Despertador. Ducha. Café. Metro. Oficina. Reunión. Metro. Supermercado. Gimnasio. Cocina. Netflix. La lista de tareas y obligaciones de un día normal puede ser muy estresante. Sin embargo, no es en esta lista infinita donde está el origen del estrés, sino en nuestra respuesta. Un día podemos estresarnos por una simple llamada imprevista y al siguiente salir airosos y sin canas nuevas de un problema de grandes dimensiones.
Nuestra respuesta a situaciones de estrés ha sido estudiada en muchas ocasiones. ¿Supervivencia? ¿Ansiedad? ¿Instintos prehistóricos que nos fallan? Ahora parece que la edad podría jugar un papel fundamental. ¿Nos estresamos menos cuanto más mayores somos? ¿Cambia nuestra sensación de peligro cuanto más cercanos estamos a la jubilación?
El debate: qué es el estrés
Para la mayoría de nosotros, la palabra estrés tiene un significado negativo. Puede, incluso, que lo consideremos una enfermedad. Es un término cargado de subjetividad. Por eso, “no es un término muy útil para la ciencia, porque su alta subjetividad dificulta la capacidad de definirlo”, señalan desde el American Institute of Stress.
Sin embargo, sí existe una definición básica ampliamente aceptada. Así, viene a englobar las reacciones fisiológicas del organismo para afrontar una situación que se percibe como amenazante. El estrés no es, ni mucho menos, una reacción exclusivamente humana. Además, puede tener un efecto positivo, conocido como eustrés, o negativo, el llamado distrés, que nos causa fatiga, ira o ansiedad.
La relación entre el eustrés y el distrés es estrecha y compleja, ya que los mismos estímulos generan reacciones positivas o negativas en distintas personas y/o animales. El debate está muy abierto y conocer el origen de esta reacción intensa e irracional es esencial para profundizar en la materia.
Cuando falla el instinto de supervivencia
O luchas o escapas. En la naturaleza, ante una situación de peligro, no hay muchas más opciones. Frente a una amenaza, el instinto de supervivencia toma el control. “Emocionalmente, sentimos miedo e ira de forma intensa. Psicológicamente, nuestros sentidos se agudizan y somos capaces de tomar decisiones rápidas. Físicamente, recibimos una inyección de adrenalina, el ritmo cardíaco se dispara y aumenta nuestra sensación de fuerza y resistencia”, explica Jim Taylor, en Psychology Today.
Todo esto, automáticamente. La reacción de estrés está programada en nuestros cuerpos. Sin ella, nuestros ancestros, y los de todos los animales, no habrían sobrevivido. Y, probablemente, no seríamos lo que somos hoy.
La evolución de la sociedad humana en los últimos siglos ha sido vertiginosa. La nuestra, como seres biológicos, no le ha seguido el ritmo. Por eso el estrés, reacción clave durante milenios, podría estar fallándonos. “Al contrario que en el pasado, las amenazas en el siglo XXI no son ni inmediatas, ni predecibles, ni comprensibles, ni controlables”, continúa Taylor. Nuestro cuerpo, sin embargo, continúa reaccionando como si tuviese que escapar de un predador.
El estrés cambia con la edaD
El estrés y el instinto de supervivencia están ligados. Entonces, ¿se apaciguan con la edad los mecanismos que nos llevan a tener esta reacción de luchar o escapar? Esto es lo que se preguntaron un grupo de investigadores de Reino Unido, de las universidades de Glasgow, Newcastle, St Andrews, Sheffield y Plymouth, financiados en parte por el proyecto europeo ECOTELLO. Sus respuestas acaban de ser publicadas en el Royal Society Open Science.
La reacción que se genera ante una situación de estrés da prioridad a procesos en pos de la supervivencia. Se produce un cambio de prioridades por la liberación de hormonas que suprimen temporalmente el comportamiento que no es fundamental para la supervivencia inmediata, como la alimentación o el deseo de procrear. ¿Y qué pasa a medida que envejecemos?
El equipo se planteó si la edad biológica (medida no en los años desde el nacimiento, sino en función de la longitud de los telómeros, los extremos de los cromosomas, de los glóbulos rojos) generaba cambios en la respuesta al estrés. Lo pusieron a prueba en dos poblaciones de estorninos, de igual edad cronológica, pero manipuladas para que tuviesen diferente edad biológica.
Los investigadores descubrieron que las aves con un mayor desgaste de los telómeros presentaban concentraciones de corticosterona, una hormona involucrada en la regulación de las respuestas al estrés, menores y que sus niveles regresaban antes a los niveles considerados normales. Así, señalaron que, a mayor edad, menos intensa es la reacción de estrés.
Pero a la vez nos hace más viejos
“Nuestros resultados ofrecen una explicación nueva al fenómeno de la programación del desarrollo de la respuesta al estrés: los cambios observados en la fisiología del estrés a consecuencia de la exposición a adversidades al principio de la vida pueden ser un reflejo de cambios en el envejecimiento”, señalan los investigadores.
¿Qué quiere decir esto? Que no solo el estrés se sufre menos a edades biológicas avanzadas, sino que la exposición a amenazas (y su reacción de supervivencia/estrés) a edades tempranas puede impulsar el envejecimiento biológico. Además, “un grado elevado de adversidad al principio de la vida puede resultar particularmente dañino”, concluyen.
¿Estresado? Esperemos que, con la edad, como les pasa a los estorninos, tus niveles de corticosterona bajen y te tomes las cosas con más calma. Eso sí, puede que cuanto más estresados estés antes envejezcas y antes te relajes. Y recuerda, no te enfades con él, el estrés, probablemente salvó a tus tátara tatarabuelos de las garras de un león.
En Nobbot | Instagram es la red social más perjudicial para la salud mental
Imágenes: iStock