A la OTAN le preocupa la manipulación en redes sociales y, por eso, ha llevado a cabo un experimento cuyas conclusiones, no por esperadas, son menos alarmantes.
A la luz de los resultados obtenidos en el estudio realizado en Facebook, Instagram, Twitter y YouTube, estas plataformas se muestran incapaces de contrarrestar las estrategias que permiten la manipulación de las redes sociales. Para llegar a esta conclusión, el Centro de Comunicaciones Estratégicas de la OTAN, pagó por aumentar la visibilidad de 105 publicaciones diferentes en Facebook, Instagram, Twitter y YouTube a compañías especializadas en la manipulación de redes sociales, la mayor parte de ellas ubicadas en Rusia.
la manipulación en redes sociales sale barata
Por solo 300 euros, el equipo de investigación compró 3.530 comentarios, 25.750 “likes”, 20.000 visitas y 5.100 seguidores. Al estudiar las cuentas falsas que aumentaron el alcance la información manipulada, identificaron 18.739.
Cuatro semanas después, el 80% del tráfico comprado seguía activo y las plataformas se mostraban incapaces de eliminar esta estrategia de manipulación en redes sociales. Tres semanas después de reportar algunas de las cuentas falsas desde las que se difundía la información, el 95% de ellas seguían en línea. En general, el experimento demuestra que las redes son mejores para bloquear la creación de cuentas falsas y eliminar seguidores que no son reales, que para luchar contra comentarios y opiniones “fakes”.
bots y humanos al servicio de la mentira
La manipulación en redes sociales se apoya en el uso de perfiles falsos gestionados por bots, que suponen una forma muy rentable de generar alcance artificial y un cierto clima de opinión social, ya que es más probable que los usuarios de las plataformas confíen y compartan contenido que ha sido del agrado de muchos otros.
Las cuentas controladas por bots cuestan solo unos pocos céntimos cada una. Los contenidos más elaborados requieren un control humano directo y su precio puede alcanzar, en este mercado negro de la manipulación en redes sociales, varios cientos de euros. Estos últimos, a menudo permanecen “on line” durante años.
Si bien las diferentes redes sociales tienen sus fortalezas y debilidades, una plataforma funciona peor sin importar el criterio que se tenga en cuenta: Instagram fue en gran medida incapaz de detectar y contrarrestar cualquier manipulación. Solo logró eliminar el 5% de los comentarios comprados y prácticamente ninguno de los “likes” o “views” falsos fue corregido. YouTube fue la única plataforma que logró reducir el número de visitas manipuladas.
No en vano, YouTube es el servicio más costoso de manipular. El precio de los servicios de manipulación para Twitter y Facebook es más o menos similar, aunque varía ligeramente según el servicio utilizado. El de los servicios de manipulación para Instagram es casi la mitad del precio de la misma manipulación para Twitter y Facebook y solo una quinta parte del coste de la manipulación de YouTube.
«influencers» que no lo son tanto
El experimento sobre manipulación en redes sociales muestra que la gran mayoría del “engagement” comprado se utiliza con fines comerciales. Instagram parece tener el mayor problema con la manipulación en las cuentas de “influencers” comerciales, algunos de los cuales trabajan para las principales marcas internacionales y estaban manipulando su alcance y estadísticas.
Estudios recientes han demostrado que la manipulación y la desinformación de las redes sociales generan importantes pérdidas publicitarias, que estiman en hasta de 23.000 millones de dólares al año. Pero las herramientas y métodos desarrollados para estafar a la industria publicitaria también se utilizan para interferir en la opinión política.
Pedro Sánchez, actual presidente en funciones, ya declaró a Nobbot que «la difusión de las fake news cuestiona el fundamento mismo de la democracia. Por tanto, no podemos resignarnos a aceptar la difusión de bulos y mentiras como algo natural de los flujos de comunicación del siglo XXI. La información política veraz es más que necesaria».
Los autores del estudio sobre manipulación en redes sociales afirman que la autorregulación no funciona. “La industria de la manipulación está creciendo año tras año y no vemos signos de que la manipulación generalizada de los medios sociales se esté volviendo sustancialmente más costosa o más difícil”, advierten.