Estamos acostumbrados a que los teléfonos sean rectangulares, con su pantalla LCD u OLED, más o menos delgados, y esencialmente planos, rígidos y monobloque. Pero dentro de los márgenes que deja la cruda realidad del diseño industrial, los fabricantes están tratando de ofrecer soluciones innovadoras y rompedoras dentro de los márgenes que permite la tecnología.
Periódicamente nos llegan noticias acerca de pantallas que se pueden enrollar, teléfonos flexibles o incluso modulares. En estos casos, lo mejor es aplicar un filtro de realidad a los prototipos que se anuncian con esas tecnologías y pensar que, si ya es complicado hacer que todo funcione bien con diseños convencionales, con propuestas atrevidas es poco viable que se pueda poner en marcha una cadena de montaje industrial para fabricar terminales que se salgan de lo posible en el campo de la ingeniería.
Los deseos van casi siempre por delante de lo posible, y en el caso de la telefonía móvil, a pesar de no tener una historia demasiado dilatada en el tiempo, ya hay un buen repertorio de propuestas que bien podrían entrar a formar parte de un particular museo de los errores. O también de particulares héroes tecnológicos que, si bien sí fueron una realidad, no llegaron a buen puerto.
Los antecedentes
Uno de los diseños más elegantes y deseables de la historia de los smartphones está a cargo de Nokia en colaboración con la Universidad de Cambridge en Gran Bretaña. Data de 2008 y se llamó “Morph”. Estaba basado en nanotecnología y se quedó en un proyecto tan bonito como irrealizable. Diez años después sigue siendo ciencia ficción.
Dentro de lo realizable, uno de los terminales que rompieron las reglas establecidas fue el Passport de Blackberry. Un terminal que aún hoy podría seguir estando vigente de no ser por la desaparición de su sistema operativo. Era prácticamente cuadrado, con teclado físico y un estilo sumamente distinguido.
Motorola, con el Flipout también rompió las reglas. Un teléfono cuadrado, con teclado escamoteable por detrás de la pantalla, no pasaba desapercibido ni mucho menos.
Los HTC fueron sumamente innovadores en diseño. El HTC Legend con su peculiar “barbilla” tuvo mucho tirón en su día. Y otro tanto de lo mismo sucede con el HTC Desire Z con teclado desplegable físico.
Si vamos a los teléfonos flexibles, lo más parecido que se pudo ver, tocar y comprar fueron el LG Flex y el Flex 2. La pantalla estaba curvada y era flexible, pero solo un poco y no era una tarea fácil hacer que se flexionara de un modo «natural».
También relativamente reciente es el Proyecto Ara de Google. Un terminal modular en el que supuestamente se podrían intercambiar módulos como el de la cámara, la batería o incluso el procesador. Google abandonó Ara en septiembre del pasado año.
Nokia, incansable buscador de nuevos diseños, volvió a ser el centro de atención en su día con el N7600 en 2003. Era un terminal más bien cuadrado con el teclado escamoteable detrás de la pantalla.
En 2013, Samsung hizo una incursión en las pantallas “dobladas” con el Galaxy Round con una pantalla ligeramente curvada para favorecer el agarre con la mano.
El presente y el futuro
En el momento actual, vuelve a detectarse una cierta urgencia por parte de los fabricantes de teléfonos móviles para anunciar terminales flexibles o plegables. Es de esperar que cuenten con un nivel de «realizabilidad» superior al de los terminales Morph de Nokia, Flex de LG o el Round de Samsung. Esta vez, parece que estamos ante proyectos un tanto más realistas con pantallas segmentadas o directamente plegables como un libro.
Es el caso del ZTE Axon M. No es tan espectacular como un terminal flexible, pero sí más realizable hasta el punto de estar prevista su comercialización en unas semanas y a un precio en torno a los 600 euros. Con su doble pantalla de 5,2’’, puede usarse con sus dos pantallas en modo único de 6,8’’, o bien como pantalla independiente o en modo espejo.
Las pantallas se cierran sobre sí mismas como si fuera un libro, en un formato que sacrifica el grosor en nombre de la funcionalidad. Tiene un procesador Qualcomm Smapdragon 821, 4 Gb de RAM y 64 GB de almacenamiento ampliable. En cuanto a la resolución de las pantallas, es Full HD.
Si nos vamos al extremo, rozando el límite de lo que podríamos considerar un smartphone, tenemos que los smartwatches con conectividad LTE pueden ser vistos como teléfonos llevados al extremo de la movilidad y el diseño. Modelos como el Apple Watch 3 con LTE o el Huawei Watch 2 con LTE permiten usar apps y hablar por teléfono. De un modo limitado, pero en el fondo son smartphones.
La verticalización de los smartphones también da como resultado diseños interesantes. Es el caso, por ejemplo, del Panasonic CM10. En este modelo, que gira alrededor de su cámara con sensor de 1’’, se ha suprimido la opción de llamar, pero se mantiene la parte dedicada a apps y datos. En unos meses se podrá adquirir el Red Hydrogen One, desarrollado por el fabricante de cámaras Red, tampoco pasará desapercibido ni por diseño ni por tecnología. Manejará realidad aumentada, virtual, 2D, 3D y será holográfico.
Motorola con sus terminales Moto Z adopta la modularidad como filosofía. Así, mediante un sistema de acoplamiento magnético, se pueden usar accesorios tales como altavoces, un proyector o una cámara dedicada. Afecta de un modo determinante a su estética a cambio de funcionalidad.
El lujo también hace que el diseño se modifique para adecuarse a criterios estéticos donde priman los materiales y los acabados. Es el caso de los terminales Vertu, como los Signature Touch con materiales nobles e incluso cristal de zafiro para la pantalla.
¿Y en el futuro? Los fabricantes ya están en ello, como el terminal Lenovo CPlus, flexible gracias a un diseño de su cuerpo en forma de módulos “doblables”. Se puede estirar o bien acoplarlo a la muñeca.
Moxi, otra empresa china, también trabaja en un diseño flexible a través de un cuerpo segmentado en tramos que hacen las funciones de bisagras en el momento de tener que adaptarlo a un brazo o a una muñeca. Eso sí, la pantalla del primer modelo parece que no va a ser a color. El secreto de su flexibilidad parece estar en el grafeno, usado para fabricar la pantalla.
Samsung, con el Galaxy X, parece que también apuesta por los terminales flexibles. El proyecto viene de años atrás, del Project Valley. En aquel momento la tecnología no estaba lista. Ahora habrá que esperar a ver si efectivamente ya es posible tener móviles con pantallas flexibles que no se estropeen ni pierdan propiedades.
Otro de los que se sube al carro de las pantallas que se pueden doblar es Huawei, que también se ha sumado a la lista de empresas que persiguen la flexibilidad en sus teléfonos móviles, aunque sin un modelo concreto aún que podamos referenciar.
Habrá que verlos y doblarlos
De momento, nos quedamos con el ZTE Axon M como prueba de que los fabricantes de móviles están haciendo los deberes en cuanto a la experimentación con nuevos diseños y tecnologías. Otra cosa distinta son los diseños basados en pantallas «excesivamente» flexibles, de los cuales es mejor no esperar demasiado, de momento. Por lo pronto, Moxi sacará un dispositivo con pantalla monocroma. El color no es aún apto para doblarse con seguridad.
Otros dispositivos que ya conocemos como los Galaxy Note, Galaxy S8, los LG o iPhone 10 apuran al máximo las posibilidades del diseño industrial para diferenciarse e ir más allá de lo evidente.
Fotos | De diferentes fabricantes
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