Nuestra actividad diaria no para de generar uno de los activos más apreciados en el mundo digital: los datos. Aunque se trata de un bien intangible, se necesitan grandes infraestructuras para almacenarlos que sí precisan de espacios físicos de tamaño considerable.
Para hacerse una idea de su magnitud, solo hay que detenerse a comprobar cuántos datos se generan en el mundo en un minuto. Un cálculo que cada año, desde hace seis, realiza la consultora Domo y cuyas cifras casi asustan. Los usuarios reproducen 97.222 horas de vídeo en Netflix, escriben 473.000 tuits, realizan 3.877.140 búsquedas en Google y Amazon envía 1.111 paquetes.
Sin problemas de espacio
Para 2020 estiman que, de media, cada persona generará 1,7 MB de datos por segundo. El aumento de población con acceso a internet o los avances en las conexiones con la llegada del 5G harán que se produzcan incrementos cada año.
Elegir la localización idónea es importante para que, entre otros factores, la latencia de la red sea la menor posible. Así las empresas se aseguran de que no haya retardos en las comunicaciones y que el usuario pueda disfrutar de la conexión y los servicios sin interrupciones. En ocasiones esto conlleva elegir ubicaciones algo insólitas para un centro de datos.
“Es habitual que algunas compañías apuesten por ubicar los centros de datos en zonas frías o remotas. Tanto por cuestiones de eficiencia energética como por la necesidad de espacios con muchos metros cuadrados para albergar sus servidores”, explica Theresa Bobis, directora para el sur de Europa de DE-CIX, que ha recopilado estas localizaciones tan peculiares.
Este último problema, el de la escasez de espacio, es al que se quiere poner remedio con unos data centers que está desarrollando Microsoft. Con el tamaño de un contenedor de transporte y unos 12 metros de longitud, esta compañía ha diseñado centros de datos que pueden sumergirse bajo el agua. Por un lado, han tenido en cuenta que más de la mitad de la población mundial habita en un radio de 20 kilómetros de la costa. Y, además, al ser prefabricados resultan muy fáciles de instalar. Las primeras pruebas se están llevando a cabo en Escocia.
Con buena refrigeración
La refrigeración de los centros de datos es uno de sus aspectos más delicados, al que se unen cuestiones como la eficiencia y gasto energético de este tipo de edificios. No hay que olvidar que los servidores necesitan estar operativos sin interrupciones las 24 horas del día. Esto genera mucho calor y las altas temperaturas perjudican a su correcto funcionamiento.
En busca de un lugar donde depositar los datos que genera una red social como Facebook, la compañía de Mark Zuckerberg se fijó en el círculo polar ártico. En la ciudad sueca de Lulea está ubicado uno de los centros de datos de esta tecnológica. El sistema se beneficia de la baja temperatura del aire exterior para refrigerar el interior y así depende en menor medida de generadores adicionales.
Construir unas instalaciones con la temperatura idónea no es fácil. Lo es aún más recurrir a lugares que ya cumplan con esta condición por sí mismos, como ocurre con las minas. El Lefdal Mine Datacenter, en Noruega, es una buena prueba de cómo esta idea pueda dar un buen resultado. Este centro de datos de 120.000 metros cuadrados es una mina recovertida. Este espacio se refrigera gracias al agua de los fiordos noruegos y toda la energía que utiliza procede de fuentes renovables.
datos Bien protegidos
Los datos son a día de hoy un material al que podría calificarse de altamente delicado. No solo han de protegerse con sistemas digitales que aseguren su privacidad, también es necesario cerciorarse de que no estén al alcance de cualquiera. Adoptar medidas de protección, en términos físicos, tampoco está de más.
Los refugios militares pueden ser una buena opción para alojar este tipo de servicios. En el año 2008 se abrió en Suecia un centro de datos en un antiguo búnker nuclear de la época de la Guerra Fría. El Bahnhof Pionen está a 30 metros bajo tierra y custodiado por una puerta de acero de 40 centímetros de grosor. Para crear un entorno más agradable para los trabajadores, el centro cuenta con jardines verticales, cascadas de agua y un tanque para peces de 2.600 litros.
En Helsinki, Finlandia, se ubica un centro de datos con una doble peculiaridad. Se ha instalado en un refugio antiaéreo de la II Guerra Mundial que, a su vez, está localizado bajo los cimientos de la catedral ortodoxa Uspenski. Allí abajo, la temperatura se mantiene fría para los servidores y además, el calor que emiten se absorbe y se distribuye por el sistema de calefacción de la zona, que ofrece energía suficiente para 500 hogares.
Aunque esta iglesia no es la única con esta característica. La capilla de Salem en Leeds, Reino Unido, fue cerrada en 2001 y convertida también en un data center. En España, el Barcelona Supercomputing Center en un buen ejemplo de la reutilización de un claustro para albergar centros de estas características.
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Imágenes | Microsoft, Bahnhof Pionen, Lefdal Mine Datacenter