Santiago Pérez es director de la unidad de psicología de la clínica HLA Montpellier. Está especializado en gestión del estrés y del miedo y en el trastorno de estrés postraumático, entre otras cosas. En esta entrevista, este profesional detalla el impacto que está teniendo en nuestras vidas el drama sanitario del coronavirus y el confinamiento.
Santiago recomienda no aislarse del mundo, pero también evitar seguir al minuto las informaciones que nos llegan. Aconseja aparcar las redes sociales y el WhatsApp en la medida en que son fuente constante de bulos y mantener las rutinas para no perder el sentido durante esta especie de ‘tiempo detenido’ que es la cuarentena.
Y advierte de que él y sus colegas tendrán mucho trabajo en los meses venideros para tratar el estrés postraumático que dejará la pandemia en los colectivos más afectados. Está convencido de que “saldremos adelante, aunque con cicatrices”. Y espera que de todo ello aprendamos.
– Empecemos con una pregunta muy general. En una situación tan complicada como la actual, ¿cómo puede hacer uno para lidiar con el estrés, la ansiedad y el miedo?
Vivimos una época completamente excepcional, así que debemos tomar decisiones excepcionales. En primer lugar, es necesario comprender que durante estos días somos una montaña rusa emocional. Así que, lo primero que hay que comprender es que toda emoción hay que validarla. Es decir, si me siento triste necesito, hay asimilarlo y aceptarlo. Así como buscar un espacio de tranquilidad y dejar que se exprese.
Llorar es necesario. Si sentimos ansiedad, podemos intentar expresar cómo nos sentimos con una persona de confianza. Alguien que no nos va a juzgar, que nos va a permitir vaciar nuestros miedos. Si estos síntomas se repiten, y no podemos gestionarlos, debemos contactar con un profesional de la salud mental.
– Estamos expuestos a decenas o cientos de noticias sobre la evolución del coronavirus. Por no hablar de los muchos mensajes, algunos bulos y comentarios de personas más o menos cercanas que nos llegan sobre la pandemia por las redes sociales. ¿Cómo lidiamos con este torrente para mantener a raya los pensamientos negativos paralizantes?
En este tema hay que ser taxativo: sólo hay que recibir la información necesaria y de fuentes oficiales. Los bulos son una epidemia en la sombra. Al vivir confinados corremos el riesgo de entrar en una neurosis permanente, donde estemos ‘centrifugando’ constantemente los mismos pensamientos. No somos conscientes, pero nuestros nuevos estímulos están reducidos.
“Sólo hay que recibir la información necesaria y de fuentes oficiales. Los bulos son una epidemia en la sombra”
Tampoco es solución no recibir ningún tipo de información. Eso sería una negación de la realidad y estaríamos alimentando vivir en evitación como estilo de afrontamiento. Leer y ver una vez al día, y de fuentes oficiales, nos permitiría tener un contacto sano con la realidad. Cuarentena a WhatsApp.
– Las personas que no han sido infectadas o están pasando un contagio asintomático, sin embargo, mantienen una actitud hipervigilante de su estado de salud. Esto está provocando una verdadera paranoia en muchos, que ven síntomas del coronavirus donde no los hay. ¿Cómo se se puede combatir esta obsesión?
Hay que discernir entre dos aspectos. El primero estaría relacionado con personas que previamente ya padecían hipocondría. Esta población está especialmente afectada, ya que su miedo a contagiarse se ha acrecentado en estas semanas La regulación de sus emociones en estos casos es muy complicada.
“En la sociedad en general aparece un recuerdo atávico de miedo. Nuestro sistema entra en estado de supervivencia”
Por otro lado, en la sociedad en general aparece un recuerdo atávico de miedo. Nuestro sistema entra en estado de supervivencia. Cuanto más vigilantes estemos, más posibilidades existen de que detectemos los síntomas.
Paradójicamente, esta actitud hipervigilante hace que nuestro sistema inmune descienda, ya que tenemos miedo, estrés, etcétera, con lo que las posibilidades de contagio aumentan. Así que hay que intentar ser cautos y realistas. Seguir las instrucciones que marcan los especialistas y no caer en la psicosis colectiva.
– En estos días, millones de padres conviven 24 horas en casa con sus hijos. ¿Cómo se le cuenta lo que está pasando a un menor, sobre todo a los más pequeños?
Esta cuestión es fundamental. Con un niño siempre hay que utilizar un lenguaje apropiado a su edad y abordar la comunicación desde la verdad. No es necesario entrar en detalles, pero sí explicar qué está ocurriendo para que el niño lo pueda elaborar. Podemos utilizar cuentos, dibujos, marionetas…
La parte más importante es recoger sus sentimientos e inquietudes, que él nos exprese cómo se siente y observar sus emociones durante estos días. Nunca debe convertirse en un tema tabú. Correríamos el riesgo de que disocie lo que está pasando, generando un pozo negro de información durante esta etapa vital.
El niño necesita darle una coherencia a esta historia. Ponerle en contacto con otros niños es vital y se puede hacer a través de llamadas o videoconferencias. Así conseguirá poder transmitir a un igual y con su lenguaje las inseguridades que es probable que esté reprimiendo.
– Reírnos o tomarnos a guasa lo que ocurre en un momento en que tanta gente está hospitalizada y el número de fallecimientos es alto, en principio no parece muy procedente. Pero, desde un punto de vista psicológico, ¿es recomendable quitarle hierro al asunto y verlo de otra forma?
