Muchos se preguntan qué es una isquemia. De hecho, es un problema de salud muy común que puede afectar diferentes partes del cuerpo. Si no se detecta a tiempo, puede causar daños graves e incluso la muerte. Por eso se debe incrementar la prevención, a través de una vida sana, y el conocimiento de las causas, síntomas y tratamientos.
Índice
- ¿Qué es una isquemia?
- Causas de la isquemia
- Tipos de isquemia
- Incidencia y factores de riesgo
- Síntomas de la isquemia
- Diagnóstico de la isquemia
- Tratamientos de la isquemia
Qué es una isquemia
Este término médico indica cualquier reducción en el flujo de sangre en un determinado órgano o tejido, que llega causar una disminución en el suministro de oxígeno y nutrientes. Estos son elementos fundamentales para la supervivencia de las células que componen el organismo humano. Su ausencia prolongada desencadena un proceso irreversible que conduce a la muerte (o necrosis) de los órganos o tejidos involucrados.
Causas de la isquemia
Generalmente, los fenómenos de isquemia surgen por la obstrucción de uno o más vasos arteriales y la consecuente interrupción del suministro de sangre a órganos y tejidos. En la mayoría de los casos, los eventos obstructivos de una isquemia son la consecuencia de una embolia, trombosis y eventos traumáticos. Normalmente, la embolia y la trombosis se asocian con isquemia miocárdica, isquemia cerebral e isquemia intestinal. Los eventos traumáticos, por otro lado, están relacionados con la aparición de isquemias periféricas en los dedos de manos o pies.
Tipos de isquemia
Lo primero que debemos saber cuando nos preguntamos qué es una isquemia es que cualquier parte del cuerpo puede padecerla. Sin embargo, hay órganos que corren más riesgo que otros.
- El corazón puede sufrir isquemia miocárdica o isquemia cardíaca.
- En el cerebro se puede generar una isquemia cerebral.
- El intestino puede desarrollar isquemia intestinal o mesentérica.
- Las extremidades superiores o inferiores pueden sufrir la llamada isquemia periférica.
- También hay isquemia renal y de la retina.
Una isquemia puede tener forma aguda o crónica. En el primer caso, la reducción del flujo sanguíneo es repentina. Mientras que en el segundo, el mismo proceso se produce de forma paulatina. Por tanto, la isquemia aguda representa una urgencia médica que debe tratarse lo antes posible.
Hay órganos y tejidos que sufren más por una reducción en el suministro de sangre a sus células. El corazón, el cerebro y los riñones son órganos especialmente sensibles a la falta de oxígeno y nutrientes. De hecho, en solo 3 o 4 minutos pueden sufrir un daño irreversible por la necrosis. Por otro lado, todos los tejidos y órganos que tienen un metabolismo lento muestran las primeras consecuencias irreversibles después de unos 20 minutos.
Incidencia y factores de riesgo
Cada año entre 110 000 y 120 000 personas sufren un ictus isquémico en España, de los cuales un 50% quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. La incidencia sube proporcionalmente a partir de los 55 años. La isquemia cardíaca es la primera causa de muerte en nuestro país, con 120 859 fallecimientos registrados al año, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (2018). Estos dos son los tipos más comunes de isquemia.
Los factores de riesgo son numerosos:
- Arritmias y enfermedades del músculo cardíaco (o miocardio).
- Enfermedades de las arterias coronarias y la válvula mitral, que regula el paso de la sangre entre la aurícula y el ventrículo izquierdo.
- Diabetes.
- Hipertensión e hipotensión.
- Arteriosclerosis: endurecimiento y engrosamiento de la pared arterial.
- Exceso de colesterol y triglicéridos en la sangre.
- Hipoglucemia: reducción crónica de los niveles de glucosa en la sangre.
- Edad avanzada.
- Sobrepeso y obesidad.
- Estilo de vida sedentario.
- Tabaquismo.
- Tromboembolismo venoso.
- Obstrucción de las arterias encargadas de irrigar las extremidades, tronco o cabeza.
- Anemia falciforme.
- La compresión de los vasos sanguíneos provocada por la presencia de tumores.
- Exposición de las extremidades a un frío excesivo.
- La rotura severa de numerosos vasos sanguíneos.
