El interés por los equipos de los inicios de la informática está de moda. O, al menos, se reivindican sin temor a quedar como alguien desfasado. Ordenadores que empezaron a llegar a los hogares de los españoles más afortunados a mediados de los años 80. Lo que se ha dado a conocer como ‘retroinformática’.
Con algún matiz, hay quien se decanta por describir esta devoción como gusto por la informática clásica. “Le da a nuestra afición un punto de seriedad, e incluso de glamour”, nos explica Antonio Rodríguez, actual vicepresidente de la Asociación de Usuarios de Informática Clásica (AUIC), y único usuario en activo en España del Apple II.
Rodríguez engloba dentro de ella a todos los sistemas de 8 y 16 bits (incluidos los Amiga y Macintosh basados en la serie Motorola 68000). Mientras que su compañero en la AUIC, Miguel Durán, amplía el criterio. “Un equipo es retro si va dos generaciones o más por detrás de la actual. Con esa definición. la PS2, Xbox y los Pentium III ya lo son”.
ASÍ COMIENZA LA AFICIÓN
Durán, junto a su mujer, es uno de los socios fundadores de la AUIC. En su haber también tiene ser el autor de la definición del término retroinformática en Wikipedia. Su interés por este mundo comenzó, según cuenta él mismo a Nobbot, cuando era estudiante de Biológicas en la Universidad Complutense de Madrid.
Por aquel entonces, compaginaba sus estudios con la gestión de un club deportivo en el que se dieron de alta 600 nuevos socios en un año. “Decidimos comprar un flamante Spectrum 128 y una base de datos profesional. Comencé a picar las fichas de socios y el programa reventó en el registro 64”, recuerda.
“Lo normal hubiera sido exigir la devolución del dinero, pero decidí tirar de manual y ver qué pasaba”. Y resolvió el problema. A partir de ahí le picó el gusanillo y con el segundo sueldo que cobró se compró un SVI 328 de 64 Kb por 10.000 pesetas (60 €). Luego llegó un Atari 800 XL, un Dragon 32…
Antes de su última mudanza, había reunido una colección de 300 equipos. Formada por ordenadores, consolas, PDAs, smartphones y tabletas, junto con más de 3.000 títulos de software originales y varios libros de informática y revistas. Y llegó a tener una de las cuatro mayores colecciones del mundo de cartuchos Master System.
CLÁSICOS, PERO NO OBSOLETOS
Mencionar algunos de estos equipos nos retrotrae en el tiempo. Pero seguro que más de uno guarda en casa auténticas joyas que sigue utilizando. Porque, siendo sinceros, no todo el mundo tiene presupuesto, ni necesidad, de estar a las última. “Yo mismo sigo usando una Palm Z22 para llevar mi agenda de citas y mi libreta de gastos. Es un modelo de hace 10 años, pero que encuentro muchísimo más cómodo que las aplicaciones Android actuales”, nos cuenta con orgullo Rodríguez.
Algo similar ocurre en algunas empresas. “Muchos bancos y aerolíneas aún basan sus sistemas en aplicaciones desarrolladas para el IBM System/360 (lanzado en 1964). Continúan en activo gracias a la emulación de este sistema en mainframes modernos”. Durán añade un ejemplo más: “Hasta hace unos años el test oficial para el certificado del carnet de conducir se hacía sobre equipos MSX, y se retiraron no porque no funcionaran, sino porque no se podían adquirir nuevos”.
Cuando fallan, una de las dificultades para mantenerlos en plena forma es encontrar repuestos. Afortunadamente, muchos usan componentes estándar que todavía se fabrican o pueden localizarse en excedente. Es el caso de algunos procesadores, la goma de una disquetera de 3” o la membrana del teclado de un Spectrum.
Sin embargo hay otros, como los chips de memoria, que van agotándose. “Por eso han surgido desarrollos para sustituirlos por chips de lógica discreta. Es el caso de la ULA del ZX Spectrum, recreada en el proyecto Harlequín. O desarrollos sobre FPGAs, que permiten programar un chip moderno para que se comporte exactamente igual que uno antiguo, como el One Chip MSX (un producto oficial) y el ZX-Uno (un desarrollo español)”, describe Durán.
RETROINFORMÁTICA EN VIVO
Los sistemas clásicos no suelen estar en activo. Reviven en los encuentros que los aficionados celebran por todo la geografía española, como las próximas RetroMadrid o Retrópolis, en Valencia. Allí acuden, ojo avizor, por si tienen la suerte de ver alguno de esos equipos objeto de deseo solo en poder de algunos afortunados.
Jose Antonio Ortigueira es el poseedor de una de las mayores colecciones, y sus equipos pueden verse en algunos de estos encuentros. Para él la línea que separa los ordenadores retro del resto “son los de 8 y 16 bits, y los años 90 con la irrupción en el entorno doméstico de los PC”.
Lo maravilloso del fenómeno retro es que ha surgido de forma espontánea. Así nos lo cuenta el organizador de las últimas ediciones de Retrópolis, Jorge González: “Somos la primera generación que ha disfrutado tanto de microordenadores personales como de videoconsolas y sistemas de juego en sus hogares. Muchos de sus artífices siguen vivos y pueden contarnos de primera mano cómo fue esa época”.
González también es el responsable de mantener “vivos” los sistemas antiguos que se guardan en el Museo de la Informática, en la Universidad Politécnica de Valencia. Unas instalaciones donde se pueden ver algunos de los primeros ordenadores domésticos. Entre ellos están el Sinclair ZX Spectrum, el Commodore 64, el Amstrad CPC-464, el Atari 800XL y el Apple IIe; o el primer IBM PC, diseñado en el año 1981.
La retroinformática, o informática clásica, tampoco tiene edad. Al menos es lo que cree el responsable de Retrópolis. “Lo que hoy es actual, mañana será retro. Dentro de 30 años seguirá habiendo pasión por la retroinformática, ligando emocionalmente a los futuros aficionados”.
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Imágenes | Bill Bertram, Retrópolis