En materia tecnológica, el año pasado hubo una disputa de elevadas dimensiones [periodísticas] entre Mark Zuckerberg y Elon Musk en referencia a la inteligencia artificial. Como apunta el libro Arden las redes, de Juan Soto Ivars, las redes sociales son un perfecto megáfono para quien no tiene mucho que decir que amplifica las opiniones, que tornan hacia el moralismo, como puntualiza Darío Adanti.
Quizá por eso sería recomendable poner el megáfono en la boca de aquellas personas que están más cerca de la realidad científica, de los desarrollos tecnológicos y de la ciencia, como Michio Kaku, Neil DeGrasse Tyson o Bill Nye.
Hay muy pocas personas en el planeta conscientes a niveles realistas acerca de lo que está pasando en el mundo gracias (y debido a) la tecnología que no den muestras de ludismo, pesimismo, optimismo o hype tecnológico, y que se dediquen a analizar desde un punto de vista coherente la información. Michio Kaku es uno de ellos, y hoy nos preguntamos qué le preocupa.
¿Quién es Michio Kaku y por qué deberíamos escucharle?
Para quien no le conozca, Michio Kaku es uno de los divulgadores americanos más conocidos del panorama cultural científico mundial. Sus libros, que tratan sobre campos como la astrofísica, la teoría de cuerdas, la futurología o la física teórica general, siempre consiguen acercar el último conocimiento humano en cada una de las ramas al lector medio.
Si algún investigador de alguna parte del mundo descubre o teoriza algo complejo y contraintuitivo, Kaku es capaz de bajarlo a tierra, explicarlo de un modo accesible, hacer uso de metáforas para que se comprenda e incluso buscarle un uso futuro. Su posición, siempre al lado de los investigadores al límite del conocimiento, hacen de Kaku una de las voces razonables a quien valdría la pena escuchar.
Pero no solo es divulgador, escribe y presenta programas relativos a la aplicación de la ciencia en sociedad. Michio Kaku tiene una larga carrera como investigador en mecánica cuántica que se remonta a mediados de los 70. Ha publicado decenas de artículos científicos en revistas especializadas, y ha impulsado campos como la teoría de cuerdas o la teoría cuántica de campos.
¿A favor o en contra de la inteligencia artificial?
En una entrevista en vivo para la CNN, el presentador preguntó a Michio Kaku «¿A cuál de los dos apoya? ¿A Musk con su escenario catastrofista, o a Zuckerberg con su “irresponsable”?», ya que Zuckerberg considera irresponsable no pisar a fondo el pedal de la inteligencia artificial.
Kaku se posicionó, con la calma que le caracteriza, a favor de ambos distribuyendo el “problema” en el tiempo: en el corto plazo de 20 o 30 años no tiene ningún sentido temer que la IA sea capaz de destruirnos, habida cuenta que su “inteligencia” alcanzará niveles similares a los que tiene la cucaracha común.
Kaku tiene la ventaja de estar rodeado de las mentes más brillantes del planeta, pero también de los investigadores a la vanguardia del desarrollo científico. Aunque a muchos nos gustaría despertarnos un día en un mundo repleto de robots que hiciesen todo por nosotros, la realidad es que la inteligencia artificial está naciendo todavía.
Así lo expresaba Martín Molina González, catedrático en Inteligencia Artificial, cuando hablábamos de robots y renta básica; e investigadores de la talla de Ramón López de Mántaras, que lleva décadas desarrollando la IA y ahora es director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC, aseguran que la IA tiene sus límites. No van a levantarse en plan Terminator.
No obstante, en el largo plazo, tras décadas de desarrollo, Michio Kaku comenta que los temores de Musk se volverán más y más “proféticos” en el sentido de válidos para un modelo de futuro que podríamos evitar (futurología).
En este sentido, Kaku recurre a una de sus conocidas metáforas y compara la IA con los primeros aviones. Los aviones, al principio, fueron usados para realizar el transporte de mensajería y luego, tiempo después, para la guerra. Aunque se han weaponizado los algoritmos, todavía queda mucho tiempo antes de que debamos asustarnos por ellos.
Es complejo mantenerse en una postura no tanto neutral como sí cauta, sin caer en tópicos y extremismos de «La IA va a salvarnos»/«La IA va a destruirnos», dado que es improbable que ninguno de esos dos escenarios suceda.
¿Cómo debemos aproximarnos al cambio climático?
Michio Kaku lleva décadas abordando el problema del cambio climático desde la divulgación científica, y aprovecha cada oportunidad que le brindan los medios para hacer comprender a los espectadores el problema. En una de sus últimas intervenciones en la televisión americana hablaba sobre una de las consecuencias del calentamiento global: el alzamiento del nivel oceánico.
Él se declara con cierto miedo de cara a las generaciones futuras dado que, aunque los modelos de predicción climáticos no sean ciertos al 100%, sí existen ciertos datos que podemos confirmar de manera segura:
- El planeta se está calentando
- Este calentamiento hace que el hielo se derrita y rompa
- Eso significa que el agua líquida resultado de lo anterior irá a alguna parte
Teniendo en cuenta que el grueso de la humanidad vive en las costas de todo el mundo, y que es en estos emplazamientos donde más pobreza relativa hay (comparados con poblaciones continentales), significa que las personas que más sufran desplazamientos debidos al cambio climático (refugiados climáticos) serán aquellas con menos recursos para moverse.
¿Cómo afectará la tecnología al empleo y la economía?
Hace tiempo, cuando hablábamos de la tecnología ubicua, mencionábamos las cuatro fases por las que pasa la tecnología, desde un bien inaccesible hasta un abaratamiento tal que la hace accesible e infravalorada. Kaku, en una de las mesas redondas sobre cómo afecta el mundo digital a la economía, abre con el siguiente ejemplo:
«En los próximos años los chips costarán menos de un centavo [0,01 USD], y eso es más asequible que la basura. Los chips serán basura». Del mismo modo que hoy el papel parece carecer de valor y se amontona en los vertederos, en su momento lo harán los chips, y estos estarán integrados en todo. De modo que uno de los primeros avisos de Kaku sobre el desarrollo tecnológico tiene una fuerte vertiente medioambiental: hemos de aprender a reciclar, pero también a reutilizar y a reducir.
El segundo aviso viene por parte de las nuevas industrias. Aunque la IA no sea una inteligencia consciente, sí será operativa a la hora de desempeñar funciones humanas, algo que ya está pasando, desplazando buena parte de la fuerza laboral especializada y creando una “burbuja” (no tiene por qué pincharse) en el mercado de la inteligencia artificial cuyo volumen estima que será mucho mayor que la actual industria del automóvil.
Esto vuelve a llevar el foco a cómo haremos para mantener un sistema educativo no orientado a una salida laboral específica, o cómo gestionamos las responsabilidades de los robots y sus costes. Si una máquina es capaz de desempeñar un trabajo, ¿quién paga sus impuestos? ¿Cómo desligamos los derechos sociales [sanidad, educación, transporte…] del sistema laboral, y los unimos al concepto de ciudadanía?
Las palabras de Kaku y sus preocupaciones pueden resultar ajenas a muchos de nosotros. Después de todo, como futurólogo él vive a unas décadas de nosotros, adelantándose a los problemas que la tecnología pudiese causar y diseñando planes de acción para evitarlos.
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Imágenes | Campus Parti Brasil (CC BYSA 2.0), Campus Party Brasil (CC BY-SA 2.0), S Pakhrin (CC BY 2.0), CNN Live