Se trata de una verdad a gritos: parte de los plásticos que tiramos al contenedor amarillo no se reciclan. Las características de los residuos y la complejidad de los sistemas de reciclaje hacen que, en muchas ocasiones, darles una segunda vida no resulte rentable.
Como resultado, gran cantidad de plásticos terminan cada año incinerados, en vertederos y en el medioambiente.
Te contamos los principales motivos por los que no se reciclan determinados plásticos y qué objetos del día a día (bolsas de patatas fritas, envases de alimentos o cápsulas de café, por ejemplo) están en la lista negra de “potencialmente no reciclables”. Y, sobre todo, te contamos por qué es importante seguir clasificando los residuos en nuestros hogares y presionando para que, algún día, todos los plásticos tengan una segunda oportunidad.
Desde el contenedor amarillo
En España, los envases plásticos que tiramos al contenedor amarillo comienzan un largo (y, en ocasiones, complejo) viaje hasta llegar a las plantas de reciclaje. Son recogidos y gestionados por Ecoembes, pasan por plantas de clasificación donde se limpian y purifican y, finalmente, llegan a los recicladores, profesionales encargados de transformarlos en material reciclado y volver a ponerlos en el mercado.
Sin embargo, este sistema tiene numerosos puntos débiles. El primero es la cantidad de material que se recoge. “Saber cuánto plástico se recicla es muy complicado”, explica Joaquín Martínez Urreaga, profesor de Química en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). “En España tenemos datos públicos sobre la recogida de envases para su reciclado, pero estos representan solamente el 40 % del total de los plásticos. Por lo tanto, nos faltaría saber qué pasa con el 60 % restante, utilizado en sectores como la agricultura o la industria”.
En segundo lugar, entra en juego la capacidad de reciclar todos los envases. Y es que, de acuerdo con el profesor de la UPM, hoy en día es posible reciclar cualquier tipo de plástico, pero no siempre compensa hacerlo. De hecho, y según la consultora McKinsey, solo el 15 % de los plásticos producidos cada año se recupera de forma efectiva a nivel mundial. A la hora de reciclar plásticos, existen tres principales obstáculos: la combinación de materiales, su tamaño y su degradación.
El problema de los multicapas
Para lograr que los productos en general, y los plásticos en particular, sean reciclables es muy importante que los materiales que los forman puedan separarse entre sí. Por ello, en las plantas de reciclado se tratan por separado diferentes tipos de plástico, como el PET, el polietileno de alta densidad y el film.
Sin embargo, y aunque a primera vista no podemos apreciarlo, algunos productos plásticos están formados por varias capas con diferentes propiedades. Son lo que se conoce como plásticos multicapas o plásticos multimateriales, presentes, por ejemplo, en las bandejas de alimentos, las tapas de los yogures y las bolsas de patatas fritas, que incluyen también una capa de aluminio.
«En una lámina muy fina, que a veces no supera unas pocas micras, puede haber hasta siete capas de plástico diferentes. Esto complica muchísimo el reciclaje, porque es muy difícil separarlas”.
“Aunque no lo parezca, estos envases son una auténtica obra de ingeniería. En una lámina muy fina, que a veces no supera unas pocas micras, puede haber hasta siete capas de plástico diferentes”, explica Martínez. “Esto complica muchísimo el reciclaje, porque es muy difícil separarlas, aunque existe la tecnología para hacerlo y hay alguna empresa española que sí recicla algunos multicapas”.
Llegados a este punto, suele surgir una pregunta: si son tan difíciles de reciclar, ¿por qué se utilizan? Lo cierto es que el uso de estos materiales de varias capas tiene numerosas ventajas. Para empezar, no dejan pasar la humedad ni el oxígeno, por lo que son prácticos para conservar alimentos. Además, ocupan poco y apenas pesan, por lo que la energía necesaria para su transporte se reduce. “Podría hacerse lo mismo con vidrio, pero pesaría mucho más y las emisiones ligadas al transporte de mercancías se dispararían”, completa el profesor de la UPM, poniendo de manifiesto la complejidad del problema a nivel medioambiental.
Monodosis y envases de un solo uso: cuestión de tamaño
La reducción de la cantidad de material de los envases nos conduce directamente al segundo gran problema de los sistemas de reciclaje: el tamaño. “Cuanto más pequeño es el plástico a reciclar, menos compensa económicamente a los recicladores someterlos a todo el proceso”, señala Martínez.
Así, gran cantidad de plásticos pequeños, como pueden ser los que envuelven los caramelos, las cápsulas de café y los palos de las piruletas, son raramente reciclados. Aunque se espera que este problema se vea mitigado por la nueva Ley de residuos, que limita la utilización de plásticos de un solo uso, seguirán existiendo ciertas dificultades.
“El problema de las cantidades y los tamaños es muy grave en el caso de los plásticos. Por ejemplo, el peso medio de las botellas de PET ha bajado hasta un 80 % en sus últimas décadas. Esto ha traído mejoras, pero no para los recicladores: a ellos les compensa menos tratar cada botella”, ejemplifica Martínez. “La reducción del peso no se ha traducido en un aumento del porcentaje del reciclado, algunos datos indican que es al revés. Ha contribuido a reducirlo”.
Plástico ‘feo’: el problema de su degradación
Otro gran escollo al que se enfrentan los recicladores es el hecho de que el plástico virgen suele interesar más que el reciclado a los envasadores. Entra en juego el precio, pero también su aspecto.
