Hubo un tiempo en que las citas en línea eran cosas de ‘perdedores’. Luego, en 2012, llegó Tinder y lo cambió todo. Así que nos ahorraremos decir lo bonito que eran aquellos largos y fallidos cortejos bajo el resplandor de las hogueras playeras. Si uno es anciano, no debe jactarse de ello. Hoy el amor nace en la red.
En veinte años, el número de usuarios que utilizan los servicios online para citas ha pasado de unos cientos de miles a más de 300 millones. Un éxito que ha atraído el interés de los sociólogos. Investigadores de la Universidad de Michigan han estudiado el comportamiento de cuatro millones de usuarios heterosexuales activos en la web de citas más popular de Estados Unidos, cuyos nombres no han sido mencionados por razones de privacidad.
La investigación se llama ‘Structure of Online Dating Markets in U.S. Cities‘. Los autores son Mark Newman, profesor de Ciencias de la Información, y Elizabeth Bruch, profesora de Sociología. Los dos investigadores analizaron 15.000 millones de mensajes intercambiados entre usuarios del sitio. El análisis de datos encontró que Estados Unidos podría dividirse en 19 áreas geográficas donde las personas consideran la posibilidad de verse en persona tras conocerse en el chat.
ENCONTRANDO LOS LÍMITES
«No sorprende que los ‘mercados’ de las citas estuvieran agrupados geográficamente. Pero la precisión de las fronteras sí que fue un poco sorprendente», explicaron los investigadores. Los tejanos, por ejemplo, tendían a intercambiar mensajes solo con otros tejanos. Aunque los usuarios de la parte norte del estado vivieran más cerca de Oklahoma que del centro o sur de Texas. A nosotros, los europeos, quizás no nos sorprenda mucho. En el Viejo Continente hay diferencias culturales y lingüísticas mucho más profundas que en los Estados Unidos.
Sin embargo, estas fronteras psicológicas también son aplicables a nivel regional y, a veces, incluso entre distritos de la misma ciudad. En cosas del amor, la distancia resulta ser más decisiva incluso que la edad. A pesar del poderío del World Wide Web, cuando se busca pareja en Internet, la mayoría de las personas termina conectándose con la chica o el chico de al lado.
De hecho, resistir a la lejanía y a la ausencia es una prueba mayúscula. Llevar a cabo una relación a larga distancia no es para todos. A veces son suficientes unas pocas semanas para separar incluso a las parejas más sólidas. Y eso que, cuando el amor es real, la edad, la distancia, la altura o el peso deberían ser solo números. O big data.
Pero dejamos de lado este vergonzoso ‘momento Coelho’. Lo cierto es que, pese a las preferencias de los cazadores del amor digital, las relaciones a distancia están en aumento. Una cosa, de hecho, es ir buscándolas a propósito, y otra es adaptarse a las circunstancias, si el amor nace, por ejemplo, en una playa. En este caso, la tecnología ofrece una ayuda considerable.
Los amantes a distancia
Los amantes de larga distancia ya son toda una categoría sociológica: Long Distance Lovers, se les llama. Según ‘The Economist’, alrededor de 3,9 millones de estadounidenses, casados y mayores de 18 años, viven separados de sus cónyuges. En el año 2000 eran 2,7 millones. The Pew Research Center explica que el porcentaje de usuarios de internet con experiencia reciente en citas que asegura mantener una relación a distancia aumentó del 19% al 24% entre 2005 y 2013.
En España, según un sondeo de Kayak citado por Europa Press, la distancia media máxima para que una relación de larga distancia funcione es de 152 kilómetros. Y al elegir destino, un 72% de los encuestados afirma que su pareja suele venir a su ciudad. Mientras que un 41% va a la ciudad respectiva de su pareja y un 25% apuesta por ir a destinos nuevos.
Hay diferentes tipos de amantes a distancia. Un estudio realizado por la Universidad de Kansas ha identificado a las Dual Career Couple. Es decir, aquellas parejas que anteponen sus carreras al amor y que aceptan mudarse o viajar constantemente por el planeta. Si este modelo aumenta su difusión es porque muchos lo ven como una solución más ‘conveniente’. Hay quienes lo consideran ideal para ahorrarse las incomodidades de la convivencia. Otros confiesan hacerlo para salvaguardar su libertad o directamente para poder quedar con más personas.
Tecnología para el amor digital
Hace mucho tiempo, las cartas eran el medio para acortar distancias. Luego vinieron los SMS, los emails y finalmente la big tech con Skype, WhatsApp y Facebook. Una evolución que ha convencido hasta a los más reacios que las relaciones a distancia pueden funcionar. «Sin embargo», escribe en la web del Centro de Estudios sobre Relaciones a Distancia, su director, Gregory Guldner, «estar siempre conectado con la pareja aumenta la frustración por no poder tenerla cerca».
El nuevo desafío, por tanto, es lograr transportar ese ‘toque físico’ de la persona amada al otro lado del mundo. Es la idea en la base de productos como Pillow Talk, un dispositivo que permite escuchar los latidos del corazón de la pareja a través de un brazalete. The Hug Shirt, la camiseta de los abrazos. Frebble, para ‘cogerse de las manos’ a distancia. O Kissenger, el dispositivo para besarse a través del móvil. El sexo a distancia también es un sector en pleno desarrollo. Fundawear es ropa interior tecnológica que, gracias a unos sensores, transmite la presión ejercida con un dedo sobre la pantalla del teléfono en forma de vibraciones.
También están cayendo los mitos sobre la naturaleza efímera de las relaciones online. Al revés, varios estudios coinciden en un aspecto: la gran variedad del mundo en línea ofrece más posibilidades de conocer a la pareja ideal. La Universidad de Chicago ha demostrado que los matrimonios que se conocieron online tienen un 25% más de probabilidades de durar.
El enfoque de las relaciones ha cambiado. «Asustados por los divorcios de sus padres, [los millennials] tratan los asuntos del corazón con el mismo pragmatismo con el que comprarían un coche o reservarían unas vacaciones», escribe ‘The Telegraph‘. Un enfoque que, pese a la desaprobación de los románticos, funciona.
En Nobbot | Vaca busca torito guapo para formar familia: así es Tudder, el Tinder vacuno
Imágenes | iStock