En España hay más líneas de móviles que personas. Además, el ritmo de reposición de estos dispositivos es muy alto y cada año se venden unos 10 millones de smartphones. Es decir, que se renueva aproximadamente una cuarta parte del parque existente.
Todos queremos estar a la última y tener un aparato con las mejores prestaciones en el bolsillo. Esta dinámica genera cantidades ingentes de residuos que, por el bien de medio ambiente y porque hay leyes que así lo establecen, deben reciclarse correctamente.
Recyclia es una de las principales entidades en este país dedicada al reciclaje de aparatos electrónicos. Para el tratamiento de móviles antiguos cuenta con una red propia de contenedores, Tragamóvil. Es posible encontrarlos en tiendas de telefonía, grandes superficies, puntos limpios, ayuntamientos y universidades, entre otros emplazamientos.
Desde esta plataforma advierten que un teléfono móvil y cualquier otro aparato electrónico que no es reciclado se convierte en un residuo “potencialmente contaminante”. Además, las sustancias y materiales con los que están fabricados “son difícilmente biodegradables” y, por lo tanto, nocivos si no son sometidos a un proceso de descontaminación apropiado.
Por otra parte, un teléfono no gestionado en una planta de reciclaje autorizada supone un considerable desperdicio de materias primas y energía. Y es que los metales y otros materiales de valor contenidos en estos aparatos pueden ser recuperados y reincorporados al ciclo productivo. Pero solo si se recogen y se tratan correctamente.
Puntos a los que acudir
Reciclar no es complicado. Además de la red de Tragamóvil, que tiene un buscador de puntos de recogida de teléfonos usados, en España hay casi 2.000 puntos limpios, entre fijos (la gran mayoría) y móviles. En estos puntos, por lo general gestionados por los ayuntamientos, es posible depositar toda clase de equipamiento sobrante, incluyendo un lugar específico para depositar teléfonos móviles.
La OCU cuenta con un buscador para dar con el punto limpio más próximo, aunque lo mejor es ir directamente a Google Maps y teclear “punto limpio” y el nombre de la localidad o la dirección del domicilio en el que residimos.
De todas formas, los usuarios también pueden dejar en la tienda su viejo teléfono cuando se hacen con uno nuevo. Los establecimientos, incluidos los que son de venta por internet, como Amazon, están obligados a recoger el viejo teléfono y a mandarlo al lugar adecuado para su correcto tratamiento.
Además, desde 2015, los puntos de venta de más de 400 metros cuadrados deben recoger aparatos de dimensiones inferiores a los 25 centímetros de forma gratuita. No es precisa la compra de un dispositivo equivalente para ello. Son aspectos destacables de la ley que regula el reciclaje de aparatos tecnológicos (RAEE) en España, que obliga a los fabricantes a financiar el tratamiento de los residuos, y a las tiendas a participar en el proceso.
La batería, lo más contaminante
Conviene asegurarse de que nuestro móvil entra en el círculo virtuoso del reciclaje legal y no acaba de un vertedero ilegal. La razón es que, como decíamos antes, tiene muchos materiales no biodegradables y potencialmente dañinos para el medio ambiente, sobre todo, la batería.
Un móvil es un aparato diminuto, pero compuesto por cientos de piezas hechas de muy variados materiales. Plástico, vidrio y fibra de vidrio, cristal líquido para las pantallas LCD y metales como hierro, aluminio, cobre y plata, entre otros muchos. Además, la batería de los teléfonos móviles es de litio-ión, que exige un tratamiento de descontaminación específico por su potencial contaminante.
Según datos de Recyclia, gracias a la importancia que las marcas dan al ecodiseño en la fase de fabricación de los productos tecnológicos y a los avances técnicos en la gestión de residuos, hoy en día el 90% de los componentes de un teléfono móvil son reciclables. Eso significa que son reutilizables a la hora de hacer nuevos productos.
Además de plásticos, fibras de vidrio y metales corrientes, un teléfono móvil contiene una parte ínfima de metales preciosos como oro, plata o paladio. En concreto, se pueden recuperar hasta 8 gramos por cada tonelada de residuos.
Lo único que no se recupera es la batería, que contiene las sustancias más contaminantes. Ahora la mayoría son de ion-litio, pero todavía siguen apareciendo algunas baterías antiguas de niquel-cadmio o de niquel-metal hidruro, que son metales muy contaminantes. En el caso de los accesorios, el cien por cien de los materiales de un cargador, fabricado sobre todo a base de plásticos y de hierro, se recicla y recupera.
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