¿Sabes qué tipo de música escuchan los psicópatas? Según un estudio de la New York University (todavía no publicado, pero mencionado por The Guardian), realizado a 200 personas que escucharon 260 canciones, estos se decantan mucho por No Diggity, de R&B BLACKstreet o Lose Yourself, de Eminem.
La idea es repetir de nuevo el estudio, esta vez con miles de personas, para comprobar que los datos son consistentes. Quizá entonces The Knack de My Sharona o Titanium de Sia sigan siendo las canciones que indican un menor grado de psicopatía. ¿Y luego? ¿Podremos saber quién en un psicópata si sabemos lo que escucha? No es tan fácil, es un asunto con más grises que blancos y negros. Pero eso ya lo saben los aficionados a Mindhunter.
¿Tienen todos los psicópatas algo en común que los distinga?
En primer lugar, y como publicó la psicóloga Jennifer L. Skeem y su equipo, no existe ningún método objetivo para decidir si una persona es o no psicópata porque, al parecer, la psicopatía forma parte de todos nosotros en distintos grados: hay gente muy psicópata y gente menos psicópata. En otras palabras, no tenemos un detector de psicópatas, y los distinguimos gracias a una batería de pruebas y la experiencia de los psicólogos de diagnóstico.
En segundo lugar, cuando pensamos en psicópatas, nos imaginamos a Patrick Bateman (Christian Bale) descuartizando gente en su piso en American Psycho (2000); o al Dr. Hannibal Lecter (Anthony Hopkins) susurrando burradas en El silencio de los corderos (1988). Son los más llamativos, pero el grueso de las personas psicópatas no comparten ese entusiasmo por abrir a las personas en canal, ni mucho menos. Son más bien personas que tienen dificultades a la hora de interactuar con el resto, y ni comparten personalidad, ni comportamientos.
Que existan muchos tipos de psicopatía y que haya un continuum gradual (un abanico) de comportamientos psicópatas no ha alejado al equipo de la Universidad de Nueva York para buscar puntos en común de una forma muy parecida a coómo la Universidad de Vermont usó una inteligencia artificial para detectar depresión en usuarios de Instagram: gracias al Big Data.
Continuum. Una serie continua de elementos en los que no existe diferencias apreciables entre un elemento cualquiera y aquellos cercanos, pero en la que sus dos extremos presentan características muy diferentes.
¿Cómo puede relacionarse gusto musical y psicopatía con el Big Data?
Pensémoslo de la siguiente manera: imaginemos que las personas con más confianza en sí mismas dan pasos más largos, de media, que las personas que tienen menos. Si reunimos a mil personas de la misma estatura y les pedimos que caminen cien pasos, exista cierta probabilidad de que acertemos con las personas de mayor confianza (las que más han avanzado).
Pero no una certeza absoluta, ni mucho menos, ya que estas personas formarán una distribución normal: habrá algún adelantado que confíe poco en sí mismo y alguien con mucha confianza se habrá quedado atrás, por lo que el método no es confiable. Eso sí, el grueso de personas de la avanzadilla serán personas con mucha confianza en sí mismas, y viceversa. De un modo similar, pero mucho más complejo y analizando más variables, funciona el Big Data para establecer probabilidades estadísticas.
Podemos hacer un experimento mental con cuatro canciones: Alfa, Beta, Gamma y Delta, y cientos de personas que se sabe que tienen un alto grado de psicopatía. Imaginemos que el 90% de los psicópatas han elegido Alfa como una canción que les ha gustado, un 50% de ellos eligieron Beta, un 20% Gamma y un 5% Delta.
Ahora cogemos a un voluntario por la calle y le pedimos que nos diga cuál o cuáles de las cuatro canciones le gustan. ¿Alguna de sus elecciones le confirma como psicópata? Lo cierto es que no, ya que un conjunto de cuatro datos no establece ninguna norma, pero cuando elevamos el experimento a 200 pistas y miles de datos, tenemos resultados muy interesantes.
¿Confirmar la psicopatía usando canciones? Poco probable
Hemos empezado hablando de que la psicopatía es un continuum entre poco psicópata y muy psicópata; y es precisamente un continuum el que se observaría tras la publicación de la New York University. Una vez publicado el artículo, y conocidas las canciones más escuchadas por los psicópatas, podríamos comparar nuestro historial de YouTube, Spotify o iTunnes de los últimos 10 años para establecer relaciones que indiquen cierta probabilidad de que tengamos cierto grado de psicopatía. Algo de este estilo:
- Existe un 90% de probabilidad de que dispongas de un grado de psicopatía muy bajo.
- Existe un 50% de probabilidad de que dispongas de un grado moderado de psicopatía.
- …
Los datos tendrían que ser inusualmente sólidos y consistentes para señalar a una persona como psicópata por las canciones que escucha, por varios motivos. Por un lado, porque que una persona comparta cierta correlación estadística en las canciones que escucha con el grueso de los psicópatas no le hace un psicópata; por otro, porque existen demasiados grados de psicopatía como para establecer una norma; y por un tercero, por el estigma social asociado a la condición condiciona la vida del “acusado”.
utilizada para separar personas “conflictivas” de ciertos puestos de responsabilidad
Cribar a la gente suena fatal. Segregarla en base a sus gustos musicales, todavía peor. ¿Tenemos derecho a apartar de ciertos puestos de responsabilidad a personas que den un perfil muy cercano a la psicopatía en base a su lista de canciones? Si se establece una relación sólida, es probable que termine aplicándose en cierta medida.
Ya usamos técnicas similares para clasificar a las personas en distintos ámbitos de seguridad. Pensemos, por ejemplo, en los astronautas. Ellos se someten a cientos de pruebas médicas a lo largo de su carrera que establecen probabilidades, como la probabilidad de que te dé un infarto en el despegue.
Decenas de miles de personas han sido descartadas para distintos programas espaciales debido a leves arritmias. Estas han sido cotejadas con amplios registros cardíacos (Big Data) y han establecido que existe una elevada posibilidad de enfermedad asociada, por lo que no puede ser astronauta.
Algo similar ocurre con el perfil psicológico en el acceso a los cuerpos de seguridad, o con enfermedades diagnosticadas como la narcolepsia o el daltonismo para pilotos de avión. Dado que se sabe que ciertas condiciones dificultan el trabajo, se busca personal que al menos no las tenga “de serie”.
Con el caso de la psicopatía, existe cierta mitificación del psicópata, probablemente debida a la cultura popular, a los Best Sellers y a Hollywood. En cierta medida, todos tenemos cierto grado de psicopatía, y tan solo el segmento superior (con un porcentaje ínfimo de personas, todo sea dicho) es el que puede resultar conflictivo para algunos puestos laborales de relevancia.
Esto significa que, junto a “test” de psicopatía hoy día válidos como el de Robert Hare o el de Rorschach, la Universidad de Nueva York podría sumar una nueva forma de las muchas que ya existen para ayudar a catalogar cierta psicopatía o asignar cierto grado de psicopatía a una persona, intentando no caer en la trampa de la falacia de asociación, y tratando de ser cautos.
El Big Data se presenta como una herramienta muy interesante a la hora de señalar a las personas y clasificarlas en cierto modo. Cuando esto se hace para proteger al resto lo consideramos “bueno”, y cuando se hace por motivos egoístas, “malo”. Sin duda, este tipo de estudios, y otros similares, traerán cola.
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