La obra ‘Théâtre d’opera Spatial’ del artista y fundador de la empresa de juegos de mesa Incarnate Games, Jason Allen, fue galardonada con el primer premio de Arte Digital en la Feria Estatal de Colorado, ganando 750 dólares, el pasado 29 de agosto de 2022.
Lo que podía haber sido una noticia más dentro de las convocatorias de concursos artísticos, se convirtió en un tema de polémica en redes sociales. La razón: la fotografía digital de Allen fue creada mediante una plataforma de inteligencia artificial (IA) llamada MidJourney.
La relevancia de estos generadores de contenidos mediante IA, como es el caso del Chat GTP, Dream o el propio MidJourney, radica en la posibilidad de introducir una sucesión breve de palabras (prompt) y obtener resultados visuales y textuales inesperados.
Esa cadena de información se apoya en bases de datos, entre ellas las tuyas propias -información almacenada en las redes sociales, buzón de correo, etc…- para componer textos e imágenes que podrían ser, en apariencia, productos de la confección humana sin ningún tipo de mediación. Hay que tener en cuenta que nos encontramos en un estadio muy primigenio en los avances en IA, conocido como IA débil, a pesar de que sus resultados son, en la mayoría de ocasiones, sorprendentes.
TL;DR — Someone entered an art competition with an AI-generated piece and won the first prize.
Yeah that’s pretty fucking shitty. pic.twitter.com/vjn1IdJcsL
— Genel Jumalon ✈️ Alaska ComiCon (@GenelJumalon) August 30, 2022
¿Solo es arte lo que creas con tus manos?
La polémica en torno a la obra ‘Théâtre d’opera Spatial’ se centró en el viejo debate sobre la creación artística y su manufactura. El mito que subyace a esta cuestión se basa en la idea del artista como productor único de su obra, sin la mediación de otras personas u elementos externos. Algo que desmonta, de manera muy acertada, David Hockney en su documental ‘Secret Knowledge’ (2002).
Hay que tener en cuenta que Jason Allen no generó su imagen a partir de un único ‘prompt’, sino que compuso varias cadenas de información a modo de órdenes, hasta que dio con algunas imágenes, a su juicio, interesantes. Y es que, un factor a tener en cuenta en la creación artística es el del propio conocimiento: la maduración cultural y estética desarrollada por el artista.
Reducir el acto de la creación a una mera construcción formal aleatoria a partir del intermediario tecnológico de la IA, como defendieron los críticos a la obra de Allen, es obviar el acto de la confección del conocimiento estético realizado por el artista; su escrutinio, su mirada entrenada, así como su criterio a la hora de generar elementos culturales en su época histórica.
La tecnología, LA IA y el arte, un camino de la mano
El uso de las innovaciones tecnológicas y científicas por parte de los artistas ha sido una dinámica realizada de manera continuada a lo largo de la historia, y que se acentúa con el auge de las vanguardias como tendencias que exploraron y generaron nuevas formas de ver y entender el mundo.
¿Cómo podríamos leer el cuadro ‘Desnudo bajando una escalera nº2’ (1912) de Marcel Duchamp sin las cronofotografías de la fisiología humana a través del tiempo de Éttiene Jules Marey? ¿O sin las secuencias de imágenes de Eadweard Muybridge?
Otro ejemplo sería la muestra ‘Paisajes de luz’ del artista Joanie Lemercier, en la Fundación Telefónica de Madrid, donde algunos de sus dibujos eran efectuadas por robots con órdenes basadas en algoritmos, generando representaciones fractales de entornos especulativos.
En el caso de la obra de Jason Allen, el uso de la IA ofrece nuevas formas de paradigma en la creación artística contemporánea.
¿Qué nos espera en el futuro del arte?
El debate que está en juego no es el relativo a la manufactura de la fotografía o la ‘muerte del artista’, tal y como apuntaron los críticos a la obra de Allen en Twitter, sino el de la exploración de un arte calificado como ‘Post-contemporáneo’, en palabras del co-director del Máster en Arte de Goldsmiths, Suhail Malik.
Este teórico pone el foco en una crítica a la deriva histórica de la relación objeto-sujeto iniciada por Marcel Duchamp en el campo del arte: la creación del artista de un objeto y la conclusión de su significado por parte de la audiencia, compuesta por múltiples subjetividades y experiencias.
Sin audiencia, el arte del s.XX y principios del s.XXI no tendría sentido. Según algunos investigadores, cuando alcancemos el desarrollo de una ‘IA fuerte’, la creación supeditada a las pautas humanas quedará en entredicho. Estas tesis positivistas creen posible el advenimiento de obras generadas sin necesidad de la interacción de las creadoras, donde sea el propio ser humano el que podría «ser pensado” a través de las piezas artísticas.
Otro punto de vista es el del propio Jason Allen, quien explicó en el canal arte.tv que la inteligencia artificial nos permitiría incrementar nuestra imaginación. Esta ampliación fue definida por el filósofo Andy Clark como ‘mente expandida’: la posibilidad del pensamiento más allá de nuestras funciones biológicas encarnadas.
No sabemos lo que nos deparará el futuro de la innovación tecnológica, lo que sí podemos afirmar es que las nuevas formas de creación exploradas a través de los avances científicos y técnicos han sido una deriva continua en la historia del arte. Una vez entendamos esto, podremos acercarnos un poco más a una cosmovisión compleja de nuestro mundo y a la forma en que lo interpretamos.
Por Miguel Ángel Rego Robles, artista y ayudante doctor en la Universidad Europea de Madrid y en la Escuela Universitaria de Artes TAI.