Cuando pensamos en la binomio muerte y electricidad, indefectiblemente nos viene a la mente la imagen cinematográfica del doctor Frankenstein accionando extrañas palancas para animar el conjunto de retales humanos que dan forma a su monstruo.
La criatura ideada por Mary Shelley es una obra maestra de la literatura y un icono de la cultura popular que, sin embargo, no surgió de la nada sino que lo hizo en un entorno en el que la Ciencia buscaba la fórmula para hacer regresar de la muerte a los que dejaban este mundo.
Creyó hallar la solución en la electricidad que atravesó la famosa cometa de Benjamin Franklin en 1752. El galvanismo fue una de las grandes influencias de la novela, tal como reconoce su autora en el prefacio de 1831.
el dolor de unos padres
En la época en la que se publicó la novela no había un consenso claro entre lo que significaba estar muerto o vivo. Los mismos Shelley vivieron episodios trágicos que les llevaron a creer en que regresar de la muerte era posible.
Por ejemplo, el marido de la autora de Frankenstein, el poeta Percy Shelley, escribió sobre su hijo de tres años, aquejado de una grave enfermedad que acabó con su vida, que «gracias a la habilidad del médico, vivió cuatro días después de que hubiera comenzado el proceso de la muerte”( The Letters of Percy Bysshe Shelley, ed. by F. L. Jones, 2 vols (Oxford: Clarendon Press, 1964), ii, 104, 25 July 1819) . Así que el poeta creía que la muerte podía revertirse.
Una creencia, la de la posibilidad de regresar de la muerte, que también gozaba de cierto predicamento entre la comunidad científica de la época, tal como explica la experta en Romanticismo en la Universidad de Lancaster, Sharon Ruston. Uno de los médicos de los Shelley, James Curry, escribió en 1817 un libro en el que explicaba cómo distinguir lo que él llamó «absoluta» de la muerte «aparente».
no hay resurrección con putrefacción
En este libro (Observations on Apparent Death from Drowning, Hanging, Suffocation by Noxious Vapours, Fainting-Fits, Intoxication, Lightning, Exposure to Cold, &c., &c. and an account of the proper means to be employed for recovery […]) argumentó que la putrefacción del cuerpo era la única manera de estar completamente seguro de que una persona estaba muerta.
Y en estas llegó Luigi Galvani con sus ranas y su galvanismo, una teoría que defendía la existencia de un fluido eléctrico nervioso, producido por el cerebro, conducido por los nervios y almacenado en los músculos.
En uno de sus experimentos, el científico aplicó una pequeña corriente eléctrica a la médula espinal de una rana muerta y sus patas empezaron a moverse como si el animal estuviera vivo.
Galvani se convenció de que lo que se veía eran los resultados de lo que llamó «electricidad animal”, una fuerza vital que animaba los músculos de la rana.
un asesino muerto que abre el ojo
El sobrino de Galvani, Giovanni Aldini, fue más allá de las patas de rana e intentó la reanimación de criminales ahorcados. Así, en 1803, experimentó con el cuerpo de George Forster, quien había sido declarado culpable de asesinar a su esposa e hijo.
Consiguió que el cadáver abriera un ojo, levantara su mano derecha y moviera sus piernas después de recibir unas descargas eléctricas.
Curiosamente, estos experimentos para resucitar cuerpos gracias a la electricidad abrieron el camino a posteriores e importantes descubrimientos.
pilas y desfibriladores
La disputa de Galvani con Alessandro Volta acerca de la naturaleza de la electricidad sugirió a este último el diseño y desarrollo de la primera pila voltaica, mientras estimulaba a otros investigadores como Benjamin Franklin a profundizar en sus estudios.
Incluso podemos hallar en el galvanismo, que llegó a ser muy popular entre los siglos XVIII y XIX, un precedente de los actuales desfibriladores cardiacos, esenciales para salvar a pacientes con parada cardiaca, pérdida de conciencia y fibrilación ventricular.
regresar de la muerte es una singularidad
Hoy el galvanismo está olvidado y, a pesar de los avances científicos, el secreto de la inmortalidad que creyó haber descubierto el doctor Frankenstein siguiendo la estela de Galvani, solo puede encontrarse, desvirtuado, en la revolución digital. Confinar nuestra conciencia en un ordenador y vivir eternamente, aunque sea en un plano digital, puede ser una realidad en un horizonte no muy lejano y una manera de regresar de la muerte.
Ray Kurzweil, director de Ingeniería de Google y autor del bestseller “The Singularity is Near”, habla de la llamada “singuralidad tecnológica” que de paso a un futuro en el cual las tecnologías de la información habrán avanzado tanto y tan rápido que harán posible que los seres humanos trasciendan sus limitaciones biológicas.
matar a la muerte en 30 años
No es el único que quiere matar a la muerte, otro ejemplo es el del gurú venezolano José Luis Cordeiro, que se formó en el prestigioso MIT de Boston, y cree que “en 20 o 30 años se curará el envejecimiento y veremos la muerte de la muerte».
Y es que no nos gusta la muerte, tal como dejan claras las suscripciones a los gimnasios, sobre todo durante los meses de enero o septiembre, en los que tratamos de dejar atrás los excesos que nos hicieron abrazar un poco más estrechamente de lo conveniente a la parca.
O esa manía de hacer regresar de la muerte a nuestros artistas favoritos y ponerles a actuar en estadios, una experiencia sbrecogedora que ha sido protagonizada por artistas tan distintos como el rapero Tupac Shakur o la mismísima María Callas.