- La rotura de un aneurisma.
Síntomas de la isquemia
Una de las primeras cosas que hay que aclarar tras preguntarse qué es una isquemia son los síntomas que produce. Estos dependen del órgano y tejido afectado. La isquemia cardíaca se presenta con un cuadro sintomático diferente a la isquemia cerebral o la isquemia periférica. Además, algunos casos de isquemia son asintomáticos y, por ende, más peligrosos porque pueden pasar desapercibidos.
Los síntomas de la isquemia cardíaca incluyen:
- Dolor o presión en el pecho. El dolor puede irradiarse a espalda, brazo, hombro, cuello, mandíbula o estómago.
- Disnea o falta de aire.
- Náuseas con o sin vómitos.
- Fatiga crónica.
- Palpitaciones o ritmo cardíaco irregular.
- Abundante sudoración.
La isquemia cerebral suele producir estos síntomas:
- Alteraciones visuales, especialmente visión doble o repentinamente borrosa.
- Trastornos del habla y la memoria.
- Desmayos, síncope, pérdida del conocimiento.
- Movimientos lentos, difíciles y descoordinados.
- Pérdida del equilibrio.
- Debilidad, entumecimiento de un brazo o de un lado del cuerpo.
- Hemiparesia o paresia facial.
- Confusión mental.
- Fuerte dolor de cabeza.
En cambio, la isquemia periférica está precedida por:
- Dolor intenso.
- Sensación de frialdad.
- Parestesia (o anestesia).
- Palidez.
- Ausencia de pulso.
Los síntomas de la isquemia intestinal son:
- Dolor abdominal intenso.
- Diarrea (a menudo con sangre), náuseas, vómitos, flatulencia o estreñimiento.
Diagnóstico de la isquemia
Generalmente, se empieza con un análisis médico de los síntomas y luego se pasa a una serie de pruebas instrumentales específicas del órgano o tejidos que el médico cree que están involucrados.
Cuanto antes se realice el diagnóstico, mayores serán las posibilidades, mediante un tratamiento adecuado, de recuperar la funcionalidad de los tejidos u órganos afectados. En caso de sospecha de isquemia cardíaca, el médico solicita un electrocardiograma y un análisis de sangre. Si estos controles son insuficientes, también puede solicitar un ecocardiograma, una radiografía de tórax y una angiografía coronaria.
Tratamientos de la isquemia
En caso de isquemia de cualquier tipo, el objetivo de la terapia es restaurar el flujo sanguíneo a los órganos y tejidos afectados. Los tratamientos dependen de la ubicación de la isquemia y las causas que la determinaron.
Algunos de los tratamientos más utilizados son:
- Angioplastia. Es un procedimiento que permite eliminar posibles estrechamientos dentro de un vaso sanguíneo. La técnica que se utiliza normalmente para este tipo de cirugía es la colocación de stents.
- Revascularización arterial. Consiste en una cirugía de bypass arterial. El cirujano crea una ruta alternativa para el paso de la sangre. La cirugía de bypass arterial más conocida es el bypass coronario. También existe el bypass de las arterias de las extremidades inferiores.
- Embolectomía y trombectomía. Procedimientos médico-quirúrgicos con los que el médico elimina un émbolo o trombo.
- Administrar fármacos trombolíticos para disolver los coágulos de sangre.
Ciertos episodios de isquemia también se prestan a tratamientos sintomáticos, es decir, destinados a mejorar los síntomas. Se emplean fármacos como analgésicos, vasodilatadores para reducir la carga de trabajo del corazón (bloqueadores de los canales de calcio, inhibidores de la ECA, nitratos y betabloqueantes) y oxigenoterapia.
Los pacientes con isquemia causada por una embolia o trombosis suelen ser propensos a recaídas. Para reducir esta predisposición, los médicos prescriben una terapia anticoagulante a largo plazo, basada en la suministración de fármacos como warfarina o heparina, y una terapia que implica el uso de agentes antiplaquetarios como la aspirina. Las formas graves de isquemia periférica requieren una cirugía drástica con consecuencias permanentes, como la amputación del miembro afectado para evitar la gangrena.
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Muy buen artículo, claro para los que no tenemos muchos conocimientos médicos. ¡Muchas gracias!