La biodiversidad urbana con la que vive la población no está repartida de forma equitativa. Un reciente metaanálisis dirigido por el ecólogo Dan Chamberlain, profesor asociado en el Departamento de Ciencias de la Vida y Biología de Sistemas de la Universidad de Turín (Italia), confirma que existe el ‘efecto lujo’ o relación entre biodiversidad y estatus socioeconómico: cuanto más rico es un barrio, más biodiversidad contiene.
Efecto lujo: ¿por qué las aves prefieren los barrios ricos?
El efecto lujo se identificó por primera vez analizando la biodiversidad vegetal en Phoenix (Arizona). Corría el año 2003, y un equipo de investigadores liderados por Diane Hope descubrió que diferentes especies de insectos, murciélagos y lagartos preferían asentarse en barrios ricos de la ciudad, ayudando a aumentar su biodiversidad. Lo publicaron como ‘La socioeconomía impulsa la diversidad vegetal urbana’.
Le siguió en 2005 la publicación de ‘Los efectos del estado socioeconómico humano y las características culturales en los patrones urbanos de la biodiversidad’. El equipo, esta vez liderado por Ann P. Kinzig, había demostrado que hay una variación sustancial en la riqueza de especies según el nivel socioeconómico del entorno. A mayor riqueza, mayor biodiversidad.
Si el estudio de Chamberlain et al. es relevante es porque recopila hasta 337 de estos efectos recogidos en 96 estudios independientes como los mencionados a lo largo de casi dos décadas. Ahora sí se puede confirmar que el efecto lujo es una realidad y no un evento puntual, aunque como puede verse en el mapa todavía hay muchas regiones de las que no se conocen datos fiables.
Los barrios más pobres tienen deficiencias en acceso al agua
Uno de los puntos más llamativos de este metaanálisis es que este equipo de investigadores ha dado con un patrón ‘escondido’ en estudios previos que solo el análisis sistemático y agrupado parece revelar: la aridez del paisaje intensifica el efecto lujo urbano o, dicho de otra forma, los barrios con bajo efecto lujo (los más pobres) y baja biodiversidad carecen de un buen acceso al agua.
El estudio concluye que los barrios menos favorecidos tienen enormes deficiencias relacionadas con la irrigación de las zonas verdes, la presencia de fuentes públicas y la creación de diferentes “elementos acuáticos que es probable que promuevan la biodiversidad y los beneficios a los que esta está asociada, en particular para las ciudades en paisajes más áridos”.
Hace años que se sabe que los barrios más vulnerables carecen de un acceso básico no solo al agua potable, sino a cualquier tipo de agua. Aunque se acostumbra a mostrar regiones particularmente complejas como favelas sin acceso a una red de alcantarillado mínima, lo cierto es que el efecto lujo se produce también en ciudades con menos desigualdad social.
Aunque no existen datos de España dentro de este metanálisis, sí que existen regiones con características climáticas comparables. Y de ellas se puede decir que aquellos espacios urbanos con una peor irrigación, con foco en entornos particularmente áridos y secos como pueda ser, por ejemplo, el área de Madrid, se observa un detrimento de la biodiversidad urbana.
Barrios ecológicamente resilientes
La biodiversidad no debe confundirse, como a menudo ocurre, con el número de árboles o el área verde (que sí tienen un impacto directo en la captura de CO?). Por ejemplo, un desierto puede contener una biodiversidad perfectamente apropiada para su bioma. Si para los biólogos la biodiversidad hace referencia al número de poblaciones de organismos y especies distintas, para los ecólogos incluye la diversidad de interacciones durables entre las especies y su entorno. Y este es un punto clave.
A finales del siglo pasado buena parte de las ciudades del mundo eran regiones atrofiadas en cuanto a biodiversidad urbana. Hoy muchas siguen siéndolo. La pátina de hormigón, asfalto y edificios que se había colocado sobre el terreno había aislado la vida de los ciudadanos de los ciclos biológicos locales, reduciendo el número de especies e impidiendo sus interacciones.
Advertidos por biólogos y ecólogos, muchas ciudades tratan de renaturalizar su entorno a través de restauración urbana, favoreciendo las comunidades de animales autóctonas y restableciendo sus interacciones con otras especies locales. Ciudades como Hamburgo (Alemania) y sus techos verdes, Vitoria-Gasteiz (País Vasco) con su rehabilitación boscosa, y Madrid y París (Francia) con sus ríos son algunos ejemplos de esta renaturalización que devuelve a la ciudad parte de la biodiversidad perdida.
Todo con el objetivo de aumentar la resiliencia del sistema ecológico, que se ve seriamente afectada por la pérdida de biodiversidad, y que puede dar lugar a un ‘efecto cascada’ que simplifique las comunidades ecológicas. Dicho de otra forma: si no se trabaja por restaurar una parte importante del bioma local, se corre el riesgo de sufrir consecuencias serias a nivel ambiental.
Cuantas menos especies vivan en un determinado entorno, menos resiliente será ese entorno a cualquier perturbación externa. Por el contrario, cuanto más diversa sea la ecología de una región, menos probable es que sufra a manos de sequías, golpes de calor, heladas o eventos similares.
¿Por qué los ciudadanos se benefician de la biodiversidad urbana autóctona?
Uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con mayor impacto en la vida de las personas será el ODS 11 o “lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”, un objetivo que pasa de forma inexorable por restaurar todo o parte del ciclo biológico de una determinada área.
Con foco en la biodiversidad autóctona. Debido a la atrofia ecológica de muchos municipios, —no necesariamente grandes; la mayor pérdida de biodiversidad actual se encuentra en regiones rurales que deforestan bosques y selvas para cultivo— algunas especies extranjeras se han hecho fuertes en regiones donde son invasoras. En España, por ejemplo, está la invasora cotorra de Kramer.
Es decir, que no toda biodiversidad es ‘buena’. Es importante restaurar cada zona a las especies autóctonas. El problema, tal y como demuestran los estudios mencionados, es que no todos los ciudadanos se benefician de igual forma de la presencia de biodiversidad en su ciudad porque el efecto lujo concentra esta biodiversidad en los barrios más ricos, haciendo los más pobres menos resilientes o, dicho de otro modo, más vulnerables a cualquier impacto.
Tal y como reconoce la Organización Mundial de la Salud (OMS) gracias a la enorme evidencia científica, “las personas dependen de la biodiversidad en su vida cotidiana, de maneras que no siempre son evidentes ni apreciadas”. Cuando la biodiversidad decrece en una determinada zona, sus “servicios de ecosistema” se ven mermados y surgen aparecen consecuencias graves para la salud de las personas.
Como sostienen numerosos artículos científicos (como este estudio) existe una relación importante entre la salud humana y la presencia o falta de biodiversidad en un determinado entorno. De ahí que las labores de renaturalización de los entornos urbanos, especialmente aquellos en los que viven muchas personas, sea crucial.
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