Es bueno ser realista y respetuoso. El humor está muy relacionado a nivel antropológico con la agresividad suprimida. Así que es un modo de regulación que nos ayuda a procesar la información dolorosa. Podemos utilizarlo para sentirnos mejor con nosotros mismos y no estar en ese constante estado de alerta del que hablábamos antes.
Pero es una situación que requiere que toda la población actúe con responsabilidad, integridad y respeto. La persona que tenemos delante en el supermercado puede haber perdido un familiar y no ha podido despedirse.
– Parece que vamos a estar unas cuantas semanas confinados. ¿Cómo hace uno para no perder el sentido del tiempo?
Perder el sentido del tiempo es algo normal en una situación de confinamiento. Nuestros ritmos circadianos están alterados y la falta de interacción social puede llevarnos a distanciarnos de la realidad. Las rutinas son fundamentales. Es bueno tener horarios para levantarnos y acostarnos. Llevar un diario es una herramienta clave, nos permite tomar contacto con nosotros mismos y comprobar cuál está siendo nuestra evolución.
“Hay que intentar ser cautos y realistas. Seguir las instrucciones que marcan los especialistas y no caer en la psicosis colectiva”
– ¿Hasta qué punto son importantes las rutinas y la alimentación en estas semanas de reclusión?
Precisamente, como hablábamos antes, tener horarios para levantarnos y hacer ejercicio son fundamentales. Además, el que tenga el privilegio de que le pueda dar el sol, ha de tomarlo. Nuestra mente puede desorientarse y desconectarse del mundo en una situación como esta. Este orden permite a nuestro cerebro orientarse en espacio y tiempo. Que el cambio no sea muy brusco y que todos los días tengamos contacto con la realidad.
– Parece que el pijama está prohibido para andar por casa. ¿Por qué?
El pijama está para dormir, al igual que la cama. Si lo relacionamos con otros momentos del día, puede llevarnos a desarrollar trastornos del sueño. Nuestra psique necesita relacionar el pijama al descanso. Al salir de casa diariamente, este escollo está salvado.
“Perder el sentido del tiempo es algo normal en una situación de confinamiento”
Nuestro cerebro es bidireccional, si no le metemos actividad, él no nos la va a pedir. Así podemos entrar en un estado de aletargamiento que aumentará nuestra tristeza e indefensión.
– En una situación de estrés como la actual, ¿cuándo deberíamos acudir en busca de ayuda a un profesional de la psicología?
En el punto en que veamos que esta situación nos supera. Mente y cuerpo son uno. Esta época puede llevarnos a experimentar emociones desconocidas, sentimientos inconscientemente reprimidos que pueden manifestarse de forma variopinta. Surgen roces de convivencia con pareja, hijos o familiares, y no tenemos a dónde escapar. Hay personas con patologías previas que esta situación está agravando. O población que está perdiendo seres queridos. Amén de todos los profesionales sanitarios que están enfrentándose a dificultades y dolor.
“Todos podemos tener la necesidad de ir a un psicólogo. Esto no significa que seamos más débiles”
Debemos comenzar a dar un salto como sociedad sobre los tabúes de los psicólogos y demás profesionales de la salud mental. Todos podemos tener la necesidad de ir a un psicólogo, al igual que podemos ir al ginecólogo. Y esto no significa que tengamos una patología o seamos más débiles.
– En muchos episodios complicados, lo peor viene despuési. Es el llamado estrés postraumático. ¿Cree que esta pandemia va a tener consecuencias una vez se resuelva?
Este es el gran caballo de batalla y el objetivo terapéutico que desarrollamos: intervenir para que no desarrollemos esta patología. Particularmente, me dedico fundamentalmente al tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TEPT). Y, sin duda, estamos llegando a niveles de impacto proclives a su desarrollo. No de forma globalizada, pero sí específica. Fundamentalmente en el personal sanitario, así como en el personal de seguridad ciudadana y familiares de fallecidos.
La intervención que estamos llevando a cabo tiene como fin último que estas personas puedan realizar su trabajo con las menores secuelas psicológicas. Hay que tener en cuenta que el TEPT comienza a manifestarse a partir de los tres meses, así que habrá que esperar ese tiempo para valorar los daños.
– ¿Y cómo podremos superar estos rescoldos psicológicos de la pandemia en el futuro, en los próximos meses o años?
A todos los profesionales de la salud mental nos espera un trabajo duro y duradero para que estos rescoldos no sean definitivos. A cada persona le va a afectar de una forma completamente diferente, así que habrá que actuar como un traje a medida. Acompañar a cada persona en su proceso particular. El humano, como sociedad, es resiliente por naturaleza. Saldremos adelante, pero con cicatrices. La parte importante es que no olvidemos que están, que las miremos de vez en cuando para aprender.
“Es probable que al principio seamos desconfiados, pero más adelante volveremos a recuperar la esencia”
– La pandemia de repente nos ha hecho consciente de lo vulnerables que somos y dicen algunos que podría cambiar el orden de valores. ¿Cree que, en términos generales, saldremos de esta crisis sanitaria dando más importancia a aquello que realmente se lo merece?
El humano es el ser más social que existe. Así que debemos apoyarnos y conectarnos en las personas que queremos. El tiempo nos dirá si hemos aprendido, si como grupo y como individuo actuamos de forma diferente.
El humano es su memoria, para lo bueno y lo malo, y esta carencia de afecto nos está dejando anémicos. Es probable que al principio seamos desconfiados, pero más adelante volveremos a recuperar la esencia. Sin duda esto nos cambiará, tendremos que ver hacia dónde queremos virar el timón.
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