Paciente, risueño, cargado de energía y apasionado por lo que hace. Así es Carlos Represa, director de proyectos en Fundación BIAS -centrada en la implantación de planes de innovación en centros educativos- y presidente de la Asociación Nacional para la Protección de Menores en Internet.
Un experto que, con motivo del último informe de la Fundación ANAR –que reveló que uno de cada cuatro menores que padecía bullying lo sufría online- y las últimas noticias sobre el caso de la Ballena Azul –un juego de rol en el que los adolescentes deben superar una serie de pruebas para acabar suicidándose- nos abre los ojos sobre la actual situación.
– ¿Cuál es la situación actual del ciberbullying en España?
Estadísticamente es de crecimiento y se entiende que la tendencia va a ir al alza porque la edad de inmersión en los menores es más temprana a medida que pasa el tiempo. Además, cada vez hay más formas de acoso y estas tienen diferentes extensiones que no solo afectan a los menores, sino también a la privacidad, intimidad y relaciones sociales de los adultos. El concepto de ciberbullying se ha convertido en un problema social general y no en algo que les afecta a ellos exclusivamente.
– ¿Qué ocurre en casos como el de la ballena azul? ¿Existen otro tipo de prácticas similares?
En realidad la ballena azul al final es la consecuencia de un proceso, es decir, no es algo que nos “estalle en la cara”, sino que es algo que se veía venir. Es la combinación de una serie de factores como pueden ser los juegos de rol en esa nueva versión digital y otros de tipo sociológico que han cambiado como, por ejemplo, el tema de las autolesiones, y que los convierten en fenómenos supuestamente normales.
Por supuesto existen otros tipos de juegos parecidos, de rol y andamiaje, en el que los participantes deben ir superando una serie de retos. Los hay de tipo más sexual, y en redes sociales con pruebas que no solo son de tendencias suicidas, sino de mantener determinadas actitudes reprochables. No es un fenómeno exclusivo de la ballena azul sino que se da en diversos ámbitos.
«En los colegios existen dos fenómenos estrella que destacan sobre el resto: el acoso a través del WhatsApp y el sexting»
– ¿Qué papel juega la tecnología? ¿Qué les dirías a aquellos que la culpan?
La tecnología es un mero instrumento que carece de un componente delictivo en sí mismo y que no tiene ningún tipo de responsabilidad. Esta recae sobre aquellas entidades y personas que no la comprenden y que no han previsto este mal uso. En lugar de criminalizarla, deberíamos centrarnos en la prevención.
La comprensión y la toma de medidas a la hora de formar a la sociedad y a los menores en particular serán fundamentales para lograrla. Por desgracia, actualmente no tenemos ni las bases para lograrlo a corto plazo. Lo que ahora estamos haciendo es visibilizar un fenómeno que existe.
– ¿Existe un perfil de acosador tipo?
La casuística es enorme, es decir, no solo atañe al ámbito escolar, sino que también podemos entender como ciberbullying las violaciones de privacidad que algunas empresas llevan a cabo online cuando proporcionan algunos de nuestros datos. Es un acoso por motivos económicos. Cuando en las comunidades virtuales observas que, a pesar de sus políticas de privacidad, se han visto inundadas de contenido pornográfico pedófilo, con emisiones por streaming, esto es otro tipo de ciberbullying social, por omisión. Se trata de una concepción mucho más amplia causada en parte por el limbo legal y la estupefacción de los legisladores.
– ¿Qué prácticas de ciberacoso son las más frecuentes en los colegios? ¿Cómo usan los chicos la tecnología para acosar?
En los colegios existen dos fenómenos estrella que destacan sobre el resto: el acoso a través del WhatsApp y el sexting. No hay centro al que vayas en el que no haya habido problemas con los grupos de WhatsApp –sea de alumnos, de padres, de padres con profesores-.
En cuanto al sexting, cada vez se está dando a edades más tempranas. Su entrada cada vez más pronto en las redes sociales, la percepción que tienen de esas comunidades y sus juegos, las prendas. Además, estas prácticas crean conflictos a niveles superiores, de familias, pueblos y comunidades. Encontramos niñas que se hacen una foto ligeras de ropa –porque han sido engañadas, por ejemplo- y que crean auténticos conflictos en sus comunidades, con padres que llegan a las manos con su propia percepción de la culpa, la responsabilidad y un largo etcétera. Además, Internet es un altavoz de los cánceres sociales, y el machismo es uno de los más grandes de nuestro país.
«existen algunos centros que ven Periscope como arma que carga el diablo al permitIr las retransmisiones en directo. Sin embargo, es una herramienta educativa potentísima»
– ¿Tiene algo que ver con el dating violence?
Totalmente. Hay que entender que este tipo de comportamientos de control y violencia entre adolescentes se trasladan también a lo digital y que tienen mucho que ver con la aceptación social con la que se viven en su entorno. Además, los chavales van adquiriendo una serie de habilidades que, no controladas, pueden ser muy peligrosas. Instalar un troyanito y similares ya no es tan complicado sino que cualquiera puede hacerlo. De nuevo es aprovechar una herramienta y aplicarla en una serie de problemas sociales que teníamos, tenemos y vamos a seguir teniendo.
