Forma parte de esa gran generación de jóvenes inspirada por Félix Rodríguez de la Fuente. Carlos Sanz, sin embargo, consiguió llegar a trabajar en El Hombre y la Tierra, y lo hizo durante más de cinco años. Ha continuado la labor de Félix en divulgación y conservación del medio ambiente en general y del lobo ibérico en particular, como da buena cuenta su página web, Amigo lobo. No es casualidad que nos atienda desde Sandín, Zamora, en plena Sierra de la Culebra, el punto con mayor densidad de lobos de toda Europa Occidental, donde es responsable del mantenimiento y manejo de los lobos en el Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León.
– ¿Cómo es la situación del lobo ibérico en España?
En los últimos decenios se ha ido recuperando de una forma bastante importante. Sobre todo, si lo comparamos con la situación de finales de los 60 del siglo pasado, cuando apenas quedaban unos 400-500 lobos. Estaba a punto de desaparecer, al igual que ya se había extinguido en casi toda Europa Occidental. Actualmente se estima que hay entre 2.000 y 2.500 lobos en España; incluso hay quien eleva esta cifra hasta los 3.000. Además, unos 200 y 300 ejemplares viven en Portugal. Los últimos censos oficiales hablan de alrededor de 300 manadas.
– ¿Cómo se ha conseguido esta recuperación?
Si no hubiera sido por Félix Rodríguez de la Fuente, probablemente hoy no tendríamos lobos en nuestro país. Mucha gente no lo sabe, pero con su trabajo consiguió que la Ley de Caza de 1970 considerase al lobo como especie cinegética. A partir de ese momento dejó de ser una alimaña a la que había que exterminar. Hasta entonces, el lobo se podía matar con lazos, cepos, veneno, cogiendo cachorros de las madrigueras, e incluso la administración pagaba premios por cada lobo muerto. Que el lobo pasase a ser una especie de caza fue lo que le salvó de la extinción, ya que únicamente se le podía abatir con armas de fuego y durante los períodos establecidos anualmente para su captura. Luego llegaron muchas otras medidas de protección.
Para mí, estamos ante un rango muy amplio, de entre 1.500 y 3.000 lobos, dependiendo de las diferentes épocas del año
– ¿Es posible tener un censo más o menos preciso de la población de lobos en España?
Saber exactamente cuántos lobos hay es imposible. Son censos más o menos aproximados. Para el último censo, realizado entre los años 2012 y 2014, se intentó localizar y controlar a todas las manadas al mismo tiempo. Desde el Ministerio de Medio Ambiente se coordinaron y se unificaron los datos de todas las comunidades autónomas, estimándose un total de 297 manadas, varias de las cuales figuran como compartidas por dos o más comunidades limítrofes.
Este número hay que multiplicarlo por el número de individuos que componen cada manada, lo que está condicionado por muchos factores. Por ejemplo, el número de lobos que hay al final de la primavera, tras la cría, no es el mismo que al final del invierno. Para mí, estamos ante un rango muy amplio, de entre 1.500 y 3.000 lobos, dependiendo de las diferentes épocas del año.
– ¿Dónde están las poblaciones más saludables?
La población mayor está en Castilla y León, donde oficialmente hay unas 179 manadas, 152 al norte y 27 al sur del río Duero. Después viene Galicia, donde se calculan unas 84 manadas. Sigue Asturias, con entre 35 y 40 manadas. También hay algunas manadas en Cantabria, La Rioja y el País Vasco. En los últimos años, el lobo está reconquistando territorios al sur del Duero, tímidamente en el norte de Guadalajara y Madrid e, incluso, en Extremadura, donde cada vez hay más avistamientos e indicios de su presencia, aunque de momento no se ha confirmado su reproducción.
Lamentablemente, la especie ha ido desapareciendo poco a poco de Andalucía en las últimas décadas, dándose por virtualmente extinguida en el último censo. Por último, conviene destacar que en los Pirineos de Cataluña se han detectado hasta un total de 15 lobos diferentes desde el año 2000 y, en los últimos meses, algunos individuos han llegado a Aragón. Todos estos ejemplares están entrando desde Francia y pertenecen a la subespecie de lobo italiano.
– ¿Por qué decidiste dedicar tu vida a la defensa del lobo ibérico y a la divulgación?