“Si reciclamos una y otra vez una botella de agua, va dejando de ser tan brillante, tan transparente, tan bonita. Se vuelve un poco más grisácea”, explica el profesor de la UPM. Esto hace que a menudo sea menos atractiva tanto para comercializadores como para consumidores, a pesar de que el plástico sigue cumpliendo todas sus funciones.
“Con un número razonable de reciclados, una botella de plástico reciclado puede seguir manteniendo el agua en buen estado”
“Con un número razonable de reciclados, la pérdida de propiedades es pequeña, por lo que una botella de plástico reciclado puede seguir manteniendo el agua en buen estado”, señala Martínez. “Por ello, un consumidor formado debería aceptar una botella de agua con plástico reciclado, aunque sea menos brillante y pueda verse más turbia”.
De acuerdo con el profesor, para conseguir que estas botellas pasen a ser algo habitual en los supermercados hace falta concienciación, pero también legislación. El proyecto de ley de residuos, por ejemplo, establece que todas las botellas de PET deberán incorporar un mínimo de 25 % material reciclado para 2025 y de un 30 % para 2030. “Si se obliga a fabricar con material reciclado, se fomenta el reciclaje. De esta forma, se tira de este negocio”, concluye Martínez.
Los plásticos que sí se reciclan
El lado positivo de toda esta historia es que muchos plásticos sí se reciclan. Terminan formando parte de nuestra ropa, otros envases y materiales que se usan en la industria o la agricultura, por ejemplo.
El PET es, sin lugar a dudas, el plástico al que más se le da una segunda vida. “Tiene una ventaja sustancial, y es que muchas veces aparece solo. Por ejemplo, en las botellas, que son solo de PET salvo la tapa y la anillita que lleva arriba”, señala Martínez, para añadir que muchos diseñadores están trabajando para que estos dos elementos se fabriquen también con el mismo material.
También es fácilmente reciclable el polietileno de alta densidad. Es decir, el plástico que encontramos en los envases rígidos de detergentes y productos de limpieza. En este caso, su principal ventaja es que los envases son más pesados y tienen una buena cantidad de material, por lo que compensa reciclarlos.
Por una economía circular
Aunque aún queda mucho por hacer, en los últimos años hemos visto algunos tímidos avances para lograr una economía circular. Martínez pone como ejemplo el uso de las etiquetas: hasta hace poco, estas dificultaban mucho el reciclado de los plásticos. Hoy, sin embargo, es muy común encontrarse con algunos tipos cuyo adhesivo se disuelve fácilmente en agua.
Otros buenos ejemplos son la ley que impide el uso de plásticos de un solo uso o el interés por fomentar el reciclado químico cuando no es posible optar por el mecánico. Existen también muchas iniciativas para mejorar el diseño de los envases para que sean más sostenibles y fomentar su reutilización y reciclado (lo que conocemos como ecopackaging). Y, por último, pero no por ello menos importante, está la creciente concienciación de los consumidores.
Al reciclar, damos el primer paso para fomentar que funcione el resto de la cadena. De acuerdo con datos de Ecoembes, en 2020 se depositaron más de 616.000 toneladas de envases domésticos de plástico en los contenedores amarillos, facilitando así la posibilidad de su posterior recuperación. “Tenemos que pensar que si los residuos van al contenedor que no les corresponde o terminan en el medioambiente, va a ser muy difícil que alguien los saque de allí. Se dificulta enormemente la tarea de reciclaje”, explica Martínez.
Además, al enviar los residuos al lugar a donde corresponde, estamos enviando un importante mensaje tanto como consumidores como ciudadanos. “Está en nuestra mano apoyar y demandar políticas serias de reciclado”, reflexiona Martínez. Aunque, cuando se trata del plástico, lo más responsable es limitar su uso y dejar este recurso finito para cuando es realmente necesario.
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Excelente artículo, pero técnica y comercialmente le veo dos lagunas…
1. En los multicapa, el caso más claro y más aberrante es el de los tetrabrik. Están compuestos por film-cart´´on-aluminio-film y, aparte de ser complicadísimos de reciclar, el aluminio del interior supone un handicap adicional. No he visto una sola campañas de fomento del reciclaje que explique esto…
2. Respecto a las etiquetas que se disuelven fácilmente en agua… al igual que la sal en un vaso, no desaparece, sino que se separa en pequeñas partes invisibles al ojo… pero están ahí… No creo que sean la solución cuando pueden estar en un vertedero y con el agua de lluvia pasen estos microplásticos al lixiviado o a las escorrentías sin control…
Tenemos mucho que aprender y que ganar… Debemos tener una mirada más crítica con lo que nos enseñan y los comentarios de barra de bar…
El plástico reciclado no se puede usar para fabricar envases de alimentos. ES imposible garantizar su pureza. Lo dice la reglamentacion alimentaria. Para alimentos solo se usa platico virgen (A pesar de lo que diga la publicidad de algunos fabricantes fashion). Evidentemente, se puede usar para envasar otras muchas cosas.
El gobierno propone pero no toma acción para que los ciudadanos en realidad obedezcan y reciclen. Los programas de reciclaje no tienen buena difusión. Considero que deberían lanzar una campaña masiva para que las personas se enteren y puedan ser conscientes de sus acciones.