A finales de 2014, Facebook tenía mil millones de reproducciones de vídeo al día. Al cierre de 2015, esa cifra había crecido a más de ocho mil millones.
Estos datos vienen a demostrar dos cosas: que el vídeo es una parte fundamental del futuro de Facebook (cabe recordar que ya en 2014 su CEO, Mark Zuckerberg, declaró que «en cinco años la mayoría de Facebook será vídeo») y que los usuarios nos hemos rendido a los encantos de esta forma de comunicación.
De hecho, son los propios usuarios de Facebook los responsables de aumentar el número de vídeos publicados. En 2015, cada persona, de media a nivel mundial, incrementó en un 75% el número de vídeos personales subidos. En Estados Unidos este crecimiento fue aún más impresionante, con un aumento del 94%.
Otras redes en movimiento
Pero Facebook no es la única red social en la que los vídeos se han apoderado del protagonismo. Por ejemplo, en Snapchat, los usuarios observan 10.000 millones de vídeos al día. En Instagram se comparten cada día 95 millones de fotos y vídeos y las historias ganan protagonismo. Eso por no hablar de YouTube (donde se calcula que cada minuto se suben 300 horas de vídeo), Vimeo o Periscope, entre otras.
Por eso, se espera que en 2017, el contenido de vídeo represente el 74% de todo el tráfico de Internet (es decir, 3 de cada 4 bytes). Dato que podría aumentar hasta el 82% en 2019, según las previsiones de Cisco.
Para qué leer si lo puedo ver EN VÍDEO
Muchas personas prefieren ver un vídeo antes que leer un texto. De hecho, el 59 por ciento de los ejecutivos así lo reconoce. Los consumidores, en general, prefieren ver un vídeo sobre un producto cuatro veces más que a leer sobre él.
Es más, el 74% de la generación de los millennials aseguran que el vídeo es especialmente útil cuando comparan las compras.
Compartir es vivir (y ver)
Precisamente por esta preferencia por el contenido multimedia frente al texto plano, los consumidores son un 39 por ciento más propensos a compartir contenido si estos tienen formato de vídeo. Además, estos documentos tienen un 36 por ciento más de probabilidades de provocar comentarios y un 56 por ciento más de probabilidades de dar a ese vídeo un codiciado Me Gusta.
Cabe explicar que leer artículos y ver vídeos exige dos procesos cerebrales diferentes. Cuando leemos, nuestra acción debe ser activa. No en vano, este órgano debe ser primero lo suficientemente maduro para saber procesar y entender unos trazos y darles forma de letra para otorgarles un significado. Por ello, la lectura conlleva un mayor tiempo de atención y unos esfuerzos cognitivos más profundos.
Es decir, cuando leemos un artículo, no sólo miramos las palabras que tenemos frente a nosotros, sino que creamos pensamientos sobre ese contenido, activando nuestras estructuras mentales.
Sin embargo, ver un vídeo es algo pasivo. Es mucho menos exigente y más automático. Necesitamos emplear menos energía y esfuerzo.
Pero, al mismo tiempo, el vídeo requiere de los sentidos auditivos y visuales, por lo que hace que aumente el nivel de atención de su audiencia (según la psicóloga de doctorado Susan Weinschenk). Por eso, se calcula que un vídeo se procesa en nuestro cerebro 60.000 veces más rápido que un texto.
Un VÍDEO vale más que mil palabras
Siempre se ha dicho que una imagen vale más que mil palabras. Cuando a esa imagen le añadimos el movimiento, nos encontramos ante un contenido mucho más versátil.
Con o sin música, con diferentes planos y transiciones, con el vídeo podemos incluir dosis de humor, diversión, nostalgia o cualquier otra emoción. Algo no solo atractivo, sino que suele enganchar a la audiencia. De ahí también que muchos de los contenidos virales sean vídeos y no textos.
Así pues, puede que el vídeo no matara a la estrella de la radio, pero ¿está sustituyendo a pasos agigantados al texto en Internet?
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