Hace algún tiempo ya hablamos sobre cómo construimos una idealización a través de las fotos que colgamos en Instagram, una versión perfeccionada de nuestra vida real, a golpe de filtro y retoque de imagen, eligiendo cuidadosamente cada ángulo y recortando todo lo que nos »sobre».
Que las redes sociales son un escaparate es algo comúnmente aceptado, muy válido incluso para inspirarse. Pero lo que pocos usuarios saben es que detrás de Instagram existe todo un mercado alternativo, donde conviven cuentas reales con fake, usuarios dando likes con bots dando likes, mucho dinero en juego y muchos algoritmos haciendo su ‘magia’ entre bambalinas.
YO QUIERO TENER UN MILLÓN de AMIGOS
Saltando de alegría en pleno Clift Hotel (San Francisco), el día 1 de diciembre de 2015 la bloguera Alexandra Pereira llegaba al millón de seguidores. Su evolución se terminó estancando, conservando en la actualidad 1,3 millones de fieles. Pero, ¿cuántos de todos esos eran realmente seguidores activos?
Bien, empecemos por el principio. Para conseguir seguidores en Instagram existe un método clásico: seguir a mucha gente y comentar en sus cuentas. Si tus comentarios son ingeniosos, es cuestión de tiempo que alguien entre a tu perfil y haga lo mismo que haces tú, consiguiendo algunos seguidores extra.
Instagram premia estas conexiones significativas, recomendándote perfiles afines. Pero este es un trabajo agotador. Debes mantener tu Instagram constantemente activo, publicando material sugestivo y diferente. Pero no es nada fácil cuando en la actualidad existen más de 600 millones de cuentas activas.
Hay quien organiza concursos, quien convierte sus post en pequeñas recetas de cocina y quien, bueno, quien hace trampas.
LOS BOTS SON MIS ALIADOS
Turbo Followers, Followers Pro, Get Followers BOOM… llámalo como quieras. Existen bastantes alternativas y todas bajo la misma premisa: pagas dinero y te suben tu contador de seguidores. A través de tiendas como Apptoide, donde caben todos los archivos APK no autorizados en Google Play, estas aplicaciones te consiguen más seguidores semanales que cualquier vídeo viral.
Pero, ¿quién son esas personas? No son personas, son bots. Cuentas aleatorias con datos mezclados, que comentan de manera bastante anodina y cuelan emojis como quien zarandea una baraja. El ejemplo de Alexandra Pereira hizo bastante ruido en su día, pero hay más.
Estos bots son más inteligentes de lo que parece: no solo hacen follow o unfollow de forma automática—para atraer seguidores reales a tus redes—, sino que cuentan con algoritmos para realizar un análisis de palabras y acercarse a las cuentas que más encajan con tu estilo, siendo capaces de crear tendencias, de modificar toda la estructura natural de Instagram.
Como Instagram no es cronológico, todo lo que vemos es a través de un algoritmo de interacción: a mayor interacción, mayor visibilidad. Estos bots comentan, dan likes, generan mayor o menor actividad según la franja horaria y, en fin, randomizan la comunicación humana. Esto es algo que también está presente en Twitter y lo estaba en Myspace hace casi una década. Por desgracia, este tipo de herramientas desequilibran la comunidad entera. La hacen aburrida.
LA CULPA ES DE LOS ALGORITMOS
Hace algo más de un mes, Mark Zuckerberg, mandamás de Facebook, publicó un manifiesto donde hablaba de la construcción de una comunidad global que, en esencia se ha roto, se ha frivolizado hasta el punto de convertirse en una simple pasarela de memes y noticias virales, mayormente falsas.
El 51% del tráfico en la red está generado por bots. Y ojo, no estamos contando las arañas de rastreo de los metabuscadores. Este escenario deforma y distorsiona completamente esa imagen idealizada de la meritocracia por encima de todo. Pero, como apuntaba cierta bloguera, «de que te sirven 100k de seguidores si luego no interactúan contigo».
Existen otras herramientas para llevar un control del tráfico y plantear una estrategia de comunicación: elegir los horarios de mayor tráfico, postear sobre temas candentes —las tartas de chocolate siempre funcionan—, etcétera.
HAY MUCHO DINERO EN JUEGO
Y algunas mentiras. Solo hay que fijarse en la imagen de Dan Bilzerian: desde fuera vemos a un treintañero playboy que vive a todo trapo. Pero detrás se esconde toda una vida dilapidando las riquezas directamente por su padre, «un saqueador corporativo que en 1993 recibió multas por valor de casi 62 millones de dólares por parte de la Comisión de Bolsa y Valores».
Y, como Dan, otras tantas estrellas: Marcus Y.H. Wang, Ezra Williams o Dorothy Wang. Tener seguidores es tener visibilidad, poder social, da igual la forma de conseguirlos.
LOS USUARIOS MÁS HONESTOS
Existen tantos servicios de compra de seguidores que algunos ya presumen de dignidad y servicio de calidad: «Como proveedor profesional de servicios en Instagram, nos enorgullecemos de nuestro trabajo y utilizamos toda nuestra experiencia y experiencia acumulada para ofrecer resultados solo de la mejor calidad». Cabe decir, claro, que cualquier alteración o manipulación de los datos de una cuenta viola las normas comunitarias de uso. No deja de ser una forma de spam disfrazado.
Eso sí, quien no necesitan este tipo de herramientas son aquellos perfiles que cuentan con campañas de marketing en torno a sus figuras: Taylor Swift, Ariana Grande o Selena Gomez, con 100, 102, y 106 millones de seguidores respectivamente, son los perfiles más visitados y seguidos de esta red. Contra todo pronóstico, estos son los perfiles más seguros.
Si quieres probar suerte, en mercados como Fiverr o Upwork puedes encontrar a usuarios que te prestan sus bots por unos cuantos dólares. Accederán a tu cuenta y ejecutarán un script que generará likes de manera aleatoria en función de los hashtags de los usuarios, y hasta tendrás algunos perfiles populares siguiéndote. Claro, si te sigue alguien con 25.000 seguidores, esto generará un efecto llamada. ¡Eres cool!
También puede pasar lo contrario: que empieces a seguir a gente a la que has dado follow tú mismo. Sí, hay quien compra y vende cuentas, y la tuya puede acabar secuestrada. Ante una situación así debes dirigirte inmediatamente al servicio de atención al usuario de Instagram y comunicar la incidencia. Si alguien te hackea no es culpa tuya.
En cualquier caso, nada como ser legal. Tal vez no alcances la gloria pero tendrás tu conciencia tranquila.
Imágenes | Instagram
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