“Desde que dejé de leer la sección de comentarios de la prensa deportiva, vivo mucho más feliz”. Alberto prefiere usar un nombre ficticio para evitar represalias. Cuando la cosa se pone fea y los troles toman el mando, lo único que nos queda es apagar la pantalla y mirar hacia otro lado. Menos mal que siempre podemos asomarnos a la ventana y observar el mundo exterior, lejos de los ataques de las hordas de Twitter. ¿O no?
El trol, ese personaje que representa la peor cara de Internet, representa también una de las peores versiones del género humano. Aunque la comunidad científica todavía trabaja en definir el fenómeno, un trol es, básicamente, alguien que publica mensajes provocadores e irrelevantes con el objetivo de molestar o generar una reacción negativa en quien lo lee. Las redes sociales son su campo de acción más conocido, pero abundan en foros, blogs, periódicos y cualquier sitio que se parezca a las minas de Moria, alejado de la luz y amparado en el anonimato.
“Es muy complejo hablar de los troles en general y, más aún, de sus motivaciones. ¿Por qué fuma la gente? ¿Por qué hay atentados terroristas? ¿Por qué le ponen piña a la pizza? La investigación actual es bastante clara: un troll lo es por la forma en que es violento, no por el motivo por el que lo hace”. Javier Jiménez, psicólogo, periodista y tuitero empedernido da la primera clave: «la violencia ya estaba ahí antes de que llegasen los troles».
Ya seamos de los que entramos a trapo, de los que nos mordemos las uñas para no contestar o, incluso, de los que hemos probado las mieles del troleo, casi todos nos hemos cruzado alguna vez con este comportamiento. Ahora, en los tiempos en que un trol arquetípico gobierna la nación más poderosa del planeta, un nuevo estudio intenta echar luz sobre el asunto; y sus conclusiones son un poco aterradoras.
¿Hay una guerra y la están ganando los malos?
La investigación en cuestión, elaborada por el Pew Research Center y la Universidad de Elon, busca respuestas en la propia sociedad online. En la próxima década, ¿hasta qué punto la conversación en Internet estará marcada por los troles y un tono generalizado de desconfianza? El 81% de los más de 1.500 encuestados creen que la situación será igual o peor que en la actualidad.
“Hasta ahora la red ha sido un sitio raro. No era en absoluto representativa, pero a medida que la tecnología se infiltra dentro de la sociedad y más personas cohabitan en la red, esta se parece más a la sociedad real”, explica Jiménez. “Nos llevamos las manos a la cabeza por el ‘troleo’ en Internet sin darnos cuenta de que ese tipo de violencia estaba aquí, entre nosotros, antes del primer ordenador”.
Como ante muchos otros problemas, la cara más visible monopoliza el debate, mientras las causas profundas no son analizadas, al menos por la sociedad en general. Y, sin embargo, el futuro de Internet podría depender de ello.
“En el futuro habrá cambios legislativos: muchos de ellos vinculados a cómo la sociedad digiera este problema. Pero, si nos ponemos serios, lo que necesitamos en realidad son políticas públicas ambiciosas que traten de abordar los problemas de violencia y acoso desde su raíz”, añade el periodista, conocido en las redes como Dronte. “Tenemos que asumir el problema como un gigantesco problema social o vamos a seguir intentando tapar la herida con tiritas mientras nos desangramos”.
Trolear es humano
Los caminos del trol son inescrutables. Bueno, no tanto. Las motivaciones detrás de los actos de cada individuo son algo complicado de determinar. Sin embargo, el estudio del Pew Research Center y la Universidad de Elon extrajo cuatro explicaciones recurrentes entre los encuestados que pueden ayudarnos a darle sentido al mundo trol.
- Trolear es humano y el anonimato nos motiva. Los troles han estado con nosotros desde el principio de los tiempos y el anonimato que aporta Internet impulsa este comportamiento, ya que se diluyen las consecuencias de nuestros actos.
- El trol genera beneficio en las redes sociales. Quizá el punto más controvertido del estudio. El odio y la ira generan participación en las redes sociales y aumentan el ansiado engagement, por lo que son muchos los actores online que, aunque no inspiren el troleo, no hacen nada por evitarlo. “La política y el terrorismo han convertido las redes sociales en un arma a través de la desinformación y las técnicas de persuasión”, indica el estudio.
- La tecnología acabará proponiendo soluciones. El desarrollo de la inteligencia artificial posibilitará filtrar comportamientos trol y moderar la conversación en las redes. Una reflexión interesante, ya que implica la segregación y la exclusión de ciertos comportamientos de la esfera online.
- La moderación tiene sus riesgos. El aumento del control, la regulación y la lucha contra este tipo de comportamientos podría abrir la puerta a la censura, con lo que el público perdería libertad de información y la libertad de expresión podría verse amenazada.
Una Internet acorazada contra los troles
Ahí está el debate, en los límites. Hasta qué punto es dañino el comportamiento trol como para poner en jaque nuestras libertades. Y, más aún, hasta qué punto están fallando las reglas del juego, creadas para una sociedad que en poco se parecía al mundo digital.
La analista especializada en tecnología de Altimeter Group, Susan Etlinger, quien colaboró en el estudio, señala otra cara del problema: podemos estar creando una Internet Potemkin, en referencia al acorazado símbolo de la revolución soviética, en donde las altas esferas ignoraban el problema que tenían bajo sus pies.
“Los ciberataques, el doxing (el robo de información privada y confidencial) y el troleo seguirán existiendo. Mientras tanto, expertos en seguridad, redes sociales y ética seguirán trabajando para proteger la libertad de expresión y la privacidad del usuario. Lo preocupante es que, en un esfuerzo por lograr una Internet más segura, acabemos relegando todos los comportamientos negativos a canales subterráneos”, explica Etlinger.
Para la analista, esta solución sería el peor de los escenarios posibles: un mundo online que aparenta ser feliz y seguro en su superficie, pero oculta todos sus problemas en las profundidades.
“Conceptos como libertad de expresión están en crisis porque fueron conceptualizados para un mundo que ya no existe. Si queremos mantener las libertades y los derechos, hay que reinventarlos. Radicalmente. A veces cometemos el error de pensar que Internet va a cambiarlo todo, pero lo que lo está cambiando todo es la sociedad. El mundo ha cambiado, no podemos seguir en un universo institucional de hace 300 años”, concluye Javier Jiménez.
Con unos 7.000 caracteres, este post solo logra arañar la superficie del debate. Tras más de 75.000 caracteres, el estudio del Pew Research Center termina sin propuestas claras. Con 140 y un gif simpático, algunos troles han sido capaces de abandonar Moria y llegar a gobernar la Tierra Media. El mundo ha cambiado, de eso no hay duda.
Imágenes: iStock, Pixabay
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