1995 salía a la venta su primer libro, como no podía ser de otra manera, de informática: ‘Fluid Concepts and Creative Analogies: Computer Models of the Fundamental Mechanisms of Thought’. Tardó 6 meses en establecerse en 50 estados y 45 países y otros dos meses más en llegar hasta los 50.000 dólares a la semana, vendiendo más de 200.000 referencias desde su tienda online. El 15 de mayo de 1997 Amazon sale a bolsa a un precio de 18 dólares la acción. Hoy vale 815 dólares cada una.
El dinero no lo es todo
El posicionamiento es la clave. Decía Bezos, persona del año según la revista Time de 1999, que «nuestro enfoque interno es mejorar nuestros servicios antes de que tengamos que hacerlo». ¿Qué es esta sentencia de perogrullo? Es fácil: Amazon ofrece servicios antes de que la competencia le fuerce a tomar decisiones.
Amazon lleva registrando pérdidas desde sus inicios. No hay dólar que no gane que no reinvierta. Quizá esta sentencia suene un poco agresiva, pero esa es su mentalidad: crecer, crecer y crecer, hasta devorarlo todo. En marzo de 1999 Amazon lanzó Auctions, competidora de un eBay en plena efervescencia. De las migajas del proyecto nació ZShops y, de ahí, su Marketplace. Es decir, un eBay tutorado donde cualquier fabricante puede vender sus productos, directamente desde su línea de distribución. Amazon sólo actúa como altavoz y pone su plataforma a cambio de unos dólares extra.
Amazon empieza a coquetear con grandes empresas de la electrónica. Al paso que lanza su lector de libros digitales Kindle, se liga a Sony, a Apple y a todos los grandes popes que puedan interesarle. Pero mientras todo el mundo sabe la cifra exacta de iPods vendidos de cada modelo de su gran familia, nadie conoce las cifras de Kindles distribuidos. Ni defectuosos. Nada.
Para apoyar las librerías digitales, en 2002 Amazon lanza Web Service, lo que se convertiría en su futuro Cloud Drive, el cual actualmente ofrece almacenamiento ilimitado. En serio: todo lo que quieras subir, y con unos ratios de subida/bajada envidiables. En 2005 se detecta que muchas compras llegan de búsquedas ya formuladas desde Google, así que la empresa de Bezos lanza ‘Search Inside!’.
Hora de crear multimedia
Tras convertirse en la primera distribuidora mundial de libros, donde los propios autores pueden autopublicarse y autodistribuirse, comienza la expansión al multimedia. En agosto de 2012 Amazon presenta su Game Studios, un conglomerado de pequeños editores que trabajarán haciendo videojuegos para la empresa.
Este crecimiento exponencial se concentra bajo el mismo sello: Amazon Prime. El servicio premium comienza con la entrega de pedidos en menor tiempo sin gastos de envío gracias a una suscripción, bien mensual, trimestral o anual. Pero bajo el cuño de Prime empiezan a surgir tentáculos: Amazon Prime Video, Prime Music. Servicios de streaming que se independizan de la mensualidad original para ofrecer sus propios contenidos.
En apenas dos décadas, Amazon ha pasado de ser una idea abstracta en la cabeza a convertirse en uno de los generadores de contenido más poderosos del mundo. En series ofrecen exclusivas como ‘One Mississippi’, la nueva ‘Crisis in Six Scenes’, dirigida por Woody Allen, ‘Fleabag’, ‘Transparent’, ‘Red Oaks’, ‘Mozart in the Jungle’ y otras tantas que están por venir.
En la franja de los videojuegos, la captura de talentos comenzó en enero de 2016. En febrero presentaron su propio motor gráfico, ‘Lumberyard’ y, en septiembre, anunciaron 3 videojuegos exclusivos de corte multijugador: ‘Breakaway’, ‘New World’ y ‘Crucible’, ambos con integración total dentro del ecosistema de Twitch. Ah sí, se me olvidaba: Amazon le arrebató la compra de Twitch a Google, por 970 millones de dólares. El principal generador de contenidos sobre streaming de videojuegos del mundo es suyo y nada más que suyo.
Y ahora le toca a los supermercados
Trabajando con sus propias marcas blancas en tecnología, Amazon se dio cuenta de que vender hasta tumbonas en apenas dos horas de delay es algo que el cliente celebra. Y ya no decimos una lechuga. Esa es la máxima de la empresa: el cliente lo es todo. A él hay que venerar, cueste lo que cueste. Así que ni corta ni perezosa, de editora de videojuegos y productora de televisión, Amazon se convierte de la noche al día en el supermercado con mejor relación calidad-precio en venta online de toda España.
Ediciones exclusivas, singles inéditos y, ahora, comida en perfecto estado de conservación: Amazon Prime Now funciona con el servicio Premium (19,99 euros al año) y dispone de casi 20.000 referencias. Aunque en la actualidad sólo funciona de manera tentativa en las dos capitales de España, el servicio es una auténtica bomba de relojería: en menos de dos horas tienes en la puerta de tu casa tu pedido. De 8 de la mañana a 12 de la noche y de lunes a domingo: tú marcas el horario. Ellos hacen el resto.
Mientras esperamos al competidor de Spotify —Amazon Music Unlimited promete una suscripción de 7,99 dólares al mes para usuarios premium, dos dólares menos que su principal competidor—, Amazon se muestra como una rara avis aún en tiempos de capitalismo voraz. Es una empresa que ya está presente en cualquier nicho, ofreciendo el mejor precio y con un SAT que parece sacado de una sitcom americana: te sientes agradecido por comprarles.
El gigante del e-commerce ganó casi 600 millones de dólares durante el pasado ejercicio, superando en un 20% a la facturación de 2014. La séptima página más visitada del mundo cuenta con casi 160.000 empleados y ahora mismo sólo orbita una duda en el aire: ¿dónde está su techo, cuál es su umbral límite de crecimiento? Como un árbol milenario, impasible, el tiempo no es algo que le preocupe, ni siquiera las predicciones sobre su capitalización bursátil. Sólo quiere echar raíces en cada uno de los hogares. Porque ahí es donde están los clientes.
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