Después de cerca de dos meses de restricciones para frenar la propagación de la pandemia de COVID-19, comienza la fase de coexistencia con el virus. Poco a poco, tiendas y bares vuelven a abrir, las calles se llenan de gente y ruidos. Hemos aprendido que las mascarillas son una protección necesaria en los lugares públicos y que debemos mantener una distancia de seguridad. Estos conceptos también son válidos en la calle, en la playa o en un parque. Pero ¿cuál es el riesgo real de contagio al aire libre?
Las reaperturas conllevan nuevas precauciones. Muchos se preguntan si con la vuelta a una especie de normalidad, y la posibilidad de salir regularmente, existen riesgos más elevados y concretos de infectarse. En general, se puede decir que el peligro de contagio al aire libre es mucho menor que en un ambiente cerrado. Todos los expertos concuerdan con esto, sin embargo, recuerdan también que la probabilidad existe.
Estos meses nos han enseñado que el coronavirus se propaga principalmente a través de pequeñas gotas de saliva (droplet o microgotas). Las personas infectadas emiten estas partículas al toser, estornudar, hablar e incluso respirar durante un esfuerzo. Las gotas más grandes permanecen en el aire durante muy poco tiempo y caen sobre las superficies. En cambio, las gotas más pequeñas pueden permanecer en suspensión durante varios minutos.
usar siempre la mascarilla
Por tanto, por incómodo que sea, debemos entender que guardar un metro y medio de distancia y taparnos la boca al toser no es suficiente, también es imprescindible llevar una mascarilla. Como ha confirmado recientemente la OMS, el virus también puede propagarse a través de gotitas más pequeñas emitidas mientras se habla que flotan en el aire antes de evaporarse. Además, estas gotitas también pueden ‘cabalgar’ el polvo en suspensión y otras partículas microscópicas. Esta es la conclusión a la que llegan tres diferentes estudios publicados en agosto (1, 2, 3).
Sin embargo, algunos científicos consideran que es difícil estimar el riesgo real de infección con estos resultados. «No estoy segura de si (la carga viral) es lo suficientemente alta como para que alguien se infecte. La única conclusión que puedo sacar es que es posible cultivar virus vitales muestreados en el aire, y admito que no es poco», dijo Angela Rasmussen, viróloga de la Universidad de Columbia en Nueva York, entrevistada en el mes de agosto por el ‘New York Times’.
Según una investigación de la Universidad de Oxford y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), las gotitas de saliva emitidas al toser, estornudar o cantar podrían alcanzar distancias de hasta casi ocho metros. Por eso, explican los autores, para fijar la distancia ideal se debe considerar siempre el contexto, la duración del contacto, la cantidad de personas presentes, la fuerza con la que se emiten las gotas de saliva y otros elementos. En lo que respecta a los lugares abiertos y bien ventilados, hay que valorar que, si coinciden muchas personas sin mascarilla, incluso una reunión breve puede implicar riesgos.
Probabilidad de contagio al aire libre
De hecho, debemos recordar que la cantidad de virus con la que entramos en contacto es decisiva para el contagio. Nuestro sistema inmunitario está equipado para vencer inmediatamente una pequeña tropa de invasores. Las cosas cambian cuando la presencia de partículas virales en el cuerpo se eleva. Por lo tanto, el riesgo aumenta si permanecemos cerca de una persona infectada durante mucho tiempo. Y esto también puede ocurrir al aire libre, por ejemplo, en la terraza de un bar.
En el exterior, las partículas de coronavirus (viriones) emitidas con las microgotas se diluyen rápidamente en el aire. Esto reduce la posibilidad de respirarlas en cantidades peligrosas. Un solo virión no es suficiente para causar una infección y un sistema inmunitario sano lo destruye fácilmente antes de que pueda causar daño. La investigación sobre la cantidad de viriones de coronavirus necesaria para causar una infección aún no es definitiva. Las estimaciones oscilan entre varios cientos y varios miles de partículas virales. Una persona infectada con una alta carga viral puede emitir hasta 200 millones de partículas virales con un estornudo.