Yo estudié biología porque siempre me gustó la naturaleza. Félix Rodríguez de la Fuente y sus documentales influyeron mucho en mí. Mi sueño era viajar, estar en contacto directo con los animales, de forma similar a como él lo hacía, e incluso acabar trabajando con él.
Cuando estábamos organizando el paso de ecuador, invitamos a Félix a ser el padrino de nuestra promoción. Pensábamos que no nos iba a hacer ni caso. Pero nos sorprendió a todos y aceptó nuestra propuesta. Además, nos ofreció a un pequeño grupo de estudiantes colaborar con el equipo de El Hombre y la Tierra en la crianza de una camada de lobos que había llegado al campamento de rodajes que tenía el equipo de TVE en Pelegrina, Guadalajara. Durante tres meses de verano, en 1975, allí estuvimos cinco o seis compañeros criando, estudiando y conviviendo día a día con aquellos lobeznos.
Félix sin duda marcó el inicio de una vida dedicada al estudio, A la divulgación Y a la desmitificación de este animal. Y en eso sigo hoy en día…
– ¿Cómo influyó haber trabajado con Félix Rodríguez de la Fuente?
Cuando terminamos, yo le propuse a Félix quedarme allí y continuar con la crianza y amansamiento de los lobos, a la vez que ayudaba y participaba en las grabaciones de El Hombre y la Tierra, siempre y cuando me permitiera ir a las prácticas y a los exámenes. Él aceptó y yo tardé un año más que mis compañeros en terminar la carrera. ¡Sin duda valió la pena!
Y a partir de entonces seguimos criando otras manadas y trabajando juntos hasta que, desgraciadamente, en 1980, Félix tuvo un accidente aéreo en Alaska y falleció. Con él aprendí muchas cosas de los lobos. Sin duda marcó el inicio de una vida dedicada al estudio, a la divulgación y a la desmitificación de este animal. Y en eso sigo hoy en día…
– ¿Cómo cambió el trabajo de Félix Rodríguez de la Fuente la forma en la que los españoles veían el lobo?
Fue fundamental. Si no hubiera sido por Félix, probablemente hoy no tendríamos lobos en España. Con sus programas de televisión, de radio, con sus libros y artículos, cambió la imagen negativa que se tenía del lobo. Salió en su defensa contra viento y marea. La gente empezó a ver al lobo como un animal que tenía todo su derecho a existir, que no solo provocaba daños, y que atesoraba grandes valores biológicos y culturales. El lobo es un competidor de los intereses del hombre desde el Neolítico, de ahí que en nuestra cultura occidental ganadera se le haya visto siempre como un enemigo… Algo que sigue pasando hoy día en los entornos rurales.
Félix consiguió evitar que el lobo se extinguiese en nuestro país, pero tampoco pretendía que se le protegiese estrictamente. Decía «que el lobo viva donde pueda y donde deba vivir». Hoy tenemos la población más numerosa de lobos de toda Europa Occidental, pero tampoco podemos pensar que puede haber lobos en todas partes. El lobo siempre ha sido un animal polémico, conflictivo y controvertido, y lo va a seguir siendo. En el siglo XXI hay que buscar el necesario equilibrio entre las diferentes visiones del lobo y entre los intereses de ganaderos, cazadores, científicos, conservacionistas, administraciones públicas… La coexistencia no solo es posible, sino que resulta imprescindible.
Lo que no se conoce ni se valora, ni se protege, ni se conserva. La divulgación es la mejor forma de informar. Los medios de comunicación y los documentales son una gran herramienta
– ¿Cómo es tu trabajo en la actualidad?
Soy el biólogo responsable del mantenimiento y manejo de los lobos en el Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León, en Robledo de Sanabria (Zamora), en donde actualmente se encuentran ocho ejemplares en condiciones de semilibertad. Tenemos un programa de educación ambiental, sensibilización y divulgación, e incluso de desmitificación sobre la especie, en el que procuramos que el público vea que el lobo no es tan fiero como lo pintan. Está teniendo bastante aceptación, pues hasta el momento han pasado más de 77.000 personas desde su inauguración hace poco más de dos años.
– A través de tu experiencia en documentales, ¿cómo influye el audiovisual a la hora de cambiar la imagen del lobo?
Lo que no se conoce ni se valora, ni se protege, ni se conserva. La divulgación es la mejor forma de informar. Los medios de comunicación y los documentales son una gran herramienta. En tiempos de Félix había dos canales de televisión y cuando sonaba la sintonía de El Hombre y la Tierra se paraba el país, se callaba la gente hasta en los bares. Ahora hay tal variedad de fuentes de información, tantos canales de televisión y a través de Internet, que los temas de naturaleza no reciben la misma atención.
