Los robots sociales y corpóreos, capaces de reflejar emociones y generar empatía en los humanos, cada vez están más presentes en diversos ámbitos de nuestra vida, pública y privada. Ahora se investiga su uso para sustituir a mascotas en terapias infantiles.
The International Journal of Social Robotics, apunta que un pequeño animal robótico biomimético, denominado ‘MiRo-E’, puede ser un buen sustituto de los amigos peludos, siendo igual de efectivo e incluso convirtiéndose en una alternativa mejor.
Un estudio publicado en“Aunque muchas personas en escuelas y hospitales se benefician enormemente de las visitas de un perro de terapia, tenemos que ser conscientes del bienestar del animal. Las visitas pueden ser estresantes e increíblemente agotadoras para estos canes, por lo que se debería plantear la posibilidad de utilizar un animal robótico”, señala Olivia Barber, primera autora del trabajo, a SINC.
El robot que han analizado ha sido diseñado para responder a la interacción humana, y es empleado por investigadores de todo el mundo gracias a su avanzada tecnología. La principal ventaja es que, gracias a sus múltiples sensores, imita el comportamiento y movimientos caninos: le gusta que le acaricien, mueve las orejas y agita la cola, escucha la voz del dueño y se acerca hasta él e incluso le sigue.
El robot no necesitará tantos cuidados ni atenciones, y podrá ‘trabajar’ durante largos períodos de tiempo sin necesidad de un descanso, comida o agua, y los usuarios podrán limpiarlo después de su uso. “No tiene las mismas emociones que un perro”, añade Proops.
Para su equipo de investigación, emplear robots de terapia puede ser más ventajoso en situaciones donde el animal no resulte ni práctico ni higiénico, como en casos de alergia a las mascotas, quirófanos o ciertos centros hospitalarios.
debate ético sobre los robots sociales
Sin embargo, la interacción persona-robot está sujeta a importantes reflexiones éticas. Marta Díaz Boladeras, profesora e investigadora especializada en interacción personas-robots de la Universitat Politècnica de Catalunya – BarcelonaTech, señala que «deberíamos analizar entre todos si estos vínculos con los robots pueden realmente contribuir a una vida buena».
En el caso de los niños, estar en contacto con robots sociales podría comprometer su desarrollo saludable, según la experta. «Por ejemplo, un proceso tan crítico como el desarrollo moral, se produce sobre todo a partir de la interacción entre iguales. La reciprocidad pone en marcha actitudes tan importantes como la preocupación por el bienestar de otros y la construcción de valores como igualdad, equidad y justicia. Los niños que crecen con robots saben que son objetos y, por tanto, inferiores moralmente ya que son producto de la creación humana. ¿Transferirán el modo dominante de interactuar con los robots al trato con otro ser humano?», se pregunta.