La micromovilidad podría haber llegado para quedarse. Con el confinamiento, los ciudadanos han reducido mucho el uso del coche y los desplazamientos en las urbes. Ahora conviene conservar en la medida de lo posible esta nueva movilidad urbana para evitar rebrotes y también, más a largo plazo, para hacer las ciudades más sostenibles. En el horizonte están las llamadas “ciudades de 15 minutos”.
Sobre cómo está cambiando la crisis del coronavirus el tráfico y cómo será la movilidad del futuro post-COVID, hablamos con José Luis Zimmermann, portavoz de la plataforma de empresas Smart Mobility.
– ¿Qué es Smart Mobility y qué objetivos persigue?
Smart Mobility es un colectivo integrado en Adigital (Asociación Española de Economía Digital) que agrupa a las principales compañías de motos, bicis y patinetes compartidos. Pretendemos ser un aliado de las ciudades en el cambio hacia un modelo de movilidad inteligente y compartida que haga más sostenible la vida en los entornos urbanos.
Por un lado, reduciendo la contribución del transporte a la contaminación atmosférica y acústica de las ciudades. Y también disminuyendo el espacio que los vehículos ocupan en ella, que queda libre para otros usos.
El coche privado: un viejo problema de movilidad
– ¿Cuáles eran los principales problemas de movilidad urbana que tenían nuestras ciudades antes de la pandemia?
Mucho antes de esta crisis, la movilidad de las ciudades ya presentaba numerosos problemas que había que solucionar. La mayoría de estos son el resultado de un elevado uso del coche privado, lo cual hace que tengamos ciudades muy contaminadas, con su consecuente impacto negativo en el medioambiente y en la salud y calidad de vida de las personas.
En concreto, en 2019 el tráfico urbano fue el responsable de un tercio del total de emisiones de gases de efecto invernadero en nuestro país. Y es la principal causa de contaminación atmosférica en núcleos urbanos en Europa.
“Más de la mitad del espacio público está destinado a los coches privados, cuando solo realizan un pequeño porcentaje de los desplazamientos”
Además, los medios de transporte tradicionales llevan asociados otros problemas añadidos, como la congestión urbana o la ocupación de espacio público. Más de la mitad del espacio público está destinado a los coches privados, cuando estos solo realizan un pequeño porcentaje de los desplazamientos diarios totales. Ante el aumento de la población global y su concentración en las ciudades, estos problemas podrían agravarse de no tomar medidas a tiempo.
El momento de redefinir la movilidad
– ¿En qué medida han cambiado las cosas con la pandemia de coronavirus? ¿Qué hemos perdido o ganado como ciudadanos?
Dentro de la gravedad de la situación, el confinamiento nos ha traído otras consecuencias inesperadas, pero positivas, como la reducción en los niveles de contaminación de las ciudades.
Por ello, desde Smart Mobility insistimos en que cualquiera de las propuestas que surjan para la “nueva normalidad” no puede pasar por alto las lecciones aprendidas. Y deben poner la movilidad sostenible en el centro. Las ciudades tienen ahora una gran oportunidad para repensar su sistema de movilidad y fomentar el uso de alternativas más respetuosas con el medioambiente y las necesidades reales de la población. Y, por supuesto, seguras para la salud.
“En 2019 el tráfico urbano fue el responsable de un tercio del total de emisiones de gases de efecto invernadero en España”
– En líneas generales, ¿cómo podremos mantener la distancia social mientras nos movemos por ciudades como Madrid o Barcelona en estos meses de vuelta a la normalidad?
Es fundamental contar con alternativas para evitar que la única opción sea el vehículo privado. Seguramente, en los desplazamientos cortos se producirá un aumento de la movilidad peatonal.
Para aquellos trayectos que no puedan ser asumidos a pie, las motos, bicis y patinetes compartidos se presentan como una gran alternativa para moverse con seguridad y respetando el distanciamiento, ya que su uso es unipersonal. Además, al ser libres de emisiones contaminantes, contribuyen a mantener los bajos niveles de contaminación alcanzados durante el confinamiento.
Cómo gestionar el espacio público
– Ustedes dicen que “la micromovilidad es un aliado fundamental para mantener el distanciamiento social tanto en la fase de desescalada como en el largo plazo”. ¿En qué consiste esta nueva movilidad urbana?
Cuando hablamos de micromovilidad, estamos hablando principalmente de medios de transporte que sirven para recorrer distancias cortas. En ocasiones, los primeros o los últimos kilómetros de un trayecto. En muchos casos, se trata de distancias que vamos a recorrer a pie o en moto, bicicleta o patinete.
Al ser de uso individual, estos modos de transporte han sido recomendados como una de las mejores opciones para hacer los desplazamientos permitidos durante y después de la cuarentena, pero desde Smart Mobility le añadimos algo más: que sean compartidos.
“Para aquellos trayectos que no puedan ser asumidos a pie, las motos, bicis y patinetes compartidos se presentan como una gran alternativa”
No solo permiten completar los trayectos urbanos en menor tiempo, sin impacto ambiental y manteniendo el distanciamiento social, sino que, en su modalidad compartida, estos vehículos proporcionan una solución de transporte flexible, y sin necesidad de tener un vehículo en posesión.
