Los pulsos binaurales son unos sonidos que, por lo visto, alteran el cerebro. Se pueden usar tanto con fines terapéuticos como recreativos, a modo de ‘drogas’ auditivas. ¿Son un nuevo caso de timo 2.0 o hay ciencia que respalde su funcionamiento?
Seguro que en tus paseos por plataformas como YouTube y Spotify te habrás encontrado con referencias a sonidos binaurales, pulsos binaurales o latidos binaurales. Son objeto de estudio habitual en el campo de la neurociencia y, aunque no haya, de momento, conclusiones definitivas, su uso experimental en terapia parece avanzar interesantes resultados.
Qué son y cómo funcionan los pulsos bianuales
Aunque se hayan puesto de moda hace poco, el fenómeno de los pulsos binaurales viene de lejos. Fueron descubiertos en 1839 por Heinrich Wilhelm Dove, aunque su descripción científica no llegara hasta más tarde, en 1973. Fue gracias a Gerald Oster, quien, además, confirmó la capacidad que tienen de producir alteraciones cerebrales.
El siguiente paso lo daría Robert Monroe, quien en 1985 asoció los tonos binaurales en frecuencias beta con la concentración. Y una década después, Chock C. Hiew hizo lo propio con los rangos delta y theta, relacionándolos con estados creativos y de relajación, la conciliación del sueño y la meditación.
¿Cómo funcionan? Un pulso o sonido binaural se produce al escuchar por cada oído dos tonos distintos, que se diferencian por una frecuencia máxima de 35 hercios (Hz), lo que crea la ilusión de una tercera frecuencia. Es, en esencia, un ‘truco’ de nuestro cerebro, que imagina un tercer sonido inexistente para compensar la diferencia entre los originales.
Los efectos positivos de los pulsos binaurales
Lo más común es relacionar el uso de pulsos binaurales con estados de relajación y creatividad, como en el estudio de ‘Frontiers in Human Neuroscience‘ realizado en 2013. Sus participantes mejoraban en las pruebas de pensamiento divergente tras escucharlos. Otro estudio de ‘Frontiers in Psychology‘, tres años más tarde, incidió en su efecto sobre la flexibilidad cognitiva.
Ya en 2010, un estudio piloto publicado en el ‘Journal of Pediatric Nursing’ sugirió que podrían tener un efecto positivo en la mejora de la atención. En 2015, una investigación de ‘Studia Psychologica‘ los asoció a un incremento en la capacidad de la memoria de trabajo. Otro de sus beneficios más populares, la inducción del sueño, fue investigado por ‘Frontiers in Human Neuroscience‘ en 2019.
Una combinación de pulsos binaurales y prácticas de atención plena podría reducir la fatiga mental, tal como propone una investigación de 2020 publicada en el ‘Journal of Cognitive Enhancement‘. Y también se han asociado a una posible reducción del dolor crónico o, al menos, de la percepción subjetiva del mismo, como se desarrolló en el ‘European Journal of Pain‘ en 2020.
La moda de los pulsos binaurales como ‘droga digital’
¿Son estos estudios los responsables del auge de los pulsos binaurales en internet? Aunque es indicativo que las listas de sonidos ambientales destinados a favorecer la concentración en los estudios, la relajación y la mejora del sueño tengan incontables visitas, es probable que no sean la única razón. Hay otra muy importante en su éxito.
Para entender del todo su impacto en las redes habría que analizar otro de sus supuestos efectos: el de ‘droga digital’. Haciendo una búsqueda rápida, se pueden encontrar miles de referencias a sonidos binaurales con nombres de estupefacientes cuyos efectos sobre nuestro estado de ánimo, en teoría, imitarían.
Tanto es así que en la ‘Encuesta global de drogas 2021’, publicada hace poco por la revista ‘Drug and Alcohol Review‘, hasta un 5,3 % de los participantes ya reconocía haber escuchado alguno de estos audios. Entre las razones esgrimidas, más de un 72 % aseguraba usarlas para dormir y relajarse. Casi un 35 % perseguía alterar su estado de ánimo y un 11,7 %, en concreto, imitar el efecto de otras drogas.
Qué base científica hay detrás de los pulsos binaurales
¿Podríamos considerar entonces los pulsos binaurales como ‘drogas auditivas’? Depende de muchos factores y, entre ellos, uno fundamental es la capacidad de autosugestión del usuario. Sí parece haber consenso en que, aunque haya plataformas específicas orientadas hacia este teórico uso recreativo, como I-Doser, no están asociados a estados posteriores de abstinencia.
Resulta complicado extraer conclusiones definitivas. Navegar por las infinitas listas de reproducción de pulsos binaurales que se encuentran en internet deja un regusto extraño, en sintonía con esos famosos audios subliminales que nos ayudan a triunfar o hacernos ricos. Y, en general, no suenan muy distintos a una banda sonora o un disco de música ambient.
En cuanto a su base científica, profesionales como el neurólogo Steve Novella afirman que “las drogas digitales no curan la estupidez”, pero es innegable la diversidad de estudios que parecen avanzar resultados. Además, es obvio que los sonidos pueden generar un estado de ánimo. Como aún faltan pruebas concluyentes, de momento no quedará otra que mantener la mente abierta al respecto.
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Imágenes | Portada: foto de Pawel Czerwinski en Unsplash. Interiores: vídeo de Be Inspired Studio en YouTube, lista de reproducción Binaural Beats: Focus en Spotify y GIF Tim and Eric reaction en Giphy.