Comerse un taco mexicano en el espacio no está mal…pero mejor un bocata. Foto NASA.
Está de moda lo artesanal, quien más quien menos ha sentido la tentación de hacerse con un kit de fabricación de cerveza de esos que venden ya hasta en las grandes superficies comerciales y, ¿cómo no?, con una panificadora doméstica que nos permita llevar a la mesa una flamante barra de pan amasada con nuestras propias manos, llena de semillas, ecológica y tal, un pan para fotografiar e inmortalizar aunque sea por unas horas en nuestro muro de Instagram. Pues bien, los astronautas no iban a ser menos hipsters que nosotros y, pensando en ellos, un grupo de ingenieros y científicos alemanes trabajan en un sistema para que puedan picotear mientras observan la ridícula pequeñez de un planeta azul que flota a la deriva en un universo infinito. Y es que las penas -y los astronautas también tienen las suyas aunque su trabajo mole tanto- son menos penas cuando hay pan en microgravedad sobre la mesa.
TORTITAS VS. PAN EN MICROGRAVEDAD
A día de hoy, los tripulantes de la Estación Espacial Internacional (ISS) se tienen que conformar con acompañar sus, ya de por sí poco apetecibles comidas, con tortitas. Estas aguantan mejor el tiempo y, esto es importante, no sueltan migas. En la tierra esto nos da un poco igual porque podemos sacudir el mantel por la ventana pero en el espacio esta práctica, por otra parte tan poco cívica, puede entrañar serios peligros. Y no, no hablamos del enfado del vecino del piso inferior, que aún no hay evidencias de vida alienígena.
El caso es que la startup alemana Bake in Space ha ideado un horno para cocer pan en microgravedad a partir de levadura cultivada en el espacio. ¿Y cómo se les ocurrió algo así? Pues aquí la cosa se pone sentimental porque los fundadores de esta compañía, Neil Jaschinski y Sebastian Marcu, se pusieron manos a la obra pensando en el astronauta alemán de la ESA Alexander Gerst, que comandará la estación espacial en la segunda mitad de 2018. Sin este horno, el pobre tendrá que pasar seis meses comiendo tortitas…y los alemanes son muy suyos con el pan ya que, según declaró Marcu a Space.com, cuentan con unas 3.200 variedades de este alimento.
buena idea y difícil ejecución
Como tantas veces, la idea es buena pero la ejecución…pues la ejecución es complicada. Aunque los humanos llevamos horneando y comiendo pan desde casi el comienzo de los tiempos, abrir una tahona en microgravedad tiene su dificultad. Tal como explican estos intrépidos panaderos, las normas de seguridad allí arriba son muy estrictas y, por ejemplo, ninguna de las superficies del horno pueden alcanzar una temperatura superior a los 45 grados centígrados, con lo que no se puede precalentar el horno y abrirlo en mitad del proceso. Pensemos que, en el horno de la panadería de la esquina el horno alcanza una temperatura de hasta 200 grados. Pero claro, es que si una burbuja de aire caliente se pusiera a flotar por la estación espacial, podría poner en peligro a los astronautas.
Para hacer aún más complejo el asunto, el horno también debe ser capaz de funcionar con sólo 270 vatios de potencia, lo que es una décima parte de la utilizada por los hornos convencionales en la Tierra. Sin embargo, estos emprendedores alemanes aseguran que trabajan en un prototipo que superará estas dificultades, así como el problema de las migas que podrían poner la aeronave hecha unos zorros.
Ahí la clave estará en el proceso de cocción y la elaboración de la masa del pan en microgravedad que, en un primer momento, será precocinada. Y aquí se nos escapa un suspiro pensando en cómo la humanidad repite sus errores una y otra vez y, además, contamina con ellos el universo más cercano. Pan precocinado, una de las tragedias de nuestros días. Para superar la pena, veamos este video que Jimmy Kimmel dedicó a este proyecto en su popular programa televisivo.
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