El cerebro representa tan solo el 2% de nuestro peso, pero consume el 20% de los recursos energéticos. Es el órgano más complejo e interesante del cuerpo, en el que se originan pensamientos y emociones. Es causante de grandes descubrimientos científicos y obras de arte conmovedoras, pero también de crímenes y guerras.
Hace un siglo que el matrimonio formado por Cécile y Oskar Vogt desarrolló los primeros estudios sobre anatomía cerebral, base de la neurociencia. Desde entonces, técnicas como la resonancia magnética funcional y las tomografías nos han acercado a la comprensión de un órgano capaz de contener más de 86.000 millones de neuronas. Pero, aunque queramos aprenderlo todo de él, son muchos los enigmas sobre el cerebro que todavía no hemos revelado.
¿Qué es la consciencia?
La consciencia nos permite darnos cuenta de que existimos, nosotros y el mundo que nos rodea. Pero, ¿cómo se procesa esa información? Ni siquiera podemos saber si la consciencia en los demás es tal y como la percibimos nosotros, pues es un proceso único que no es posible compartir.
Su funcionamiento genera muchas dudas. Por ejemplo, la relación entre las acciones conscientes, las que decidimos, y las inconscientes, como respirar o pestañear. O si realmente existen las decisiones libres. Las conclusiones de este estudio llevado a cabo con escáneres cerebrales defienden que toda decisión humana puede saberse con siete segundos de anticipación.
Hasta hace poco se pensaba que la fuente de la consciencia radicaba en el tálamo. Pero actualmente se cree que estaría relacionada con el córtex cerebral. Una investigación del Nobel Francis Crick demostraría la relación entre la percepción y las reacciones bioquímicas de la red neuronal de esa parte del cerebro.
¿Cómo funciona la memoria?
Otro de los enigmas del cerebro que más incertidumbres suscita. ¿Cómo se crean los recuerdos? ¿Por qué recordamos algunos y olvidamos otros? Parece que los recuerdos se generan a partir del hipocampo, que se encarga de la memoria a corto plazo, y los lleva hasta la corteza cerebral, donde se almacenan de forma permanente.
Se cree que cuando aprendemos algo nuevo, se activan diferentes neuronas, que realizan una conexión entre ellas y producen un cambio físico en el cerebro. Un estudio de 2008 defiende la idea de que, al recordar una vivencia, este órgano moviliza las neuronas que se activaron en aquel primer momento, por lo que, en realidad, ‘revive’ ese hecho.
Además de la memoria a corto y largo plazo, existe la declarativa, por la que recordamos nombres y datos, y la no declarativa, que nos hace, por ejemplo, recordar cómo se conduce un coche. Por si todo esto fuera poco, también están los falsos recuerdos, por los que la mente nos hace rememorar situaciones de manera diferente a cómo sucedieron en realidad o que, directamente, no hemos vivido. El experimento de los coches de Elizabeth Loftus demostró cómo se pueden manipular los recuerdos de una persona según el lenguaje que emplee su interlocutor.
¿Por qué soñamos?
Todos pensamos que al irnos a la cama nuestro cuerpo y mente descansan. Pero mientras dormimos el cerebro permanece activo. Se cree que las horas de sueño son clave para fijar conocimientos y resolver conflictos que nos ayudan a actuar y avanzar en el día a día.
Durante siglos, a los sueños se les ha dado un sentido premonitorio, de cualidades mágicas. El descubrimiento de la fase REM, en 1951, lo cambió todo. Durante esta permanecemos dormidos, pero la actividad cerebral es similar a cuando estamos despiertos. El ritmo cardíaco y la respiración se aceleran y los ojos se mueven de forma veloz bajo los párpados.
Es el momento en el que soñamos. Por eso se cree que los sueños pueden ser una especie de ‘ejercicios mentales’ a través de los que el cerebro procesa las vivencias y es capaz de enfrentarse a problemas emocionales.
¿De dónde surge la creatividad?
La imaginación, la capacidad de idear nuevos conceptos y herramientas, es uno de los enigmas de nuestro cerebro que más nos interesa, pues nos ha hecho avanzar como especie. En 2018 un equipo de la Universidad de Harvard dirigido por Roger Beaty, experto en neurociencia cognitiva, se propuso estudiar cómo funciona el cerebro de las personas creativas.
Beaty utilizó un escáner de resonancia magnética funcional para tomar imágenes del comportamiento de este órgano mientras los sujetos del experimento realizaban una prueba de pensamiento divergente. Este suele consistir en buscar usos alternativos para un objeto común. El estudio de la actividad de las redes neuronales demostró que quienes habían tenido una mayor conexión neuronal habían desarrollado mejores ideas.
A partir del experimento, Beaty determinó que, en la creatividad, intervienen tres redes neuronales diferentes: la red predeterminada, vinculada al pensamiento espontáneo; la red de control ejecutivo, por la que se toman decisiones, y la red de relevancia, que pone en contacto las otras dos redes para evaluar las ideas.
Los enigmas del cerebro, un órgano del que apenas empezamos a conocer su funcionamiento y que encierra tantos misterios sobre qué somos. Como dice el astrofísico Neil deGrasse, “cuánto más investigamos sus secretos, más sorpresas nos encontramos”.
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