Desde hace ya unas cuantas semanas nos encontramos confinados en nuestras casas. Una extraña situación que no entraba en el imaginario colectivo y que, sin embargo, nos hemos visto abocados a afrontar. Las paredes de nuestro hogar se han convertido en una especie de búnker contra ese enemigo invisible que enfrentamos, el coronavirus.
Adas Vasiliauskas, un fotógrafo lituano que retrata la cuarentena de los ciudadanos de Vilnius gracias a un dron. Y es que parece que nunca estuvimos tan unidos a esa familia cuya ventana vislumbramos desde nuestro sofá o a aquel soltero que vive tres calles más arriba.
Pero estar encerrados en casa no es sinónimo de aburrimiento. Al menos no paraLa cuarentena de mis vecinos es mi cuarentena
Cuarentenas hay tantas como personas en el mundo. Cada uno la pasa como quiere o como buenamente puede. Y es que ya sea solo, en pareja, con niños a nuestro alrededor o rodeado de gatos, perros o canarios lo importante es quedarse en casa. Y si al mirar por la ventana te encuentras un dron en lugar de un señor con el carro de la compra a cuestas, pues más entretenido.
«Cuando se anunció la cuarentena en mi país, Lituania, todas mis trabajos fotográficos fueron cancelados. Los eventos se fueron con el viento y estaba sentado sin trabajo pensando en lo que está pasando y qué podía hacer para mantenerme activo» nos cuenta Adas. Fue así como comenzó un proyecto que, como poco, ha logrado arrancarnos una sonrisa.
Al recordar el dron que utiliza durante sus trabajos fotográficos en bodas, Adas Vasiliauskas encontró el método perfecto para captar el día a día de sus conciudadanos sin que existiera ningún tipo de contacto humano. «Tomé fotos a algunos de mis amigos, las fotos gustaron a los usuarios de Facebook, red social en las que las compartí. La gente empezó a escribirme y ahora tengo una lista de espera enorme de modelos que esperan ser retratados en sus ventanas y balcones» asegura.
Las fotografías de Adas Vasiliauskas son una manera original de pasar la cuarentena y alejar los sentimientos y pensamientos negativos de nuestra mente. Y es que estos retratos no solo constan de un click. El proceso de preparación es, quizá, la parte más mágica de todo esto. La imaginación de cada uno es libre de elegir el atuendo y la actitud con la que aparecerá en unas fotografías que, dentro de unos años, nos harán recordar aquellos días en los que el sofá fue nuestra mejor guarida.