Cuencos de nombres exóticos, rellenos de comida en apariencia saludable y apta para vegetarianos o personas intolerantes al gluten, integran el menú del primer restaurante robótico del mundo. Creado por cuatro graduados del MIT, este local está ubicado en el centro de Boston y, a pesar de la mecanización en la elaboración de los platos, el restaurante Spyce –que así se llama- promete comida barata, saludable y rápida. De hecho, la cocina robótica puede elaborar hasta 200 comidas por hora, casi el mismo número que en los restaurantes de comida rápida convencionales.
Un bol estándar, que incluye tres o cuatro guarniciones opcionales, cuesta unos 7 euros y, por ese precio, los clientes pueden adquirir, a través de una pantalla táctil, cualquiera de los siete cuencos básicos, latino, tailandés, indio, marroquí, pollo con arroz, crisol y libanés.
una cocina robótica pero con camareros
Respecto al hecho de que esta cocina robótica sustituye mano de obra humana por máquinas, los fundadores de Spyce afirman que el sistema ha transferido mucho trabajo pesado de los seres humanos a las máquinas por el bien de la eficiencia, y afirma que los trabajos restantes para los humanos se pagan mejor que los típicos empleos de comida rápida.
En el restaurante, el personal está ubicado entre la fila de woks y el mostrador de servicio, agregando ingredientes fríos y guarniciones a los platos cocinados por robots. Y un camarero saluda y ayuda a los clientes con los quioscos de pedidos por la pantalla táctil, que les permiten personalizar cualquier plato del menú.
«cocinar» una cocina no es fácil
En el proceso de desarrollo de prototipos para la puesta en marcha de su restaurante robótico, sus creadores se enfrentaron a situaciones difíciles que comprometían el éxito de su proyecto. Así, en una ocasión, el sistema arrojó la comida, aún sin hacer, sobre el mostrador ante el que esperaba un potencial inversor. Como buenos emprendedores, estos jóvenes aprendieron del fracaso y, ahora, cada uno de los woks automatizados del restaurante contiene un sensor que le confirma si debajo se encuentra un bol.
Además, estos emprendedores llegaron a la conclusión de que sus conocimientos de ingeniería y robótica no eran suficientes para asegurar que los platos sabían lo suficientemente bien como para deleitar los paladares de los clientes. Por ello, contrataron a dos chefs que garantizan que el menú de este restaurante robótico es lo suficientemente apetitoso y saludable.
la berza es la clave
Esta colaboración entre cocineros e ingenieros ha permitido mejorar el restaurante robotizado con las aportaciones de unos y otros. Tal como leemos en la publicación del MIT, para cumplir los objetivos de nutrición de Spyce, el director de cocina quería hacer un gran uso de la berza cocida, repleta de vitaminas, calcio, antioxidantes y otros nutrientes, pero es fibrosa y tiende a aglutinarse, resulta frágil para un robot y requiere un manejo más cuidadoso que otros ingredientes introducidos a través de las tolvas, como el arroz y el pollo.
El equipo pasó tres meses solucionando el problema de la berza, modificando la tolva una vez más para reducir el riesgo de atascos e introdujo la berza picada para dorarla, no cocerla al vapor. Al final descubrieron que la tolva que crearon para superar las peculiaridades de la berza funcionaba mejor en todo.