94.000 infectados y subiendo. Contagios en más de 60 países con focos importantes en China, Italia, Corea del Sur e Irán. Una situación cerca de ser considerada pandémica. La información sobre el nuevo coronavirus se propaga más rápido que la enfermedad.
Navegar entre datos, opiniones de expertos (reales o no), titulares alarmistas e informaciones complacientes es, hoy, mucho más complicado de lo que parece. Las dudas y los miedos se acumulan en una situación de aparente alarma y se cruzan con mensajes tranquilizadores que tampoco nos acabamos de creer. En estos casos, siempre es mejor acudir a los que más saben y la información oficial, contrastada y actualizada.
Sonia Zúñiga, experta en coronavirus e investigadora del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC, el primer laboratorio del mundo en desarrollar un sistema de ingeniería genética para manipular el genoma de los coronavirus, atiende a Nobbot para hablar del presente y el futuro del coronavirus.
¿El coronavirus es como el virus de la gripe?
– Se ha repetido mucho, pero ¿en qué se parece el nuevo virus al que provoca la gripe?
Es importante puntualizar que el virus se llama SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-2019. El virus, en sí mismo, es completamente distinto al de la gripe. No tiene nada que ver a nivel biología. Pero el tipo de sintomatología que causa sí es similar. Los primeros síntomas son fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular, tos seca…
La gripe nos suena a todos. Así que la comparación entre ambos se está usando para que la gente sepa a qué asociar los síntomas si los sufre. Para que la gente no esté alarmada, conozca las precauciones que hay que tomar… El coronavirus no es el virus del ébola.
Ahora mismo, con las cifras que tenemos, el SARS-CoV-2 es equivalente a una gripe pandémica. La gripe estacional, la de todos los años, tiene una mortalidad mucho más baja, aunque infecta a muchísimas más personas. En números absolutos, la gripe estacional es peor. En números relativos, el SARS-CoV-2 es comparable a situaciones de gripe pandémica, como la de 2009, en las que la población no tiene una inmunidad previa. Tenemos unas tasas de mortalidad que fluctúan entre el 1% y el 2% de los contagiados.
Las mascarillas frente al coronavirus
– Si no es tan peligroso, si se llama a la calma, ¿por qué esa sensación de emergencia de salud pública?
Es un virus nuevo. Desconocido. No hay vacunas y los tratamientos antivirales son experimentales, aunque parece que están funcionando bastante bien. La única manera de parar esto es la contención. De ahí las medidas dramáticas de cuarentena que se han aplicado en algunos países. Son medidas que funcionan, pero que generan una sensación de alarma. Hay que estar preparados. Alerta, pero tranquilos.
«En verano es probable que la temperatura alta y el incremento de la radiación solar ultravioleta dificulten la supervivencia del virus».
– ¿Las mascarillas sirven para frenar el contagio?
Para la población general no son necesarias. Creo que, de hecho, es contraproducente que la gente lleve mascarillas por la calle. Invitan a relajarse y a pensar que se está protegido, cuando es más importante lavarse las manos.
Sí que son necesarias para aquellas personas que estén enfermas, para no contagiar al resto. Eso sí, tienen que ser mascarillas que filtren, no la típica mascarilla quirúrgica que deja pasar el aire. Y son también necesarias para el personal sanitario que esté en contacto con enfermos o sospechosos de estarlo.
– ¿Es cierto que para contagiarse hay que estar un mínimo de 10 minutos con alguien infectado?
La infección funciona como con cualquier otro virus respiratorio. Este tipo de medidas, al igual que la de mantener un metro de distancia, son eficaces. Estos virus no vuelan por el aire por sí mismos. Van en las gotas que expulsamos al hablar y al toser. Si uno tose sin taparse o tapándose con la mano y luego toca una superficie, el virus puede sobrevivir hasta tres días.
¿El calor acabará con el SARS-CoV-2?
– Entonces el virus aguanta hasta 72 horas fuera del organismo.
Depende de las condiciones del entorno. Estos virus son muy sensibles al calor, a la luz ultravioleta y a detergentes. Así que su supervivencia fuera del organismo depende del tipo de superficie y de su entorno.
– ¿Es de suponer entonces que la primavera y el verano acaben con la elevada tasa de contagios?