Muchos temen que una ráfaga de viento pueda transportar el virus por varios metros. En realidad, el viento tiende a dispersar las partículas y reducir significativamente su concentración, bajando el riesgo de infección. Las evidencias científicas sobre los riesgos de contagio al aire libre son actualmente esporádicas, aunque no deben subestimarse. Un estudio realizado en China con el análisis de 7.300 personas positivas descubrió que solo en un caso la infección se había producido al aire libre. Justo después de una conversación entre un hombre de 27 años y un conocido que acababa de regresar de Wuhan.
Playas, piscinas, bares y restaurantes
Varios expertos han explicado al ‘New York Times’ que el estudio chino nos recuerda que el riesgo de contagio al aire libre es menor, pero existe. Sobre todo en circunstancias particulares: por ejemplo, una persona que permanezca durante mucho tiempo y sin protección en contacto cercano con un individuo contagiado. Mientras se realiza actividad física, se exhalan grandes cantidades de aire y esto aumenta la probabilidad de que un contagiado propague los viriones. Eso sí, los investigadores consideran muy poco probable que la transmisión pueda tener lugar entre dos personas que se cruzan por la calle, o al ser superados por corredores y ciclistas. El tiempo de ‘contacto’ en este caso es muy bajo para constituir un riesgo real.
Este virus lleva con nosotros solo unos meses, y aún no hemos podido estudiarlo en todas las situaciones. No conocemos los riesgos reales de frecuentar lugares veraniegos como piscinas o playas. Según los conocimientos actuales, y los de otros virus, el contagio a través del agua es poco probable por la gran dilución de las partículas virales y por la presencia de desinfectantes como el cloro y la sal. No obstante, el contagio podría ser posible si hubiera una aglomeración de personas en la piscina, en la orilla del mar o incluso en el agua.
En los restaurantes, incluso en las terrazas, la situación podría ser más problemática, debido al mayor tiempo de permanencia y la cercanía entre personas. Sería mejor acudir solo a locales que garanticen una distancia correcta entre las mesas. Lo ideal sería, además, compartir espacio solamente con personas con las que vivimos, o con miembros de la llamada ‘burbuja social’. Las mesas llenas de amigos que ya estamos viendo en estos días no son lo más prudente.
Es mejor crear una ‘burbuja social’
Las reuniones entre amigos pueden tener lugar al aire libre, siempre y cuando no creen una aglomeración, se respete la distancia y se lleven las protecciones individuales. Lo mismo en reuniones privadas: mejor quedar con personas que pertenecen a un grupo social estable, minimizando los contactos con miembros externos. Puede ser difícil para los niños comprender que no pueden acercarse demasiado a sus amigos o incluso a los adultos. Es por eso que siempre deben ser supervisados.
Incluso si la presencia del virus en las superficies no es tan estable, es una buena precaución tener cuidado con tocar mesas, platos, vasos y cubiertos. Especialmente porque comer y beber implica quitarse la mascarilla. De hecho, se ha demostrado que las mascarillas reducen el riesgo de contagio, sobre todo los que se producen por contacto con infectados asintomáticos. Un trabajo reciente ha estimado que un minuto hablando en voz alta puede generar entre 1000 y 100.000 microgotas con partículas de virus suspendidas en el aire. Por esta razón, también se debe prestar atención a la insonorización, ya que en los locales caóticos hay una tendencia a gritar que aumenta el riesgo de contagio.
La precaución más importante sigue siendo la del distanciamiento físico. Es una cautela suficiente para reducir en gran medida el riesgo de contagio al aire libre. En caso de no poder mantener el distanciamiento en todo momento, es recomendable usar la mascarilla. Sin exagerar con medidas como las adoptadas en Qatar, donde se prevén tres años de prisión para aquellos que no la usan. Pero es importante tenerla siempre a mano y protegerse cuando haya algún riesgo.
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Imágenes | Mladen Borisov/Unsplash, Dan Gold/Unsplash, Phil Coffman/Unsplash, United Nations COVID-19 Response/Unsplash
Muy interesante. Soy vendedora en Madrid capital. Nos están poniendo muchas trabas para empezar a reabrir nuestros negocios. Cuando en centros comerciales es mucho más peligroso. Algún artículo de ustedes sería importantusimo para hacer entender al gobierno y sanidad q tenemos muchísimo menos riesgos. Entiendo q controlando en todo momento el aforo del personal q nos visite. Muchas gracias. Un saludo de una vendedora ambulante q lo único q quiere es poder empezar cuanto antes