El Internet de las Cosas es uno de esos términos en boca de todos. Si lo llamamos por sus siglas en inglés, IoT, puede parecer algo excesivamente tecnológico y alejado de nuestro mundo. Sin embargo, no son más que cosas con acceso a Internet. Así será el boom de los objetos conectados en los próximos años.
Los objetos conectados, en números
El año pasado se despidió con casi 6.400 millones de objetos conectados en todo el mundo. Este año, la consultora Gartner estima que se alcanzarán los 8.400 millones. En 2020, que está a la vuelta de la esquina, aunque suene a futuro, 20.400 millones. Y menos de un 10% son smartphones.
Porque objetos conectados pueden ser cualquier cosa, no solo son Smart TVs o los prometidos coches autónomos. El Internet de las Cosas puede estar también presente en nuestras bombillas, nuestra ropa, nuestro equipamiento deportivo y hasta nuestras macetas. Objetos conectados hay para todos los gustos.
Y es que, aunque a veces el IoT parezca algo destinado a las grandes industrias, es, precisamente, el consumidor final, el que más objetos con conexión a Internet va a comprar. Según Gartner, de los más de 20.000 millones de objetos conectados que habrá en 2020, cerca de 13.000 millones serán propiedad de los usuarios para uso particular.
La red móvil, a prueba
El incremento de cosas conectadas a Internet va a suponer también un aumento en las demandas de la red. De acuerdo con las estimaciones de Orange, en los cinco grandes mercados europeos (Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España) se alcanzarán los 118 millones de conexiones móviles de banda ancha. En 2016 se sumaban poco más de 48 millones.
Así, las redes actuales no parece que vayan a ser capaces de cubrir las necesidades de miles de millones de objetos consumiendo datos móviles. Aquí es donde entra la tecnología 5G, que, se calcula, empezará a estar disponible comercialmente en el año 2020. La nueva tecnología supondrá un cambio profundo en las comunicaciones móviles, creando una red ubicua, rápida, segura y fiable.
Toda esta demanda creciente va a generar también un gran volumen de negocio. Según la consultora IDC, el Internet de las Cosas moverá más de 7.000 millones de dólares en 2020. Pero volvamos a las cosas, ¿qué podemos esperar de los objetos conectados?
La tercera revolución digital
Primero llegaron las telecomunicaciones, después llegó Internet y ahora nos preparamos para un nuevo mundo de comunicación entre máquinas y humanos. El Internet de las Cosas ha sido bautizado como la tercera revolución digital y estos son los campos donde ya está tomando forma.
Un hogar inteligente
A nivel particular, las aplicaciones del IoT en el hogar implicarán multitud de objetos conectados. Desde bombillas que regulen la luz (y ahorren en la factura) y sistemas de calefacción inteligentes, hasta neveras que hacen la compra, césped que se riega solo o centros de entretenimiento de que aprenden de nuestros gustos, casi cualquier objeto de nuestro hogar es susceptible de conectarse a Internet.
La salud, monitorizada
Tanto a nivel industrial (en hospitales y centros médicos) como a nivel particular (wearables y aparatos deportivos), cada vez hay más objetos conectados que controlan al detalle nuestra salud y nuestro bienestar.
Smart cities
Otro de los términos de moda. Las ciudades inteligentes ya están tomando forma ante nuestros ojos, aunque todavía quede mucho por hacer. Objetos conectados como semáforos, cámaras, transportes públicos o todo tipo de sensores, generan gran cantidad de datos sobre el tráfico, el consumo de energía o los hábitos de los ciudadanos. El objetivo final es analizarlos y ganar en eficiencia en el día a día.
Vehículos conectados
No habrá que esperar a que solo haya coches sin conductor por nuestras calles. Los vehículos conectados son también una realidad y van ganando peso en el ecosistema del Internet de las Cosas. En la actualidad, diferentes sensores acumulan (y comunican) datos sobre el comportamiento del conductor, el consumo de energía o el estado de elementos esenciales para la seguridad, como las ruedas o los frenos.
En el futuro, el IoT permitirá que los coches se comuniquen directamente entre sí y con el resto de objetos presentes en la vía. Así, el Internet de las Cosas será clave cuando sean las máquinas y la inteligencia artificial las que se sienten detrás del volante. Y es que, de momento, podemos empezar por una maceta que controla la humedad de la planta. Pero las posibilidades de los objetos conectados en el futuro parecen infinitas.
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