El ‘doxing’ o ‘doxxing’ es un tipo de actividad en línea que implica la divulgación de información personal de alguien. Por ejemplo, su nombre real, dirección particular y otros datos confidenciales. Puede ser practicada por ciberdelincuentes e incluso estados que pretendan bloquear cualquier tipo de actividad de contrainformación. Telegram es la plataforma perfecta para difundir los datos personales de activistas y opositores políticos.
Un caso emblemático es el del influencer birmano Han Nyein Oo. En 2020 publicó varios memes y rumores sobre celebridades de Myanmar en Facebook. En febrero del mismo año, empezó a apoyar a la junta militar que había tomado el poder en el país. Fue expulsado de Facebook por violar los términos del servicio y se mudó a Telegram. Allí publicó fotos de civiles asesinados y deepfake pornográficos de algunas mujeres de la oposición. Estos contenidos fueron compartidos por una red de personas influyentes cercanas a la junta y llegaron a decenas de miles de usuarios.
Este año, en su canal de Telegram, Han Nyein Oo pidió a sus seguidores que le enviaran fotos de comercios y negocios que se habían sumado a la ‘huelga silenciosa’ contra los militares. El influencer comenzó así a compartir imágenes y direcciones de estas personas con sus 100 000 seguidores. Cuando la policía allanó docenas de establecimientos, Han Nyein Oo se atribuyó el mérito.
Fue el comienzo de una gran campaña de doxing llevada a cabo en Telegram por varios partidarios del gobierno militar. Desde entonces, se han publicado los datos personales de cientos de personas acusadas de ponerse del lado del movimiento de resistencia. Desde celebridades hasta pequeños empresarios y estudiantes. Docenas de personas fueron arrestadas por los ‘vigilantes’.
La epidemia de doxing
Antes de Myanmar, ya se habían dado casos de campañas de doxing a través de Telegram. El primero ocurrió durante las protestas masivas en Hong Kong de 2019. En ese caso, los canales pro chinos identificaron a los manifestantes y compartieron su información personal con las autoridades. Cientos de personas fueron condenadas a prisión por su participación en las manifestaciones.
Lo mismo sucedió con los policías y sus familias. En noviembre de 2020, un empleado de una empresa de telecomunicaciones fue condenado a dos años de prisión por filtrar datos personales de agentes de policía y empleados del gobierno en Telegram. Desde entonces, el doxing en la aplicación se ha extendido a nuevos países.
En Irak, los grupos de milicianos y sus seguidores han aprendido a usar Telegram para obtener información sobre los opositores. Muchos activistas y expertos acusan a Telegram de ignorar sus advertencias sobre una epidemia de doxing por motivos políticos. La plataforma también está involucrada en una investigación en Alemania por parte de las autoridades locales.
En Europa del Este, donde Telegram es una plataforma muy popular, las campañas de doxing han aumentado desde la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. Los ucranianos han utilizado la plataforma para filtrar información privada de soldados, políticos y presuntos colaboradores y espías rusos. Por otro lado, Project Nemesis, una gran organización rusa de doxing, tiene un canal de Telegram muy activo que difunde números de teléfono, direcciones y otra información personal sobre soldados ucranianos.
El papel de Telegram
El canal de Han Nyein Oo se cerró en marzo de 2022 después de que fuera denunciado por violar las normas sobre la pornografía de Telegram. A los pocos días, sin embargo, el influencer abrió otro perfil, que ya cuenta con más de 70 000 seguidores. Telegram hoy cuenta con más de 700 millones de usuarios activos en todo el mundo.
Su filosofía es que las comunicaciones privadas quedan fuera del alcance de los gobiernos. Esto hizo que la aplicación se volviera muy popular entre las personas que viven bajo regímenes autoritarios en todo el mundo. Pero también entre los teóricos de la conspiración en países democráticos y los partidarios de estos mismos regímenes.
Es, en parte, una aplicación de mensajería encriptada y, por otra parte, una red social. Esta estructura facilita los ataques con crowdsourcing. Es decir, una cuenta publica un objetivo y empuja a sus seguidores a buscar y compartir información privada sobre ella. Además, la falta casi total de moderación activa lo ha convertido en la herramienta perfecta para campañas de doxing.
El contenido de una campaña de doxing puede fluir sin problemas desde cuentas anónimas a canales con miles de usuarios. Enviar el mismo mensaje varias veces es fácil y los canales pueden alimentarse entre sí. Esto crea una especie de viralidad sin necesidad de algoritmos que promueven el contenido dañino.
Varios activistas de países con problemas de doxing acusan a Telegram de hacer la vista gorda. De hecho, la empresa fundada por el ruso Pavel Durov es bastante opaca. Se estima que cuenta con solo unas pocas decenas de empleados repartidos por todo el mundo y que la moderación de contenidos no está, para nada, entre sus prioridades.
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