Cuando el hombre llegó a la Luna, en 1969, medio pueblo estaba en nuestra casa, éramos de los pocos que tenían televisión. Es una de las batallitas más repetidas en mi familia y parece casi irreal. Hoy, medio siglo más tarde, cada uno lleva una tele en el bolsillo, hemos cambiado el blanco y negro por la Ultra HD y hacemos maratones (de series) sin sudar ni una gota. Más allá de la tecnología, la TV atraviesa una revolución profunda. La televisión del futuro da sus primeros pasos.
Televisión transmedia e interactiva
Podíamos empezar por hablar de Netflix, uno de los temas de moda, pero no. Vamos a empezar por los nuevos formatos. En los últimos años, las cadenas tradicionales, como las que vemos en España por la TDT, han apostado por crear contenido de forma diferente, utilizando la tecnología para buscar nuevas vías de contacto con la audiencia.
Dos ejemplos muy claros los tenemos en la televisión pública. Alrededor de El Ministerio del Tiempo, RTVE ha construido una de las experiencias transmedia más completas que se han hecho hasta el momento. ¿Qué implica transmedia? Es una manera de contar la historia, en este caso la de la serie, a través de distintos medios y plataformas, intentando involucrar a la audiencia en el proceso.
En el caso de El Ministerio del Tiempo, durante tres temporadas y 34 episodios, RTVE apostó por las redes sociales, una webserie paralela, un grupo de WhatsApp para fans, una plataforma de realidad virtual, una ficción sonora y un cómic.
Además de apostar por nuevos formatos, lo transmedia también puede centrarse en interactuar con la audiencia a través de diferentes pantallas, más allá de la TV del salón y con especial atención al smartphone. Por seguir con RTVE, la cadena pública lanzaba, hace poco más de un mes, Playz.
La plataforma aspira a convertirse en un espacio de estreno de series originales e interactivas, en las que la audiencia participa y decide la evolución de la trama. Además, ficciones como Si fueras tú, Colegas o Inhibidos, están diseñadas pensando en el contenido para móviles, televisión conectada, YouTube y redes sociales.
Y televisión social
Es, precisamente, en Facebook, Twitter y compañía donde se está desarrollando una de las grandes revoluciones de la televisión. Esta semana conocíamos que Estàs Igual!, un programa de TV3 producido por LaviniaNext, lanzaba una versión reducida de sí mismo solo para Instagram. Allí, los espectadores tienen acceso a contenido exclusivo, material inédito sobre los protagonistas o el making off. Además, la plataforma de Instagram sirve para interactuar con el directo del programa, convirtiéndose en lo que se conoce como aplicación de segunda pantalla.
Así es la televisión social. Lo que empezó como tuitear en directo sobre un programa se ha convertido en una auténtica obsesión para las cadenas de televisión. Hashtags y menciones, sistemas de recomendaciones y valoraciones y participación interactiva en el directo son una realidad. Tanto que empresas de análisis de audiencia como Kantar ya miden los ratings sociales de los programas.
En España, por cierto, los últimos rankings de televisión social los ha liderado Operación Triunfo (OT) sin dejar opción a sus rivales.
Hipersegmentación de audiencias
Cuando nuestras familias siguieron en directo el “pequeño paso para un hombre” de Neil Armstrong sobre la Luna, solo había un canal de televisión. En los 90 llegaron las cadenas privadas (Antena 3 y Telecinco) y se fue diversificando la programación. Hoy, tras la irrupción de la TDT, tenemos una treintena de canales gratuitos para todo el territorio y un buen puñado de opciones autonómicas y locales.
A este crecimiento de la televisión tradicional o lineal, se han sumado centenares de opciones a la carta a través de Internet. Resultado: la audiencia cada vez está más repartida. Hoy por hoy, es impensable que un pueblo se reúna ante un mismo canal, como en 1969, salvo en casos excepcionales como los de las retransmisiones deportivas. Así, la audiencia está hipersegmentada y los medios audiovisuales se pelean por darle a cada grupo lo que quiere.
Aquí vuelven a jugar un papel fundamental las plataformas de análisis de audiencia. El share y el rating siguen siendo importantes, pero hay muchas más cosas que descubrir. Por poner un ejemplo, la herramienta de análisis de comScore sigue a las audiencias a través de todas las plataformas (online, TV, redes sociales) y las segmenta por comportamiento, actitud, valores, dispositivos de visualización, afinidad, engagement…
¿Adiós al prime time?
Nuevas plataformas, nuevos formatos y nuevas audiencias. La tecnología le ha dado poder al espectador y el prime time ha empezado a sufrir. Antes, en el horario de máxima audiencia, entre las 21 horas y la media noche en España, todo el mundo se sentaba ante la tele en el salón, las cadenas emitían sus apuestas más fuertes y los anunciantes se peleaban por un espacio publicitario.
De momento, el prime time sigue siendo un espacio importante, pero va perdiendo peso. Como explican en este artículo de The Balance, los anunciantes han encontrado una apuesta segura en la segmentación de audiencias que solo ofrecen las plataformas online, los servicios bajo demanda y las redes sociales.
La TV tradicional todavía sigue llevándose la mitad de la inversión publicitaria total en España, pero, si los anunciantes empiezan a mover el dinero a otra parte y las opciones de visualización y segmentación siguen aumentando, es probable que este panorama cambie en los próximos años.
Y todo bajo la sombra de Netflix
Sí, no podíamos marcharnos sin hablar de Netflix y del resto de plataformas de vídeo bajo demanda (VOD), que han llegado para cambiarlo todo y que la audiencia ha acogido con los brazos abiertos. Según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), uno de cada cuatro hogares ya consume VOD. Hace seis meses eran uno de cada diez.
Cuando Netflix se lanzó en España hace dos años, su futuro era incierto. Hoy cuenta con casi 1.2 millones de suscripciones. HBO España lleva 12 meses disponible y se acerca ya al medio millón de abonados. Sin menospreciar la calidad de sus productos, su éxito se debe, sobre todo, a su capacidad de darle a cada espectador lo que quiere, en el momento que lo desea y esté donde esté.
En medio de esta revolución, en la que el 4K, el vídeo 360º o las futuras redes 5G tendrán mucho que decir, hay quien sigue augurando la muerte de la televisión. Igual que cuando se quiere acabar con los periódicos, los vinilos o la radio en la tumba, argumentos hay para todos los gustos. Lo único que está claro es que, sobreviva o no, la televisión del futuro no va a reconocerse en el espejo.
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Imágenes: RTVE, Kantar, Netflix, Pixabay