Conectarse a internet es algo muy sencillo. Su uso diario ya es automático. Recurrimos a la red para comprar, hacer gestiones con nuestro banco o compartir experiencias con amigos y conocidos. Y exponemos parte de nuestra vida personal y profesional cuando utilizamos las redes sociales.
Esta utilización continuada de la red ha creado la necesidad de estar siempre conectados. Como consecuencia, se han abierto nuevos escenarios en los que la información relacionada con nosotros es vulnerable. Los ciberdelicuentes lo saben y aprovechan cualquier resquicio para sacarle partido. Ponérselo más difícil no es tan complicado. Solo hay que dejar de hacer determinadas cosas en internet para empezar a navegar más seguros.
1. No confiar en las redes WiFi abiertas
Aunque una conexión wifi gratuita es muy tentadora, sobre todo cuando estamos de viaje, no hay que olvidar que al ser abierta tiene cierto riesgo. Si de todas manera no tenemos más remedio que usarla, hay que evitar acceder a determinados servicios con ellas, como banca o compras. Por ejemplo, es recomendable no usar webs que soliciten datos de acceso y, sobre todo, realizar cualquier tipo de transacción financiera. Otra opción es utilizar una VPN. Además, los ciberdelincuentes pueden crear puntos wifi y darles un nombre tipo “Hotel Santander clientes”. Esto puede llevar a confusión a los usuarios y hacerles caer en la trampa.
2. No elegir contraseñas fáciles de recordar
Cuando llega el momento de elegir una clave de acceso para utilizar un servicio, solemos echar mano de conceptos que nos resultan cercanos y familiares. El 90% de los internautas ignora cómo crear una contraseña segura. Entre las opciones más habituales está el nombre de nuestra mascota, la fecha de cumpleaños o los apellidos. Normalmente porque es la forma más sencilla de recordarla para futuras ocasiones. Pero esto no es lo más adecuado, porque para los ciberdelincuentes también es más fácil averiguarla. Se recomienda utilizar contraseñas que combinen mayúsculas, minúsculas y números, o algún signo de puntuación. Existen verificadores de contraseñas que te ayudan a saber si tu elección es lo suficientemente segura.
3. No reutilizar contraseñas
Una vez comprobado que la contraseña elegida es segura, fácil de recordar y difícil de hackear, nos enfrentamos a un nuevo problema: vamos a necesitar más claves. Es más que adecuado no utilizar la misma para acceder a nuestras cuentas en redes sociales, al correo electrónico y al banco. La explicación es obvia: si un ciberdelincuente la descubre tendrá acceso a toda nuestra vida digital. Y las consecuencias pueden ser terribles. Dedicarle algo de tiempo a utilizar contraseñas seguras y lo más variadas posible puede ahorrar muchos disgustos.
4. No hacer clic en los enlaces de los correos electrónicos
Hacer clic en un enlace de un correo electrónico no deseado o de phishing puede ser desastroso. Lo más leve que podría ocurrir sería que al clicar sobre el enlace confirmemos a los estafadores que una persona ha abierto el mensaje. Esto les permite saber que han encontrado un posible objetivo para futuros ataques. Pero se pueden producir dos escenarios más graves. Uno de ellos es que nos lleve a una web que automáticamente descargue malware en nuestro ordenador. O que nos dirija a otra que imite una página legítima, pero cuyo fin sea robar nuestras contraseñas. Tampoco se les debe seguir el juego pulsando sobre los enlaces de Facebook que se anuncian con mensajes como “¡Dale a me gusta y comparte para ganar un iPhone!”, “Dale a me gusta si crees que torturar animales está mal”.
5. No dar nuestras credenciales de inicio de sesión
Bajo ningún concepto se recomienda dar la información sobre nuestras contraseñas a nadie. La única forma de que alguien malintencionado tenga nuestra información es guardarla solo para nosotros. Y no solo eso. También puede ocurrir que se den las claves a alguien en quien se confía plenamente, pero que no ponga el cuidado necesario para salvaguardarlas. En un despiste podría dejar esa información al descubierto.
6. No contar en internet que nos vamos de vacaciones
No importa cuál sea el momento del año en que elijas irte de vacaciones. Los amigos de lo ajeno no pierden la ocasión de detectar cuáles pueden ser sus víctimas potenciales. Es muy habitual entre los usuarios de redes sociales querer compartir esos momentos de descanso con sus amigos y seguidores. Son frecuentes mensajes como “En la playa dos semanas, ¿os doy envidia?”, “¡Me voy a México mañana!” o “¿Puede alguien ocuparse de Sultana mientras estoy fuera la semana que viene?”. Hay que ser conscientes de que no solo están a la vista de nuestros contactos, sino que dan pistas a terceros sobre los periodos largos de tiempo en los que estamos ausentes de casa.
7. No aceptar los ajustes por defecto de las redes sociales
Para evitar situaciones como la anterior, en la que personas ajenas accedan a nuestra información personal a través de las redes sociales, es importante controlar qué tipo de contenidos compartimos. Por lo que no se debe aceptar nunca la configuración por defecto de las redes sociales. Lo mejor es dirigirse a los ajustes de privacidad, dedicarles unos minutos y seleccionar quién puede ver qué. Es importante revisarlos de vez en cuando porque hay algunas condiciones que pueden cambiar.
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