La polémica sobre el uso de pantallas en las aulas se ha materializado en la limitación del uso del móvil en clase en distintas regiones de España, siguiendo la estela de algunos países europeos. La cuestión es compleja y no hay consenso entre docentes y expertos.
Porque, por ejemplo, cuando se habla de prohibir el uso de pantallas en las aulas, ¿de qué pantallas se está hablando? En este punto, algunas voces del ámbito educativo e investigador señalan que poner bajo sospecha el uso del móvil en clase está derivando en una estigmatización general de la tecnología que, bien utilizada, puede mejorar los procesos educativos.
a favor de las pantallas en las aulas
Así, investigadores, académicos, docentes y asociaciones han firmado un manifiesto a favor del uso de las TIC y desarrollo de competencias digitales en las aulas, empujados por lo que ellos consideran «un movimiento reaccionario en contra del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) con fines educativos». Consideran que sugerir que las escuelas prescindan de la tecnología digital constituye una posición extrema que no responde a motivos fundamentados y que puede suponer un retroceso muy grave para la educación.
Frente a eso, instan a las administraciones educativas y centros escolares a valorar positivamente la integración de las TIC en las aulas, aunque siempre con base a criterios coherentes que pongan la tecnología al servicio de la educación, que se fundamenten con rigor en la nutrida investigación que existe al respecto, y que tengan en cuenta la necesidad de acompañar dicha tecnología de los cambios metodológicos que permiten desplegar su potencial.
Estos expertos cuestionan también los presuntos efectos negativos del uso de pantallas en las aulas, como pueden ser el desarrollo de miopía, trastorno del sueño, déficit de atención o impactos negativos sobre la inteligencia o la memoria. No creen que esté demostrado científicamente que el uso de la tecnología digital tenga un efecto pernicioso en los alumnos. De hecho, una reciente revisión de estudios indica que los efectos del uso de pantallas en los niños y adolescentes son pequeños.
En cuanto al impacto de las pantallas en los procesos educativos, un estudio de investigadores del King’s College de Londres, ha encontrado una relación negativa entre la prohibición de los móviles en los centros educativos y la puntuación en PISA: a más centros prohibiendo móviles en un país, menor puntuación.
María del Mar Sánchez, profesora titular e investigadora en Tecnología Educativa en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia puntualiza que «esto no implica darle un móvil a un niño o niña. De hecho, esa es la cuestión, que generalizamos y hablamos de pantallas en general, sin hablar de usos, educación o recursos que se usan».
una moratoria a la introducción de la tecnología
Para avivar el debate, un centenar de destacadas personalidades, tanto nacionales como internacionales, han firmado el Manifiesto OFF. En él, entre una serie de medidas propuestas para «retomar el control sobre la tecnología digital y garantizar que esta se mantenga al servicio de los seres humanos», piden una moratoria a la introducción indiscriminada de la tecnología en las escuelas por debajo de una determinada edad.
También en el ámbito educativo, estas personalidades reclaman acciones sistemáticas dirigidas al colectivo de padres, madres y/o tutores/as para concienciarles de los riesgos a los que los jóvenes están expuestos y la adecuación del uso de dispositivos a las edades de los usuarios, en particular de los smartphones y otros objetos conectados.
Según los autores de este manifiesto, promovido por Diego Hidalgo, autor de Anestesiados, «pretende ser el primer paso hacia una movilización de la sociedad civil, con el objetivo de apoyar una acción pública y privada rotunda para retomar el control sobre la tecnología digital».
imaginar lo mejor
Más allá de las posiciones de unos y otros, que seguramente resulten complementarias, parece sano plantear el debate del uso constructivo de las pantallas en las aulas y, más allá, de la tecnología en nuestra sociedad. Ricardo Riaza, Catedrático de Universidad en el área de Matemática Aplicada, de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) cree que ese talante crítico ayudará a reflexionar sobre la creación de dependencias artificiales e innecesarias de las tecnologías educativas, y con ello a aprovechar de forma más inteligente sus enormes posibilidades.
«Dada la extraordinaria complejidad del tema, sería una tremenda simplificación el reducirlo a falsos dilemas que, en la práctica, solo admiten una respuesta: por ejemplo, limitar el problema a que la tecnología sea buena o mala, o plantear si estamos a favor o en contra del uso de las tecnologías digitales en la educación», añade.
Carlos Magro, experto en innovación educativa, coincide en rechazar el maniqueísmo y cree que «el reto no es si usar o no la tecnología, sino repensar la educación con ella. Obtener lo mejor de las tecnologías pasa por estar preparados para pensar en lo peor, pero también por ser capaces de imaginar lo mejor».