Es probable que ayude, sí. La temperatura alta y el incremento de la radiación solar ultravioleta dificultarán la supervivencia del virus. En segundo lugar, la gente tiende a estar más en espacios abiertos. Y donde hay menos aglomeración de personas, hay menos contagios.
La situación es peor de lo que nos cuentan, ¿o no?
– Uno de los argumentos más repetidos estos días es que China y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ocultan la gravedad de la situación.
En el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) llevamos 35 años trabajando con coronavirus. Cuando surgió el coronavirus de 2002, el SARS-CoV, estábamos muy al día de lo que pasaba. Y lo mismo cuando apareció el MERS-CoV en 2012. En la actualidad, nuestra impresión es que no se ha ocultado nada, más bien todo lo contrario.
China tenía la lección muy bien aprendida después del SARS de 2002. Entonces se tardó bastante tiempo en saber que existía el virus y a qué nos enfrentábamos. En el caso actual, la información se ha liberado muchísimo más rápido. Se ha descrito rápidamente, se ha secuenciado el genoma del virus, se han puesto en marcha tests de diagnóstico que se han repartido por todo el mundo… La información fluye.
La OMS ha posibilitado que la información sobre los tests diagnósticos y el virus está disponible para todo el mundo. No solo no está ocultando nada, sino que está haciendo un esfuerzo por compartir todo muy rápido.
«Ya tenemos una idea de qué genes podemos modificar para crear virus atenuados, que no propaguen. Virus candidatos a vacuna».
– Si no parece haber contagios entre niños, ¿por qué cerrar colegios?
No es que los niños no se contagien. Son tan susceptibles como el resto. Lo que ocurre es que tienen un sistema inmunológico más fuerte y suelen ser asintomáticos. Pero se infectan y lo transmiten como el resto.
La medida de cerrar colegios busca evitar que se reúna mucha gente en espacios cerrados. Además, los responsables de salud pública lo saben mejor, pero supongo que es más complicado mantener unas medidas de higiene estrictas entre niños que entre adultos.
La búsqueda del paciente cero
– ¿Por qué no han aparecido los pacientes cero de Italia y España?
En Italia es probable que el paciente cero fuese una infección bastantes semanas antes del primer caso del que se tuvo constancia. Es muy complicado trazar hacia atrás. Requiere una investigación muy exhaustiva, que las personas se acuerden de todo el mundo con el que estuvieron en las últimas dos semanas…
La situación en España es similar. Aquí parece que el virus no lleva tanto tiempo circulando, por lo que probablemente sea más fácil encontrar el paciente cero.
– Varios casos en España no tienen un vínculo epidemiológico claro. ¿Es posible que nos estemos saltando algo?
Encontrar este vínculo es sencillo cuando es obvio. Pero, si no, requiere un trabajo de investigación importante. En este momento, la búsqueda del paciente cero o caso índice se lleva a cabo, pero lo prioritario es frenar el contagio. Con el tiempo, se acabarán encontrando.
– ¿Cuáles son las posibilidades de que el SARS-CoV- 2 se quede como un virus estacional?
Hay opiniones para todos los gustos. La mortalidad de este virus no es muy alta y su facilidad de transmisión es más elevada que la que existía con el SARS de 2002 o el MERS. Además, existen muchos individuos asintomáticos con capacidad de contagio. Entonces, hay muchos epidemiólogos que opinan que la posibilidad de que haya brotes recurrentes en el tiempo es realista. Pero no lo vamos a saber hasta que pase el tiempo.
El desarrollo de una vacuna del coronavirus
– ¿En qué se parece este virus al SARS-CoV de 2002?
El 80% del genoma es similar. Muchas proteínas y la organización de los genes son similares. Al igual que en el SARS de 2002, el origen está en murciélagos. También se parece mucho en sus consecuencias: infección respiratoria que puede llevar a neumonía severa.
Ambos virus se diferencian en que el SARS-CoV-2 tiene una mortalidad menor; y el periodo de incubación es relativamente largo y los individuos asintomáticos pueden diseminar el virus.
– El trabajo del CNB fue pionero con el SARS-CoV. ¿Cómo puede ayudar la experiencia con este a desarrollar la vacuna?
