Es la señal. El ratón acaba de ver las rayas verticales en la pantalla que le indican que ya puede beber agua. Se acerca a la fuente y sacia su sed. Hasta aquí, nada raro. Solo que la imagen de las rayas nunca ha existido. Al menos, no ha existido como una emisión en una pantalla en un laboratorio. El ratón solo la ha visto en su mente.
Los resultados de este experimento, descritos en el paper ‘Controlling Visually Guided Behavior by Holographic Recalling of Cortical Ensembles’, suponen la mayor prueba hasta el momento de que es posible ‘escribir’ en un cerebro. Es decir, es posible estimular las neuronas externamente para generar una imagen, un mensaje y, en última instancia, motivar un comportamiento.
El neurobiólogo español Rafael Yuste es uno de los investigadores que han hecho al ratón ver lo inexistente. Es, también, uno de los mayores referentes globales de la neurotecnología. Saca media hora justa de su apretada agenda para atendernos desde su despacho en la Universidad de Columbia, en Nueva York (Estados Unidos), donde dirige su propio grupo de investigación.
“Justo ahí detrás tenemos el departamento de física, que es un monumento nacional porque en su sótano se creó el primer reactor nuclear de la historia. Allí nació la bomba atómica. Y los mismos físicos que la hicieron posible fueron los primeros en pedir una regulación internacional de la energía atómica”, reflexiona. Yuste es, también, uno de los grandes impulsores de una legislación para proteger los neuroderechos de la humanidad.
– Han sido capaces de hacer ver a ratones cosas que no existen. ¿Cuándo con humanos?
Faltan cinco o diez años para hacer experimentos parecidos en humanos. La neurotecnología tiene dos aspectos. Por un lado, permite registrar la actividad de las neuronas y, por otro, cambiarla. Es como leer y escribir en el cerebro. Tal como sucede cuando estudias un idioma, es mucho más fácil leer que escribir.
Las tecnologías de lectura van entre cinco y diez años por delante de las de escritura. En humanos, empezamos ahora a leer y a entender la actividad cerebral. Pero para poder ser capaces de reescribir la actividad cerebral en personas queda todavía una década.
– ¿Hasta qué punto es posible leer los pensamientos de una persona?
Depende lo que llamemos un pensamiento. Por ejemplo, utilizando escáneres de resonancia magnética funcional, en la Universidad de Berkeley (Estados Unidos) son capaces de hacer lo siguiente: ponen a un voluntario en el escáner, le enseñan una foto y mapean la actividad cerebral en ese momento. Repiten el proceso con unas 100 fotos.
Después le dicen que piense en una de esas imágenes y, con un escaneo del cerebro, son capaces de saber en qué pensaba. Pero lo más interesante es que, si piensa en una imagen que no le hayan enseñado y partiendo de los mapas de las imágenes que ya tienen, pueden ver qué está pensando esa persona, cada vez con más precisión.
– Siempre limitado a imágenes.
Sí, estamos hablando siempre de imágenes. Pero los seres humanos somos primates y la visión es nuestro sentido principal. Posiblemente la mitad de nuestro cerebro tiene que ver con la visión y se cree que en muchos sentidos pensamos de una manera visual. Si es así, con este tipo de tecnología se podría empezar a descodificar el flujo de ideas de una persona.
«Igual que hoy llevamos ropa o un teléfono móvil en el bolsillo, llevaremos una interfaz cerebro-computadora puesta»
– Facebook, Microsoft, Elon Musk con Neuralink… La inversión privada en neurotecnología se ha disparado. ¿Nos espera un futuro de personas conectadas a máquinas?
Creo que estamos abocados a una humanidad en la que la neurotecnología se incorpore como parte de nuestro ser. Igual que hoy llevamos ropa o un teléfono móvil en el bolsillo, llevaremos una interfaz cerebro-computadora puesta. Son interfaces para conectar el cerebro con la red. Hay dos tipos de interfaces: invasivas, que requieren neurocirugía, y no invasivas, que creo que tendrán más fuerza.
El caballo de batalla de la neurotecnología son las interfaces no invasivas. Se están fabricando ya para leer la mente. Existen escáneres cerebrales portátiles bastante potentes que funcionan como una especie de casco capaz de mapear la actividad cerebral.