– ¿Con qué otros problemas nos encontramos en los centros?
Por desgracia, existen algunos centros que continúan viendo Periscope como arma que carga el diablo en la medida que permite retransmitir en directo lo que está pasando. Sin embargo, es una herramienta educativa potentísima, sobre todo para niños con problemas de escolarización y similares; además, puede enriquecer la realización de una clase. Pero para los partidarios de la formación tradicional esto es un sacrilegio.
Además, los centros educativos no tienen ni idea de cómo abordar el problema porque, si tú no sabes cómo funcionan estas herramientas, cómo vas a enseñarle a tus alumnos a utilizarlas de un modo responsable, y cómo vas a trabajar con ellas si tienes una percepción como de “algo ilegal”, que “me tienen que autorizar”, que “no aporta nada”, etcétera. Como mucho utilizan estas plataformas en su estrategia de marketing. Estamos todavía con el freno de mano echado.
Tenemos que dar entrada de una manera absolutamente académica a todo lo que es el entorno social digital, porque no queda más remedio; y aprovechar esa entrada para educar en un uso responsable. No hay otro camino. Además es que casi cualquier aplicación puede utilizarse incorrectamente, no es exclusivo de las redes sociales. Pero no podemos verlo así sino desde el punto de vista de lo útiles que son y lo que favorecen la educación.
Incluso el teléfono móvil, que muchos institutos se plantean vetar, es una herramienta que debería estar normalizada y que resulta utilísima en las aulas. Necesitamos un giro, con profesores formados y otros colectivos concienciados, que favorezcan el establecimiento de nuevos reglamentos y sistemas.
«si tú no sabes cómo funcionan estas herramientas, cómo vas a enseñarle a tus alumnos a utilizarlas de un modo responsable»
– ¿Cómo podemos enseñar a los más jóvenes a utilizar estos dispositivos con responsabilidad? ¿Cuándo deberíamos empezar?
Debe hacerse en sus dos entornos educativos principales, en la familia y la escuela. El primero es complicado porque todavía nos encontramos con esa generación de transición, de padres que todavía no se han dado cuenta de esta responsabilidad y que miran hacia otro lado y obvian las situaciones de riesgo. Eso yo creo que va a solucionarse con la siguiente generación, que será de padres que han nacido en la época digital y ya son conscientes de esta realidad.
«todavía nos encontramos en una generación de transición, con unos padres que no se han dado cuenta de esta responsabilidad y miran hacia otro lado»
El problema que ahora tenemos es que, quizás, la mayor carga recae sobre los centros educativos. Deberíamos empezar desde ya, desde los tres años, desde la escolarización. Se puede y lo estamos haciendo. Hay que trabajar la inteligencia digital desde edades tempranas, su inmersión digital, el respeto por los demás, el uso responsable y los conceptos. Si tu ahora vas a un instituto y preguntas qué es la nube, por ejemplo, van a ser muy pocos los que te respondan con sensatez y conocimiento de causa.
Los otros te darán explicaciones etéreas. Y eso no es culpa suya, sino que si, desde su infancia hubieran tenido sus nociones básicas y este conocimiento del ecosistema se hubiese producido de forma natural –como aprenden a escribir-, la situación sería otra. Al menos no meterían la pata por desconocimiento. No son conscientes de su propia incompetencia. Pero seguimos anclados en los planes de estudio de hace diez años, incluso desde el punto de vista de formación del profesorado.
– ¿Cómo deberíamos actuar si detectamos en caso de bullying de este tipo? Incluso como padres de un acosador
Por fortuna la visibilización se ha incrementado y son cada vez más los centros que cuentan con protocolos de actuación, e incluso hay algunos que tienen profesores formados. Sin embargo, los padres, lo primero que tienen que hacer es establecer un sistema de comunicación a base de comprensión y cariño hacia su hijo, para darle a entender el terrible daño que todas las formas de acoso causan en la mente de los menores (sobre todo de los más pequeños).
Y, por supuesto, tener muy claro que existe todo un mecanismo que empieza en el colegio y llega a las consejerías de educación y que se extiende a equipos de ayuda, teléfonos de consulta y organizaciones específicas. Desde el minuto uno hay que aplicar la prevención, no solo en el momento en el que lo está pasando mal, sino de cara al futuro y a las consecuencias que puede tener. Hay que escucharles y dejarles hablar, es su mundo.
«por fortuna, la visibilización se ha incrementado y son cada vez más los centros que cuentan con protocolos»
– ¿Cuáles son tus sensaciones al respecto?
Por fortuna, hay cada vez más profesores que se preocupan por los problemas de los menores con Internet de todo tipo, no solo de acoso digital sino de fraudes, grooming y otros. Sin embargo, continúa habiendo una falta de formación es muy deficiente, y no hay programas sólidos oficiales. Hay mucho MOOC, mucho curso, pero son acciones muy segmentadas. Me preocupa muy mucho la capacitación de los profesores porque no avanza. Además, todo depende del político de turno, de su percepción subjetiva del asunto y su preocupación que, en muchas ocasiones es mínima porque ellos tampoco han adquirido esas habilidades. A veces es descorazonador.
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