Tres personas de tres generaciones distintas nos cuentan qué les aporta la tecnología en su día a día, y cómo intentan sacarle partido a pesar de la brecha digital que imponen los años.
Los análisis sociológicos suelen certificar que cada grupo de edad recurre a las pantallas, las aplicaciones y las redes sociales de una manera diferente y para un fin determinado. Y que, por lo general, a más años, menos partido sacamos a la tecnología, o más extraña nos parece. Los mayores suelen buscar en ella una herramienta para contactar con sus seres queridos. Los más jóvenes la tienen muchas veces como una vía para proyectar su individualidad. Y la aproximación de los adultos suele ser más práctica. La valoran en la medida que les permite sacar adelante la intendencia familiar o progresar en el trabajo.
Más allá de tendencias generales y de clichés, y de la consabida brecha digital, hoy casi nadie concibe su vida sin la tecnología. La tecnología une generaciones, como también nos recuerdan desde el podcast ‘Hola Planeta’. Desde el joven gamer que organiza fiestas a través de Discord hasta la profesora de primaria jubilada que se va a la cama con un mensaje de buenas noches de Alexa, pasando por la documentalista fascinada con la domótica. Estos son sus testimonios.
Marcos y el mundo en torno a Discord
Marcos Almorox (16 años) estudia un ciclo medio de informática. Además, pasa muchas horas jugando a ‘Fortnite’ y ‘Minecraft’. Incluso retransmite en directo sus partidas a través de la plataforma Twitch, emulando a sus ídolos en el mundo del gaming, como El Rubius, TheGrefg y Willyrex.
Aunque Marcos se encierra en su habitación y pide a su familia que no lo interrumpa, realmente busca a través de la tecnología comunicar y no aislarse, como marca el cliché más pesimista. “Poder hablar con cualquier persona en cualquier momento es lo más importante”, asegura Almorox, derribando falsos mitos.
Además de hacer retransmisiones en directo, también se comunica con muchos amigos y jóvenes de toda España con sus mismos intereses a través de redes como Twitter e Instagram. Eso sí, reconoce que habla poco por el móvil, como casi todos los de su generación. Incluso reconoce que presta poca atención al WhatsApp. Y tampoco usa la voz para dar órdenes a su móvil o a su ordenador.
Para mandar mensajes y hacer llamadas recurre a Discord, una app de mensajería creada precisamente para que los gamers se puedan comunicar mientras echan la partida. De hecho, Discord ha evolucionado y hoy es una red social más donde, además de compartir los lances del juego, aficionados como Marcos organizan “discotecas”.
“Discord es el WhatsApp de los jugadores. Al principio me resultaba un poco complicado, pero luego he descubierto que es muy útil. En el último año, debido a la pandemia, hemos organizado incluso fiestas en Discord. Todos estamos con la cámara y con un filtro de la aplicación. Y nos ponemos a hacer el tonto, a bailar, a cantar y a reírnos. Una vez llegamos a ser unas 30 personas de toda España. Son fiestas que se organizan sobre la marcha”, explica.
“Discord es el WhatsApp de los jugadores. Al principio me resultaba un poco complicado, pero luego he descubierto que es muy útil»
La tecnología ha sido clave para Marcos en un año en que la mitad de los días ha tenido que seguir sus clases desde casa. Con sus profesores se ha conectado a través de Cisco Webex, una aplicación de videoconferencia que lleva muchos años en el mercado, pero que él ni siquiera sabía que existía. Y cuando tiene problemas con algún dispositivo o tiene que familiarizarse con algún programa nuevo o alguna app, Marcos no recurre a nadie ni se arruga, sino que busca en internet. Es una de las ventajas de la edad.
África: “Me gustaría un aparato que me ‘teletransportara”
África Santamaría (54 años) trabaja desde hace tres décadas en Radiotelevisión Española como documentalista. Y tiene un sueño: “Me gustaría dar con un aparato que me teletransportara, para así ahorrarme los viajes”. Pero, sin ir tan lejos, África le pide a la tecnología que le facilite su vida en sus aspectos más prácticos y cotidianos. Por eso mira con interés el desarrollo de la domótica y del hogar inteligente. Y también del coche autónomo.
África reconoce que sufre la brecha digital y que es muy patosa cuando se trata de instalar un nuevo aparato en casa o de bajarse una aplicación o un programa. “Soy incapaz de instalar nada. Si viviera sola, estaría en las cavernas todavía. La suerte es que a mi marido, que es quien me ayuda, le gusta trastear y probar aparatos y software”.
