En 30 de julio de 1789 las corbetas Atrevida y Descubierta partían de Cádiz transportando la mercancía más valiosa existente: científicos y curiosidad. ¿Su objetivo? Intentar alcanzar los hitos científicos de los exploradores franceses e ingleses de las décadas previas. Sí, España había conquistado buena parte del mundo, pero cojeaba mucho en materia de ciencia e innovación.
Financiada por la Corona, la ahora conocida como ‘Expedición Malaspina’ (del otro capitán, José de Bustamante y Guerra, nos acordamos menos) fue un hito comparable a la de Magallanes y Elcano de 1519 a 1522. El 21 de septiembre de 1794 regresaban a Cádiz tras haber visitado decenas de colonias, virreinatos y provincias americanas y del Pacífico. Y entonces empezaron los problemas.
¿Cuál era el objetivo de la expedición de Malaspina?
A decir verdad, la expedición de Malaspina y Bustamante tuvo dos objetivos diferentes. Por un lado era evidente el espíritu revanchista de Madrid frente a París y Londres. Tanto Inglaterra como Francia llevaban un siglo recorriendo el globo en barco y realizando hallazgos de todo tipo. En España íbamos bastante rezagados al respecto.
Algunas muy conocidas son las andanzas de Davis, François Galaup, Cook, Bougainville o La Perouse, con enormes logros en botánica, geología y zoología, además del notable aprendizaje cultural y las aplicaciones prácticas en navegación, farmacología y mineralogía. Jugaban con ventaja en multitud de campos.
En 1788 Malaspina y Bustamante vieron este filón y presentaron a la Corona española la posibilidad de una expedición científica. El monarca abrazó el proyecto, pero dándole un cariz más político. Y quien dice político, dice dictatorial. Junto con la vertiente científica de la que se ocuparía la tripulación técnica, encargaron a los capitanes un estudio sistemático del estado de las colonias de ultramar.
En esencia, querían saber qué se cocía por sus terrenos, tan vastos y alejados entre sí que costaba bastante mantener cierto nivel de control y estatus. Lo que hoy llamaríamos feedback y que podemos obtener en microsegundos, entonces requería semanas, si no meses, de peligroso viaje. La Corona quería asegurar su control sobre el mundo.
Un hito científico
Andrés Galera Gómez, autor de ‘Las corbetas del rey’ (2010), llama la atención sobre “el progreso científico y la continua ampliación de la frontera de lo conocido, apoyándose y superando los avances anteriores”. No fue para menos. Resulta imposible hacer justicia a lo logrado durante la expedición, pero he aquí algunas notas rápidas e hitos puntuales:
- Se recogió la planta crecopia en Perú.
- Se dibujaron rituales funerarios de Milgrave (Victoria, Australia).
- El Viejo Continente descubrió por primera vez a los nativos del oeste de Canadá y Alaska.
- Se pescaron ‘nuevas’ especies de pez en Acapulco (México).
- Se identificaron centenares de animales.
Asimismo, gracias al viaje se redibujaron las costas de medio mundo, incluidas el interior del río de la Plata (entre Argentina y Uruguay). Durante años, los naturalistas y botánicos recogieron muestras, analizaron suelos, estudiaron el clima y registraron centenares de especies desconocidas en el Europa.
El trabajo científico solo tuvo precedentes en expediciones previas de la ‘competencia’. Durante la expedición de Malaspina se estudiaron miles de minerales, se tomaron muestras del agua de cientos de lugares para analizar su salubridad e incluso se midió el magnetismo terrestre en otros tantos puntos del globo.
Para hacernos una idea y trasladar el hito científico al presente, las corbetas Atrevida y Descubierta eran como dos laboratorios de última generación que iban peinando el mundo conocido en busca de descubrimientos. Y desde luego que encontraron.
Un viaje más político que científico
Alejandro Malaspina volvió del viaje con varias ideas en mente, y una de ellas no fue particularmente admirada por la Corona. Tras visitar las colonias y observar las políticas extraccionistas o cómo se trataba a los nativos en régimen de semiesclavitud (y a veces sin el ‘semi’), insistió en su informe en ampliar la autonomía de las colonias españolas americanas y darles más libertad.
Cuando regresó, redactó un documento confidencial para los reyes llamado ‘Viaje político-científico alrededor del mundo por las corbetas Descubierta y Atrevida, al mando de los capitanes de navío don Alejandro Malaspina y don José de Bustamante y Guerra, desde 1789 a 1794’.
Su teoría era que un mayor comercio local en América ayudaría a la población colonial, como, por cierto, se vio varios siglos después. Pero cuando Malaspina entregó su informe a Manuel Godoy, que en esencia regía España a la sombra de Carlos IV, este consideró sus ideas como inapropiadas. Poco menos que un atentado a la Corona.
En realidad la respuesta de Godoy era lógica: España estaba saqueando medio mundo (como Inglaterra y Francia) y no estaban dispuestos a cerrar el lucrativo negocio. Desde el punto de vista de la Corona, el informe fue un escándalo. Ellos fueron los que financiaron el viaje de Malaspina y Bustamante y esperaban un escrito que les dejase en buen lugar.
La caída en desgracia de Malaspina
A Malaspina no le gustó la forma en que Godoy desechó su libro, como tampoco le agradó la persecución sistemática hacia su persona tras redactar aquel volumen confidencial. De modo que decidió tomar cartas en el asunto y empezó a urdir una conspiración contra la Corona que, como sabemos ahora, acabó mal.
Hasta mediados del XX no redescubrimos los logros de Malaspina de finales del XVIII. Cayó en desgracia durante más de un siglo debido a unas ideas progresistas que hoy son básicas. Las últimas colonias de ultramar de Cuba, Puerto Rico y Filipinas se separaron de España en 1898.
Malaspina falleció en 1809, pero dejó, además del ‘Viaje político-científico alrededor del mundo’, libros tan interesantes como el ‘Tratado sobre el valor de las monedas’, que escribió estando encerrado. Sus ideas de aventuras y respeto por los pueblos, en aquel momento inapropiadas, casan con una mentalidad científica y de respeto.
Cabe preguntarse dónde nacerá el próximo Malaspina, a qué gobierno pedirá el capital que redefina el mundo y si, como le pasó a este explorador, su mentalidad será demasiado audaz para la época.
En Nobbot | La importancia de los descubrimientos negativos en la ciencia: ¿por qué necesitamos errar?
Imágenes | Fernando Brambila (1875), Iván Hernández Cazorla, Antonio Pineda en Acapulco, José María Galván y Candela
En el Canadá es muy reconocido, apreciado .
En España no se conoce mucho , aquí lo que tira es el furbol* el bingo , los programas basura y otras virtudes semejantes.
No disfruto diciendo ésto ,muy al contrario, me da pena por España.
Seamos la vanguardia europea de nuevo .
No seamos unos segundones , el vagón de cola.En realidad , el resto de Europa nos teme
Saben de lo que podemos ser capaces si temamos todos juntos .
El peor enemigo de un español es otro español.
Necesario: impulsar el pensamiento crítico
España ha tenido gente de valor pero (me parece) que sus gobernantes (apoyados por sectores de gente de pueblo ignorante pero bien manejados por manipuladores) esterilizan y hasta persiguen a los que tienen talento.- Aún en la actualidad, a los que observamos desde lejos nos da la impresión de que persiste ese modo de gobernar.-