En los últimos tiempos parece que la única forma de conectarse a Internet con la que contamos es la de tipo inalámbrico. WiFi ha pasado a ser la conexión por excelencia para nuestros dispositivos, sobre todo porque a veces es la única de la que disponemos. En los móviles y en los portátiles finos y ligeros de tipo 2 en 1 y convertibles no hay más opciones (evidentes) de conexión que las inalámbricas, ya sea 4G o WiFi en los móviles y algunos portátiles, o WiFi en el caso de la mayoría de los laptops.
De todos modos, WiFi no siempre es la conexión óptima. De hecho, hasta no hace mucho, WiFi era muy lenta y solo se usaba en caso de necesidad, siendo la conexión preferida la cableada a través de Ethernet. Para que te hagas una idea, eran tiempos en los que la velocidad efectiva de conexión WiFi (802.11b o g e incluso la de tipo n) apenas era de 20-30 Mbps, mientras que el cable ofrecía 100 Mbps como mínimo, y hasta 1 Gbps en el caso de las redes gigabit ethernet cableadas que acabaron por ser las más habituales.
La guerra de los estándares WiFi
Las conexiones inalámbricas están normalizadas y definidas por el IEEE de forma que haya un estándar de referencia que permita que, aunque los dispositivos de red estén fabricados por diferentes compañías, todos puedan «hablar» con todos. Para el caso de WiFi, los estándares se distinguen por estar precedidos por los números 802.11. Para Bluetooth, se trata de 802.15, y para otros estándares tendremos otras nomenclaturas.
A medida que las tecnologías de comunicaciones se perfeccionan, se van mejorando las especificaciones de los sucesivos estándares. Así, para 802.11b, teníamos un máximo teórico de 11 Mbps de velocidad. Para 802.11g, llegábamos a 54 Mbps. Para 802.11n se alcanzaban 450 Mbps y ahora con 802.11ac la velocidad aumenta hasta 1.300 Mbps e incluso más.
A este apartado de las velocidades hay que añadir el de los canales de comunicación. Podemos tener frecuencias de 2,4 GHz y 5 GHz, alcanzándose las mejores velocidades usando 5 GHz como frecuencia de las comunicaciones. Los routers y dispositivos compatibles con 2,4 y 5 GHz se llaman «de doble banda».
Además, hay que tener en cuenta que las velocidades teóricas de los estándares WiFi son solo eso: teóricas. En la práctica, las velocidades reales son varios órdenes de magnitud menores. Así, para velocidades de 1.300 Mbps teóricas, la velocidad «usable» puede no llegar a los 400 Mbps.
WiFi sí, pero bien configurado
Hoy en día, el panorama está cambiando y, especialmente tras la llegada del protocolo WiFi 802.11ac, la conectividad inalámbrica permite sacar todo el partido posible a las conexiones de fibra que llegan a nuestros hogares, con velocidades de conexión de 300 Mbps (0,3 Gbps o gigabits por segundo) o incluso ya 500 Mbps (0,5 Gbps).
Eso sí, para beneficiarnos de las bondades de las últimas generaciones de tecnologías WiFi, es necesario que el router de Internet que tengamos en casa cuente con tecnología 802.11ac y que nuestros dispositivos conectados también tengan este tipo de tecnología. También tenemos que usar la banda de 5 GHz para beneficiarnos de toda la velocidad posible, y estar seguros de que la calidad de la conexión WiFi es óptima, lo cual depende de la cercanía al router o de la presencia de obstáculos o de que no haya interferencias con otras redes WiFi de nuestra casa o de los vecinos.
Qué es un cable ethernet para internet
WiFi está bien, pero, como podemos ver, no siempre es fácil sacarle todo el partido. Para dispositivos tales como los smartphones o las tabletas, no es necesario disponer de toda la velocidad de conexión que ofrece nuestra fibra. O cuanto menos, no notaremos fácilmente si tenemos 300 Mbps o 50 Mbps salvo que usemos alguna aplicación puntual que demande toda la velocidad.
Para medir la velocidad de la que disponemos, podemos usar la aplicación Speedtest para dispositivos móviles iOS o Android, o acceder al portal speedtest.net para medir la velocidad y la latencia desde una interfaz web.
Sin embargo, en otros dispositivos, tales como consolas de videojuegos, televisiones smartTV o los PC y portátiles, es vital disponer de la máxima velocidad y con la mejor calidad de conexión de Internet. Cuando hablamos de calidad, en realidad nos referimos a un parámetro tan importante como la velocidad propiamente dicha: la latencia.
La latencia de una conexión es la medida del tiempo que tardan los paquetes de transmisión en atravesar los dispositivos de red desde el equipo en el que nos conectemos hasta el servidor online al que accedamos para ver una película, jugar con un juego online, acceder a una web, descargar un documento, etcétera.
Con conexiones WiFi de buena calidad se consiguen latencias muy bajas si tenemos una red bien configurada, pero con las conexiones cableadas se consiguen resultados aún más comedidos.
Precisamente, la forma más indicada de aprovechar toda la velocidad de nuestra conexión de Internet es a través de cables de red Ethernet, que vayan desde el router hasta el ordenador, la consola o la tele directamente a través de los conectores Ethernet físicos disponibles en el router y en la tele, la consola, el ordenador o el dispositivo que sea.
Si puedes, usa Ethernet antes que la conexión WiFi
Las razones para ello son muchas. Así, en la conexión Ethernet disponemos de 1 Gbps (1.000 Mbps) de velocidad real y no solo teórica y las latencias que exhibe serán menores, en general, que las latencias usando WiFi. Para usos tales como el consumo de contenidos en streaming, transferencia de archivos, actualizaciones de software o, sobre todo el gaming, donde la latencia tiene que ser baja para poder jugar con las máximas garantías, el cable es mejor que el WiFi y es la modalidad de conexión recomendada.
Por otro lado, es una conexión fácil de manejar: solo hay que conectar los cables al router y a los dispositivos elegidos, y ya está: no hace falta elegir redes, ni usar contraseñas. Conectar y listo. La complejidad radica en la instalación del cable, aunque es más fácil de lo que parece si se usan los registros de cableado que haya en casa y disponemos de una sonda y un poco de paciencia para llevar cables por la casa. Se pueden tener tramos de decenas de metros sin que haya pérdidas de velocidad.
Además, los cables Ethernet no están sujetos a interferencias ni se ven perjudicados por el hecho de que haya varios usuarios conectándose a los diferentes puertos de red Ethernet. En el caso de que los cuatro puertos de red que suele haber en los router se ocupen y necesitemos más, se puede usar un switch conectado a uno de esos puertos del router y del que «salen» cuatro, ocho o incluso más conexiones Ethernet adicionales.
El gaming y Ethernet, maridaje perfecto
Si hay una aplicación que se beneficia de las conexiones Ethernet de red, esa es la del gaming. Las exigencias de los juegos online en cuanto a latencia y estabilidad de la conexión de red hacen casi obligado el uso de Ethernet para conectar el portátil o el PC o la consola en la que se esté jugando.
Es más, los fabricantes de equipos y componentes para gaming, integran conexiones de red duales en sus modelos más especializados. La razón pasa por tener dos conexiones LAN que pueden funcionar en modo combinado para tener hasta 2 Gbps de ancho de banda sumando el de cada uno de los conectores Ethernet. También se pueden configurar los puertos Ethernet de forma independiente, con gestión de prioridad de tráfico de red. De este modo, el tráfico de red asociado a un juego online puede estar configurado como de máxima prioridad, de modo que, aunque haya más dispositivos conectados en la red, no interfieran con el juego.