“Espero que se extienda la telemedicina. Tener que ir al médico a que te mande un ibuprofeno me parece absurdo”
Eso sí, África no se despega de su teléfono móvil y recurre compulsivamente a él cuando algo le interesa. “El otro día hablaron en un programa de la televisión que estaba documentando sobre Leonor de Aquitania, un personaje fascinante del siglo XII, y me puse a buscar información como loca en Google”.
África espera que la tecnología popularice definitivamente la telemedicina y todo tipo de teleconsultas, para evitar a la gente desplazamientos innecesarios y pérdidas de tiempo. “Tener que ir al médico a que te mande un ibuprofeno me parece absurdo”, expresa. Además, espera que la administración electrónica siga avanzando porque la burocracia todavía le parece lenta y confusa.
Ella admite que la edad agudiza la brecha digital. “No sé si el problema es neurológico o social, pero a las personas mayores les cuesta mucho acostumbrarse a la tecnología”. África cree que muchas veces los tecnólogos se manejan con abstracciones que a la gente mayor “les quedan muy lejanas”. “A mi madre, por ejemplo, le ha costado mucho entender que el correo electrónico no está en su ordenador, sino en internet, o en eso que ahora llaman la nube. Ella todavía piensa en el buzón físico de su casa cuando habla de correo”.
Monique pide más paciencia con los mayores
Monique Gilly (73 años) es británica, pero reside en España desde hace tres décadas. Esta profesora de primaria ha tenido y tiene sus conflictos con la tecnología, pero se puede decir que, para su edad, le saca más partido que la media.
Durante la pandemia, le ha permitido estar en contacto con sus hijos y nietos, algunos de los cuales viven en el Reino Unido. Además, le ahorra idas y venidas, y colas y esperas, “lo que es una enorme ventaja para una persona mayor”. Gilly, por ejemplo, valora muy positivamente la app de la Seguridad Social, donde le recuerdan todas sus citas y medicación y puede comunicarse con su médico especialista.
“Antes consultar información era muy complicado. Tenías que tener una enciclopedia. Eso no lo valoran los más jóvenes”
Eso sí, se queja de que los bancos están llevando a todos los clientes a internet, independientemente de la edad que tienen. Ella usa la aplicación de LaCaixa, pero cree que es algo complicada. En general, los mayores piden un servicio de banca online más intuitivo. “Hace poco pedí un crédito inmediato por internet y luego me llamaron de mi sucursal diciéndome que había otros productos con unas condiciones más ventajosas”. Además, teme que alguien le ‘hackee’ sus cuentas. Y tampoco Paypal le da mucha seguridad, a pesar de que es usuaria.
En cualquier caso, a Gilly le fascina que internet y Google le ofrezcan al segundo información sobre casi cualquier tema. “Antes era muy complicado. Tenías que tener una enciclopedia para llegar al menos a una respuesta. Eso no lo valoran los más jóvenes”, señala.
Esta profesora confiesa que en un primer momento sufrió la brecha digital. Cuando hace 20 años empezaron a pedirle en el colegio donde trabajaba que elaborara los informes de los alumnos con ordenador, ella, por temor a lo nuevo, siguió haciéndolos a mano. “Tenía miedo a fallar y a hacer el ridículo. En ese momento, todo eran sentimientos negativos”.
Sin embargo, ahora está rodeada de esa tecnología que antes le asustaba porque le hace la vida más fácil. “Todos los días leo los periódicos británicos en internet. Google Maps es una maravilla. Antes, cuando viajaba a Inglaterra o Francia, tenía que ir con mi hijo sentado a mi lado y con un mapa desplegado sobre sus rodillas. Ahora puedo ir sola”. También tiene una app que reconoce plantas y le facilita la tarea a la hora de atender una de sus grandes pasiones, la jardinería.
Solo echa de menos que alguien le ayude a sacar más provecho a los dispositivos que tiene. “En el iPad soy incapaz de organizar los archivos y las fotos. Es frustrante. Y también tengo la impresión de que a Alexa no le saco mucho partido. Aunque, eso sí, me dice si me va a llegar algún paquete de Amazon o me habla por sorpresa para darme las noticias, contarme algún chiste o darme las buenas noches con un ‘sweet dreams”.
A Gilly no le importaría tener a alguien cerca que le explique las cosas. “Al principio llegué a dar clases de informática. Ahora recurro a mi hija cuando tengo que sacar, por ejemplo, un billete de avión. Pero ella tiene poca paciencia y acaba comprándolo para mí”. Está convencida de que si hijos y nietos tuvieran más paciencia para enseñar a sus mayores, la brecha digital y generacional se reduciría.
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Imágenes | iStock.com/Dean Mitchell