– ¿Cómo contribuyen las nuevas tecnologías a la divulgación?
Las redes sociales tienen un gran poder de llegada, pero me parece que muchas veces se usan de forma equivocada. Las nuevas técnicas de grabación, las plataformas digitales de difusión, incluso la realidad virtual, sí son herramientas muy buenas para divulgar. Tienen la capacidad de atraer a la gente.
El problema que le veo a las redes sociales es que se difunde mucha información sesgada y manipulada. Esa información llega a mucha gente. En el caso del lobo, las personas que no están bien informadas se pueden dejar llevar por malas influencias que transmiten bulos o información incorrecta, como como los que difunden erróneamente que el lobo ibérico está en peligro de extinción y claman por la protección total y a ultranza de la especie en toda España. Lo cual es una utopía…
Una protección estricta sobre el papel no sirve para nada. En Andalucía está oficialmente protegido desde hace muchos años y no quedan lobos. En parte de Castilla y León (al norte del Duero) y en Galicia es una especie cinegética, se autorizan unos cupos de caza controlada, y la población está en aumento. El problema real contra el que habría que luchar es el furtivismo, que todos los años acaba con la vida de muchos más lobos que la caza «legal».
– Estas cazas controladas, ¿en qué se basan?
En Castilla y León, por ejemplo, al norte del Duero se establecen unos cupos. Se autoriza la caza de un 10% del censo, aproximadamente. Al sur del Duero no se puede cazar, está protegido. Pero sí se autoriza el control, por parte de las patrullas de la Guardería Medioambiental, en casos concretos de daños a las explotaciones ganaderas.
Cuando los daños son reiterados y se comprueba que son causados por lobos, se autoriza a matar un espécimen concreto que es conflictivo. Esto no evita que se haya caza furtiva. Se calcula que la mitad de los lobos que se matan son de forma furtiva.
– A veces se acusa al lobo de matar por matar, porque ataca de forma aparentemente indiscriminada los rebaños. ¿Por qué se produce este comportamiento con animales domésticos cuando no es así como las manadas cazan a presas salvajes?
Este es uno de los principales argumentos de los ganaderos, que el lobo mata más de lo que puede comer. El problema no es del lobo, sino del manejo que hacemos los humanos del ganado. Un lobo busca comer y conseguir el alimento de la forma que le cueste la menor energía posible. Cazar un corzo o un jabalí les cuesta mucho, pues estos animales corren y generalmente venden cara su vida… Para cuando consiguen coger a uno, los demás se han escapado.
Pero el ganado no se defiende, no está acostumbrado a pelear. Si además está concentrado en gran número en un sitio cerrado, en un corral, pues se provoca un estropicio. En ese momento, el lobo no tiene un mecanismo de inhibición de la agresividad, y ante la presencia de presas asustadas que no paran de correr delante de su hocico se puede pasar media hora pegando mordiscos. El problema es el mismo con perros descontrolados o zorros.
las nuevas tecnologías están avanzando a gran velocidad y van a aportar más garantías de seguridad, y nuevas oportunidades de convivencia pacífica entre el lobo y la ganadería
– Se ha hablado mucho del papel de la tecnología para mejorar la convivencia entre manadas de lobos y rebaños de ganado y pastores. ¿Qué se puede hacer?
Junto al acompañamiento y custodia de los ganados por parte de los pastores, tradicionalmente se han venido empleando medidas para intentar minimizar los daños de los lobos, como el uso de mastines, los vallados de protección fijos y móviles, los pastores eléctricos… Pero en los últimos años se están empezando a utilizar nuevos sistemas que están dando buenos resultados.
Los drones se usan para controlar al ganado a una cierta distancia. Además, cada vez incorporan más tipos de sensores. Hay sistemas GPS que controlan la localización de los rebaños y, a la vez, mandan datos sobre los niveles de adrenalina del ganado y avisan al ganadero de que algo está pasando. Estas nuevas tecnologías están avanzando a gran velocidad y van a aportar más garantías de seguridad, y nuevas oportunidades de convivencia pacífica entre el lobo y la ganadería.
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Imágenes: Carlos Sanz, Óscar Sánchez, Antonio Vázquez