– Volvamos sobre Neuralink. Cerdos con implantes neuronales y monos capaces de jugar a videojuegos solo con el cerebro. Musk ha dicho que incluso se podría probar este año con humanos. ¿Es factible?
El chip de Neuralink es una interfaz invasiva. Requiere neurocirugía. El objetivo declarado de Neuralink es aumentar cognitivamente a los humanos mediante implantes cerebrales con inteligencia artificial. Es verdad que han pedido permiso para implantarlo en humanos, pero, al ser una tecnología invasiva, este dispositivo está regulado médicamente. No puede pedirlo cualquiera, debe ser recomendado por un médico.
La neurotecnología invasiva me preocupa menos por ahora. Está bajo el paraguas de la ética médica. Otra cosa es la no invasiva, que no está regulada. Igual que te compras un iPhone te puedes comprar un escáner cerebral portátil. Aquí pueden surgir problemas, porque podríamos empezar a ver casos en los que la tecnología se use con un fin beneficioso para la persona.
«El cerebro es la única parte del cuerpo que no conocemos bien. Como consecuencia, las enfermedades cerebrales, prácticamente, no tienen cura»
– Desde el punto de vista médico, ¿qué aspectos positivos tiene la neurotecnología?
Tiene el potencial de revolucionar la neurología y la psiquiatría. El cerebro es la única parte del cuerpo que no conocemos bien. No tenemos una teoría general de cómo funciona. Como consecuencia, las enfermedades cerebrales, prácticamente, no tienen cura. Si no entendemos cómo funciona, tampoco podemos entender por qué no funciona.
Los psiquiatras y los neurólogos tienen las manos atadas. Hablamos de alzhéimer, párkinson, depresión, esquizofrenia, parálisis, ansiedad… Es un desastre. No tenemos las herramientas para descifrar lo que ocurre en el cerebro y cambiarlo. Es urgente desarrollar neurotecnología invasiva y no invasiva. Los beneficios médicos van a ser evidentes. Va a ayudar a entender la fisiopatología, a mejorar el diagnóstico y a diseñar terapias que solucionen el problema.
– Comprender el funcionamiento del cerebro es precisamente uno de los objetivos de la BRAIN Initiative, que usted impulsó en sus inicios. Los próximos años serán decisivos en esta investigación. ¿En qué momento está?
El proyecto BRAIN se lanzó en 2013, con vista a 15 años. Involucra actualmente a más de 500 laboratorios en Estados Unidos y en otras partes del mundo. Este año tiene 540 millones de dólares de financiación y en total se superarán, se cree, los 6000 millones de dólares. A consecuencia de BRAIN, otros países han lanzado iniciativas similares: China, Japón, Corea, Australia, Israel y la Unión Europea.
Hablamos de una revolución global. Gobiernos de todo tipo están invirtiendo en neurotecnología porque le ven grandes beneficios. El argumento con el que convenció Obama al Congreso de Estados Unidos para sacar BRAIN adelante fue económico. Por comparar, se ha demostrado que cada euro invertido en el Proyecto Genoma Humano se multiplicó por 124 en términos de impacto económico. Además, desde el año pasado, las compañías privadas de Estados Unidos han invertido más de 3000 millones de dólares en el mismo campo.
– ¿Estamos más cerca entonces de entender cómo funciona el cerebro?
Estamos cada vez más cerca, pero todavía no se ha logrado una teoría general del cerebro, aunque hay varias propuestas. No tenemos la tecnología que nos permita hacer los experimentos necesarios para demostrar si las hipótesis son ciertas o no. El cerebro humano tiene 80 000 millones de neuronas. Cada una está conectada con unas 100 000 neuronas. Mapear un solo cerebro humano es como mapear tres veces el tamaño de internet.
«Todo lo que somos, percepción, memoria, pensamiento, emociones, decisiones, todo está generado por los 80 000 millones de neuronas».
– Si hablamos sobre aplicaciones prácticas más allá de la medicina, ¿la tecnología nos permitirá comunicarnos de forma telepática?
Ya se ha hecho con animales y se han hecho algunos experimentos con humanos, conectando dos personas a través de una interfaz cerebro-computadora. En principio, llegará un momento en que estas interfaces sean tan potentes que podamos comunicarnos de esa forma. Como decíamos antes, en animales ya somos capaces de estimular una imagen en la corteza visual de un ratón. Y el ratón se comporta como si la estuviera viendo.
