La adicción al móvil y a internet es un peligro que corremos todos. De hecho, muchas veces tenemos una relación de clara dependencia con la tecnología, pero no nos damos cuenta.
Una de las consecuencias de la pandemia de la COVID-19 ha sido el incremento significativo del consumo de internet y de los dispositivos tecnológicos. Al mismo tiempo, ha bajado también de forma palpable la edad de iniciación de los usuarios. Cada vez son más los pequeños que comienzan a navegar por la red, a abrir perfiles de redes sociales, a jugar online y a tener su primer teléfono. Lo asegura Gabriela Paoli, psicóloga experta en tecnoadicciones y autora del libro ‘Salud digital: claves para un uso saludable de la tecnología’.
Internet es una herramienta fabulosa que nos ayuda a estudiar, trabajar, relacionarnos, comunicarnos y entretenernos. Pero pasar del uso al abuso de la tecnología, e incluso a la adicción, es fácil. Las líneas son muy delgadas y muchas veces es un proceso en el que casi no reparamos.
Paoli reconoce que la adicción al móvil o a internet “aún no está incluida en ningún manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales, y ni siquiera la Organización Mundial de la Salud (OMS) la nombra como tal”. Sin embargo, son muchos los usuarios que la sufren en alguna medida.
El proceso de siempre: la liberación de dopamina
La adicción al móvil y a las tecnologías en general tiene un patrón claro: la pérdida de control sobre el consumo. Además, en ese punto se suelen dar dos fenómenos. Por un lado, el adicto tiene que incrementar el tiempo que pasa con las tecnologías para lograr los mismos efectos. Y, por otro, se da el llamado ‘síndrome de abstinencia’, que da lugar a una sensación de desagrado cuando la actividad (o la conexión en este caso) cesa o es interrumpida. Son realidades con las que muchos padres de niños ‘hechizados’ por los videojuegos desgraciadamente tienen que lidiar.
Como en otras adicciones, en la tecnológica se da un proceso molecular y fisiológico. Básicamente consiste en la liberación de la dopamina, la llamada hormona del placer. “El ser humano, en general, huye del dolor y busca el placer”, recuerda la psicóloga.
¿Cómo saber que sufrimos adicción al móvil?
En su libro sobre salud digital, Paoli habla, por ejemplo, de los males de la adicción al teléfono móvil e identifica las señales que deberían alertarnos de que nuestra relación con el smartphone no es sana. Son estas:
- El móvil, siempre cerca. No se está tranquilo si el móvil no es una ‘extensión’ más del cuerpo. Incluso durmiendo necesitamos tenerlo cerca. Si no lo tenemos al alcance de la mano, se produce una sensación de desasosiego y sentimos la necesidad de correr a buscarlo.
- Consultar el móvil de forma compulsiva. Otra de las señales que nos deben alertar es que necesitemos consultar de forma continuada nuestro smartphone para ver si hay algún mensaje o alguna actualización en redes sociales. Esto se hace incluso sin recibir ninguna notificación.
- Sufrir FOMO (miedo a perderse algo). Se trata de sentir la urgencia de tener que mirar el móvil por el miedo a perderse algo. A muchos, perderse alguna noticia, algún comentario en redes o una conversación les produce frustración.
- Quejas del entorno familiar y de amigos. Una de las circunstancias que hacen pensar que se puede estar sufriendo tecnoestrés se da cuando amigos y familia se quejan constantemente de que no se les atiende o de que uno siempre está con el móvil en la mano.
- «No tengo tiempo para hacer lo que antes me gustaba». El uso prolongado y abusivo del móvil hace que tengamos la sensación permanente de que no disponemos de tiempo. Y que, además, por eso nos hayamos visto obligados a abandonar aficiones o actividades con las que antes disfrutábamos.
- Móvil apagado es igual a ansiedad. Tener el móvil apagado provoca ansiedad, nerviosismo… No se está tranquilo y hace que uno se sienta inseguro.
- «¡No tengo batería! ¡Horror!». Una de las señales de alerta es que se experimente desazón, molestia e incluso angustia si no se tiene batería cargada, o si no hay señal de datos o no contamos con conexión wifi.
- ‘Prontomanía’. Significa contestar al momento. La persona que sufre tecnoestrés siente que tiene que contestar inmediatamente cualquier notificación que reciba, ya sea del WhatsApp, del email o de las redes sociales.
La señal definitiva de la adicción al móvil es el dolor corporal
Las consecuencias del tecnoestrés que genera este abuso del smartphone y de otros dispositivos son muy variadas. A nivel social, las personas se aíslan, están insatisfechas o dejan de tener interés en los amigos o la familia. Por no hablar de cuadros de ansiedad e irritabilidad. A nivel mental, según Paoli, se manifiesta a través de un cansancio generalizado, falta de concentración, pérdida de memoria y baja en la productividad en estudios o trabajo.
También hay padecimientos físicos, como la aparición de dolores de cabeza y de espalda, síndrome del túnel carpiano, fatiga ocular, picor y escozor en los ojos. “En este momento es cuando la persona es más consciente de que de algo va mal, ya que su cuerpo le está dando señales reales de dolor”, asegura Paoli.
La psicóloga, que tiene consulta en Madrid y en Menorca, cree que los adolescentes y los jóvenes son los grupos más vulnerables al tecnoestrés y a la hiperconexión. “Se encuentran en una etapa evolutiva de cambios, de definiciones, de contradicciones, de búsqueda de la identidad y de experimentar. Y la red es fantástica para todo esto”, explica.
No conviene usar la tecnología como moneda de cambio ante los hijos
Sin embargo, pide no demonizar internet y los dispositivos, “sino más bien ver qué actitud vamos a tener frente a ellos”. Por eso, recomienda a los padres no tener una actitud negacionista y evitar chantajear o castigar con el móvil, la tableta o la PlayStation. En su opinión, hay tomar consciencia y analizar la situación para empezar a poner remedio al tecnoestrés y en general al abuso que hacemos de la tecnología.
A nivel práctico y para superar la adicción al móvil o a internet, Paoli recomienda hacer una pequeña auditoría sobre el tiempo de conexión. Y luego establecer algunas medidas, como marcar horarios. Los smartphones con Android o iOS, por ejemplo, nos informan de cuánto tiempo pasamos con cada aplicación. Otro consejo sería buscar momentos de descanso en que activemos el modo avión o cancelemos las notificaciones.
También es recomendable hacer limpieza de redes para solo quedarnos con las que más nos aportan. Y, por supuesto, hacer mucho deporte y ejercicio físico y mantener relaciones sociales (más allá de las que llegan por las redes). “Son las claves para vivir con salud digital”, zanja Paoli.
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