Alerta: el virus del Nilo Occidental ha llegado a España. Aunque, en realidad, hace tiempo que está por aquí.
Hasta la fecha, 30 personas han sido declaradas como sospechosas de haber sido contagiadas con el virus en Sevilla, de las cuales 25 permanecen hospitalizadas por meningoencefalitis vírica. De momento, el Servicio Andaluz de Salud solo ha confirmado la presencia del virus del Nilo Occidental en 12 de los casos.
Menos del 20% de los infectados desarrolla síntomas y menos del 1% presenta una enfermedad neurológica grave como la meningoencefalitis, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto quiere decir que las 25 hospitalizaciones podrían señalar la presencia de al menos 2.000 infectados en las poblaciones cercanas a las marismas del Guadalquivir.
¿Qué es el virus del Nilo Occidental?
El virus del Nilo Occidental (también conocido como WNV, por sus siglas en inglés) es un Flavivirus. Esta extensa familia de virus es responsable de otras enfermedades como la fiebre amarilla o el dengue. La mayoría de estos virus se transmiten por la picadura de un vector. En el caso del WNV, es necesaria la participación de un mosquito. Es decir, sin picadura no hay infección. De hecho, hasta la fecha no se ha documentado transmisión de persona a persona por el contacto social ordinario, aunque sí se ha registrado algún caso de infección por trasplantes y de mujeres embarazadas a sus hijos.
La primera vez que se aisló el virus fue en 1937. La portadora era una mujer ugandesa del distrito del Nilo Occidental, de ahí el nombre del patógeno. Poco después se identificó su presencia en las aves del delta del Nilo, en particular, palomas y cuervos. Aquí está la segunda particularidad del este virus: puede infectar a humanos, pero es un virus adaptado a los organismos de ciertas aves. Cuando el virus acaba en seres humanos, lo hace de forma accidental. En nosotros se acaba su camino, ya que los seres humanos no pueden contagiarlo.
A pesar de que se conoce desde hace 80 años, el WNV saltó a la fama hace bastante menos. La historia ya la hemos contado, pero merece la pena rememorarla. En 1999, la jefa de patología del Zoo del Bronx en Nueva York (Estados Unidos), Tracey McNamara, detectó un brote infeccioso en las aves acuáticas de la zona. Al poco tiempo, el zoo sufría sus primeras infecciones, siempre entre las aves. Y varios hospitales de la ciudad empezaban a registrar un creciente número de casos de encefalitis en humanos.
Ante ese escenario, empezaron las investigaciones. El 22 de septiembre de 1999, el centro para el control de enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos comunicó oficialmente que el virus del Nilo Occidental estaba detrás del brote epidémico. ¿Cómo había llegado un virus de África a las puertas de Nueva York? De la misma manera que ha llegado a España: las condiciones para su expansión eran idóneas.
¿Cómo ha llegado el virus a España?
“España reúne todas las condiciones que pueden favorecer la circulación del WNV: gran variedad de posibles reservorios, etapa en las rutas migratorias de aves procedentes de áreas endémicas, proximidad a zonas endémicas como África y Oriente Próximo, diversidad de vectores ampliamente difundidos por la geografía española, presencia del principal vector implicado en el ciclo de amplificación aviar (mosquitos del género Culex) en todo el territorio y características ecológicas y climáticas favorables (amplias zonas y largos periodos del año con temperaturas óptimas para la supervivencia del vector, gran cantidad de humedales)”.
El entrecomillado no es de ahora. Es de un informe de 2017 del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Y es que la enfermedad lleva tiempo en España. Según ese mismo informe, en la última década solo se han registrado siete infecciones en humanos. De acuerdo con la Consejería de Agricultura de Andalucía, es algo más habitual detectar infecciones en caballos (70 casos declarados en 2016 y 50 en 2010).
No se sabe exactamente cómo ni cuándo llegó el virus a España, pero el primer brote reconocido en Europa tuvo lugar en Francia, en la región de la Camarga, en el verano de 1962. Dado que el virus afecta principalmente a las aves, es probable que llegase al sur de España a través de aves migratorias.
Lo que sí se sabe es que el mosquito común, el Culex pipiens, y su primo cercano el Culex perexiguus, son vectores habituales del virus y son también muy comunes en Andalucía. Aun así, de las 62 especies autóctonas de mosquitos presentes en España, muchas tienen potencial para transmitir el virus del Nilo Occidental, tal como señala Roger Eritja, responsable de Entomología de Mosquito Alert, en este artículo de la Agencia SINC.
Los síntomas del virus del Nilo Occidental
La gran mayoría de personas que sufren una picadura de un mosquito portador del virus (no todos lo llevan) no desarrolla la enfermedad, conocida como la fiebre del Nilo Occidental. Algo menos de un 20% de los infectados presenta síntomas, tal como detallan desde el CDC de Estados Unidos. De estos, la inmensa mayoría presenta una enfermedad leve con fiebre, dolor de cabeza, dolor en el cuerpo y en las articulaciones, vómitos, diarrea y/o sarpullido.
Aunque la recuperación suele ser rápida (menos de 14 días), la fatiga y la debilidad pueden durar meses. Además, menos del 1% de los infectados desarrolla una enfermedad neurológica grave, como encefalitis o meningitis. En este caso, los síntomas son dolor de cabeza, fiebre alta, rigidez en el cuello, desorientación, temblores, convulsiones y hasta parálisis.
La enfermedad grave puede desarrollarse en personas de cualquier edad, aunque los mayores de 60 años corren un riesgo mayor, así como las personas con determinadas afecciones previas (cáncer, diabetes, hipertensión…). Un porcentaje inferior al 10% de las personas que desarrollan una enfermedad neurológica grave morirán y otro porcentaje sufrirá daños neurológicos permanentes.
¿Tiene cura?
Como sucede con tantos otros virus, no existe vacuna humana (sí existe para caballos) ni tratamiento antiviral específico frente al virus del Nilo Occidental. Así que el mejor remedio es prevenir y no contagiarse. Para ello, la OMS recomienda:
- Establecer sistemas de vigilancia de sanidad animal. Las aves sufren más la enfermedad y funcionan como sistema de alerta temprana de brotes.
- Reducir el riesgo de infección de personas mediante barreras de protección personal (repelentes, ropa de manga larga, mosquiteras…).
- Controlar el vector mediante programas de vigilancia de mosquitos en aquellas zonas donde se conoce la presencia del virus.
En resumen, el virus del Nilo Occidental afecta, sobre todo, a las aves. Se contagia a humanos a través de un mosquito vector (que pica a un animal infectado y después a una persona). La mayor parte de infecciones son asintomáticas o leves, aunque menos de 1% desarrolla una enfermedad neurológica grave. Y, como no existe tratamiento ni vacuna para humanos, lo mejor es la prevención.
En Nobbot | ¿Por qué temer a un león si puedes temer a un mosquito?
Imágenes | Unsplash/USGS, Santiago Lacarta, Wikimedia Commons/Culex pippiens