“Entre mi obra, mi manera de pintar y la publicidad hay una relación muy directa. A veces se me reprocha que con mi estilo contribuyo a hacer más aceptable esa publicidad y al incremento del consumismo. Pero existe una enorme ironía en mi trabajo; intento, por lo menos, asumir una postura crítica ante lo que represento, de ironía ante nuestra cultura industrial y el despliegue visual de la sociedad industrializada». Estas declaraciones se produjeron hace 35 años y corresponden a uno de los grandes maestros del Pop Art, Roy Lichtenstein, cuyos posters más representativos se exponen en Fundación Canal hasta enero.
Como uno de máximos exponentes del Pop Art, Lichtenstein se inspira en la sociedad de consumo, la vida cotidiana y la cultura de masas, utilizando para ello la publicidad, el cine, los comics y las revistas populares. Gracias a sus carteles, que estaban repartidos por las vallas y las paredes de las calles de ciudades como Nueva York o París, ya no era necesario acudir a los museos o galerías para disfrutar de las creaciones de Lichtenstein. La muestra de Fundación Canal agrupa 76 de estos carteles.
Roy Lichtenstein y el Pop Art
Durante los años 60, el cartel artístico desempeña un importante papel en el panorama del arte, principalmente en Estados Unidos. Diversas instituciones y entidades promueven grandes series de carteles que proporcionan a los jóvenes artistas del movimiento Pop Art una excelente oportunidad para darse a conocer.
El Pop Art, pop como forma corta de popular y que se erige en 1963 como el nombre de un nuevo movimiento artístico. Anteriormente, se había hablado de “Nuevos realistas” o “Nuevos ordinarios” (new vulgarians) y, a veces, simplemente se les denominaba Sign Painters (pintores de signos). Pero tras una conferencia en el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York, a finales de 1963, se opta ya por hablar de Pop Art. Hasta ese momento el movimiento artístico predominante era el expresionismo abstracto, que otorgaba gran importancia a la trascendencia y al gesto artístico, en total contraposición al Pop Art.
grafismo y arte
Entre otros muchos, Lichtenstein derribó el muro que separaba el grafismo del arte. Trabajó como diseñador durante años en el mundo editorial y esto influyó en la unión que se creó entre el artista y esta disciplina. El resultado se puede ver en muchas de las obras fundamentales de su trayectoria. Entre 1962 y 1997 diseñó varias decenas de carteles; muchos de ellos son creaciones originales que muestran obras de la época elegidas por el artista ex profeso para ser reproducidas mediante este medio. Siendo ya un artista de éxito, se le siguió pidiendo que promocione eventos o causas sociales o culturales mediante el diseño de un cartel.
Su arte, hasta 1961, está básicamente influido por el expresionismo abstracto, a menudo enriquecido con motivos de temática americana. Es en ese momento cuando Lichtenstein decide buscar referentes e inspiración en el «arte comercial” (denominado así por él mismo). Para ello, profundiza en el comic y en anuncios en prensa para crear obras en gran formato realizadas al óleo sobre lienzo. En paralelo, comienza a evitar las pinceladas individuales y a utilizar sólo colores primarios, esbozados en negro. Como característica clave, introduce un patrón de cuadrícula formada por puntos regulares. Estos puntos hacen referencia al origen de sus motivos, ya que imitan el estilo de impresión económica propio de los medios de comunicación.
Lichtenstein y el cómic
Lichtenstein se declaraba un artista pragmático, contrario a la contemplación y a la meditación. Para él el comic era básicamente un instrumento de expresión artística y en un determinado momento sintió que necesitaba expandir sus ámbitos de interés. Por ello, desde finales de los años setenta y especialmente en los noventa, trató de diversificar lo más posible su producción y dedicó grandes esfuerzos a la elaboración de imágenes icónicas para grandes acontecimientos mundiales de distinta índole: música, danza, teatro, cine, arte…
No tenía miedo a experimentar, y colaboró de manera determinante con la industria editorial –en la que trabajó durante años-, a la que aportó obras camaleónicas y dúctiles en perfecta consonancia con su nuevo uso. De hecho, en sus últimos años de vida, Lichtenstein lamentaba que después de medio siglo de trayectoria se le siguiera identificando y reconociendo por sus obras inspiradas en comics. No entendía cómo una serie a la que había dedicado solo dos años de su vida profesional resultaba ser la más ensalzada por el público.
Fotografías: Diego Martínez Capel