– ¿Y podremos llegar a descargar nuestros recuerdos?
En principio, todo lo que somos, percepción, memoria, pensamiento, emociones, decisiones, todo está generado por los 80 000 millones de neuronas. Si puedes mapear su actividad y descifrarla, en algún momento podrás descifrar todo lo que somos. Abrir la tapa del cerebro, desde un punto de vista científico y médico, nos permitiría acceder a la mente humana, entenderla y cambiarla. Nos permitiría conectar personas a nuevo conocimiento. Llegar a copiar un cerebro entero son palabras mayores. Aunque quizá llegue a ser posible.
– Cada nueva tecnología trae aspectos positivos, pero en muchos sentidos hemos visto cómo han aumentado también las posibilidades de manipulación de las personas. ¿Cuáles son los riesgos más inminentes de la neurotecnología?
La neurotecnología es necesaria y urgente, para la ciencia, para los pacientes y para el bien de la humanidad, pero tenemos que hacerlo de una manera responsable. Las tecnologías son neutras en esencia. Puedes utilizar el fuego para calentarte o para quemarle la casa a alguien. Debemos afrontar la neurotecnología teniendo siempre presentes las consecuencias negativas que pueda haber.
– Es uno de los grandes abogados de los neuroderechos. ¿Cómo avanza su protección?
En Chile se ha aprobado por unanimidad la reforma del artículo 19 de la Constitución, definiendo la integridad cerebral como un derecho humano básico. También allí se ha aprobado un proyecto de ley que incorpora los neuroderechos en la legislación chilena. En España, los neuroderechos están recogidos en la Carta de Derechos Digitales.
Tanto Estados Unidos como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) han estado en contacto con nosotros porque están interesados en estudiar los neuroderechos. Si esto avanza, es probable que los neuroderechos arraiguen en la estructura de derechos humanos de todo el mundo.
«Las personas deben tener el control. Las interfaces cerebro-computadora no invasivas tienen ahora mismo la misma regulación que un smartphone».
– ¿Cuáles son esos neuroderechos fundamentales?
Nosotros hemos propuesto cinco. El primero es el derecho a la privacidad mental. Que el contenido de tu mente no pueda ser extraído sin tu consentimiento. El segundo es el derecho a la identidad mental, de manera que nadie pueda interferir con el yo, con la conciencia que tenemos de nosotros mismos. Hay pacientes que, cuando reciben tratamientos con alguna neurotecnología, se sienten como una persona distinta. La identidad personal se puede cambiar y hay que protegerla.
El tercero es el derecho al libre albedrío, que la toma de decisión sea propia. El cuarto es el derecho al acceso equitativo a las neurotecnologías de aumentación. Es decir, que el principio universal de justicia rija el acceso a las neurotecnologías que mejoren mental y cognitivamente a las personas. Por último, el quinto derecho tiene que ver con la incorporación de la inteligencia artificial. Es el derecho a la protección frente a los sesgos en los algoritmos.
Hablamos de una tecnología que es distinta a todo lo que tenemos hasta ahora. Cualquier influencia de esta tecnología, si proviene de nuestro propio cerebro, la interpretaremos como algo interno. Es el acceso directo a la mente de las personas. Por eso la neurotecnología necesita una regulación diferente.
– ¿Aceptaremos que nos lean la mente a cambio de una app gratis tal como hoy vendemos nuestros datos?
Cada uno es libre de hacer lo que quiera. Si no te importa que te lean la mente, adelante. Pero queremos que sea un derecho humano básico que nadie lo haga sin tu consentimiento. Las personas deben tener el control. Las interfaces cerebro-computadora no invasivas tienen ahora mismo la misma regulación que un smartphone.
– Viendo cómo ha avanzado la legislación alrededor de otras tecnologías, que siempre va un poco por detrás, ¿es optimista con la neurotecnología?
Es posible que esta vez vayamos por delante. Tenemos tiempo y hay países como Chile o España que se han lanzado al ruedo. Convencer a las Naciones Unidas sería ya lo ideal para poder así prevenir situaciones negativas antes de que ocurran.
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Imágenes | YusteLab, Columbia University, Unsplash/Ricky Kharawala
Simplemente fantástica la entrevista a Rafael Yuste: una lectura imprescindible para el mundo de hoy y muy oportuna para Chile cuando se elabora una nueva Constitución.