Asimismo, dado su reducido tamaño, la ocupación que hacen motos, bicis y patinetes del espacio público es menor, por lo que este espacio queda liberado para otros usos.
– Hasta que llegue una vacuna salvadora, el peligro de contagio va a estar ahí, sobre todo en ambientes cerrados y con mucho tránsito como los del transporte público. ¿Nos podemos permitir una ciudad sin transporte público?
Definitivamente, no. El transporte público es la columna vertebral de la movilidad en las ciudades. No obstante, también son necesarias otras alternativas sostenibles que lo complementen y que animen al ciudadano a dejar su coche en casa, especialmente en esta época que estamos viviendo.
De ahí la importancia de la colaboración público-privada y del apoyo por parte de las administraciones a estas nuevas alternativas, elaborando planes específicos para integrarlas en la ciudad.
En los últimos años, hemos presenciado el despliegue de los servicios de bicicleta compartida públicos en las principales ciudades españolas. Pero estos precisan de otras alternativas privadas que lo complementen y que den respuesta a la creciente demanda del usuario. Sin ir más lejos, Madrid acaba de aprobar 4.800 licencias más para operadores de bicis compartidas privadas en la capital. Se trata de trabajar juntos por un bien mayor: construir ciudades más habitables.
volver al escenario precovid es impensable
– La vuelta a la normalidad en las urbes está suponiendo mucho teletrabajo, mucha vida de proximidad, movimientos de cercanía… Por el momento parece que los largos desplazamientos en coche o transporte público siguen siendo cosa del pasado. ¿Cree que esta pandemia cambiará definitivamente la movilidad urbana o que todo volverá a ser igual una vez se supere definitivamente la COVID-19?
Que esta situación está provocando y acelerando cambios de hábitos en muchos aspectos de nuestra vida es algo innegable. Muchos de esos hábitos se acaban reflejando en la cantidad y el tipo de movimientos de la población. En muchos casos, volver a lo que teníamos es impensable.
Dicho esto, en materia de movilidad ya estábamos observando una transformación significativa, resultado de nuevas necesidades y una mayor conciencia (social, medioambiental) de la población, y esta crisis ha hecho que la transición se acelere.
– Se habla mucho de las “ciudades de 15 minutos”, en las que toda nuestra vida (trabajo, educación, aprovisionamiento, ocio…) se realiza en un radio de 15 minutos andando o en bici o patinete. ¿Cree que las ciudades se van a reorganizar para hacer posible esta idea? Esto supondría tomar muchas decisiones en muchos ámbitos diferentes y cambiar los esquemas de trabajo y de vida en general.
Sin duda, es un modelo muy interesante. Hasta ahora hemos construido ciudades pensadas para el coche. Pero es el momento de revertir esta situación y apostar por ciudades orientadas a las personas. Y es ahí donde primarán los desplazamientos a pie o en vehículos ligeros. Quizás no es algo que podamos ver en el corto plazo, pero sí es importante empezar a dar ya los pasos en esa dirección.
por una movilidad sin emisiones
– ¿Hay verdadera voluntad en los políticos para cambiar la movilidad urbana o al final los dirigentes optan por aplicar la paradoja de ‘El Gatopardo’, de “cambiar todo para que nada cambie”? Hay muchos lobbies interesados en que todo permanezca igual…
Creemos que se están dando pasos en la dirección adecuada. Ejemplo de ello es la Ley de Cambio Climático, que recientemente ha iniciado su tramitación parlamentaria. Entre otras cosas, promueve una movilidad sin emisiones a través de la creación de “zonas de bajas emisiones”, impulsando los medios de transporte activos como la bicicleta o fomentando la movilidad eléctrica compartida. De lo que se trata, precisamente, es de que existan el mayor número de opciones posibles para que la ciudadanía tenga la posibilidad de elegir.
No obstante, es cierto que la velocidad a la que nuestra sociedad cambia en estos momentos hace necesaria una actuación más rápida y eficaz por parte de las administraciones, especialmente en el ámbito local. En ocasiones nos encontramos que la regulación, o la falta de ella, impone barreras a las nuevas formas de movilidad.
“No sabemos si la movilidad del futuro será eléctrica, pero sí sabemos que deberá ser compartida”
– Se habla mucho del coche eléctrico como panacea contra la contaminación en las ciudades. Sin embargo, no parece que cambiar el antiguo coche de gasoil por otro eléctrico vaya a resolver los problemas de movilidad urbana y la congestión de las últimas décadas. ¿Verdad?
Así es. Como comentábamos, la contaminación es uno de los grandes problemas de las ciudades, pero no es el único. La movilidad compartida, sin embargo, da una respuesta a ambos retos: contaminación y congestión, ya que conlleva la reducción del número de vehículos privados, minimizando las emisiones y liberando espacio público. Además, la movilidad compartida es siempre sostenible, con independencia de la forma de propulsión de sus vehículos, ya que conlleva un mejor aprovechamiento de los recursos.
De igual manera, a la hora de hablar del futuro de la movilidad, es fundamental tener en cuenta todas las tecnologías y soluciones que contribuyen a la reducción de emisiones, no solo la electricidad. No sabemos si la movilidad del futuro será eléctrica, pero sí sabemos que deberá ser compartida.
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Imágenes | Smart Mobility, iStock.com/olrat, iStock.com/Arena73_Fotografie