Llevamos mucho trabajando con los coronavirus. Sabemos mucho sobre qué hace que estos virus maten o no, causen una enfermedad severa o no. Además, fuimos el primer laboratorio del mundo que ideó un sistema de ingeniería genética para manipular el genoma de estos virus. Este conocimiento lo aplicaremos al SARS-CoV-2.
Por un lado, digamos que ya tenemos una idea de qué genes podemos modificar para crear virus atenuados, que no propaguen. Virus candidatos a vacuna. Por otro lado, también podemos tener una idea de las rutas celulares que el virus utiliza durante la infección. Rutas que pueden ser el objetivo de terapias antivirales. Es decir, podemos trabajar en prevención y en curación.
«La mejor protección son las medidas de higiene. Lavarse bien las manos. Taparse con el codo al estornudar y al toser. Evitar estar en contacto cercano con personas que muestran síntomas».
– Siendo optimistas, ¿cuándo podría tenerse una vacuna operativa?
Existen varios tipos de vacuna. Las que son más rápidas de hacer se basan en una de las proteínas del virus. Solo se manipula la proteína que hace que el virus infecte las células, por lo que no necesitan permisos especiales. Su desarrollo es rápido, pueden estar disponibles en cuestión de meses, y pueden funcionar. Pero su protección puede ser limitada en el tiempo y conllevar problemas asociados.
El tipo de vacunas que hacemos nosotros son vacunas que protegen durante más tiempo, como las que nos ponemos de niños. Parten de la reconstrucción del virus entero, por lo que se necesitan permisos especiales para desarrollarlas. Su desarrollo lleva entre cuatro y seis meses. Luego hay que probarlas en varios modelos animales, lo que suele llevar otros dos meses. Y después hay que cumplir con todos los requisitos y ensayos clínicos exigidos por cada una de las agencias de regulación de medicamentos.
Siendo optimistas y en una situación de emergencia como la actual, se tarda entre uno y dos años. Los plazos son los que son. En nuestro caso, hemos obtenido ya el permiso de la comisión de seguridad biológica del Centro Nacional de Biotecnología. Y ahora hemos pedido permiso al Ministerio de Transición Ecológica, donde lo evalúa la Comisión Nacional de Bioseguridad, que se reúne una vez al mes. Creemos que a finales de marzo tendremos permiso para trabajar con el virus. Mientras tanto, avanzamos en el resto de trabajo, diseñando trozos de virus…
Remedios caseros y protección frente a los bulos
– Cebolla, aceite de sésamo, ajo, enjuague bucal, orina… Abundan los consejos caseros. Pero ¿cuál es la mejor forma de protegerse frente al nuevo virus?
La mejor protección son las medidas de higiene. Lavarse bien las manos. Taparse con el codo al estornudar y al toser. Evitar estar en contacto cercano con personas que muestran síntomas. Todo lo que se dice sobre alimentos que protegen no tiene ninguna base científica.
– Si tenemos un viaje a Italia o a China planeado, ¿es mejor evitarlo?
Si uno va a viajar por placer a alguno de los focos de contagio, como el norte de Italia, la provincia china de Hubei, Corea del Sur o Irán, y puede cancelar el viaje, mejor. Pero si no se puede evitar, hay que tomar medidas de precaución estrictas. Y, cuando se regresa, siempre que sea posible, ser precavido. Ser consciente de que se ha estado en riesgo y estar muy atento a la aparición de cualquier síntoma.
– ¿Dónde informarse para protegerse frente a los bulos?
Una de las grandes diferencias que está habiendo frente a epidemias anteriores es la cantidad de información sin base científica que circula. Es difícil de combatir. Si uno quiere informarse tiene que acudir a fuentes fiables: el Ministerio de Sanidad, los portales de salud de las comunidades autónomas, las circulares con recomendaciones que se envía a los trabajos, la Organización Mundial de la Salud… Fuentes contrastadas y actualizadas.
No hay que fiarse de lo que diga alguien en una red social. Sea quien sea. Lo fiable es la información oficial, contrastada y actualizada.
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Imágenes | Agencia SINC/Álvaro Muñoz, CNB, OMS, Pixabay/iXimus, Wikimedia Commons/Zoheir Seidanloo